¿Es necesario reescribir a Jane Austen?
Seis famosos escritores están adaptando las obras de la autora británica al contexto actual. Mientras millones de fans reivindican la vigencia de su legado, algunas voces se alzan en contra de sus enseñanzas.
Según el polémico teórico literario Harold Bloom, la Literatura Universal puede resumirse en una lista de 26 autores que todo buen lector debería conocer y todo buen escritor debería admirar. Jane Austen es uno de ellos. La novelista británica no es sólo una de las más influyentes, es también (con permiso de Shakespeare) una de las más revisitadas en la cultura contemporánea: sus novelas protagonizan múltiples versiones cinematográficas, sus enseñanzas son fuente de numerosos ensayos y hasta se han escrito libros dedicados a sus personajes. Pero parece que todos estos homenajes artísticos no son suficientes, y que los tiempos reclaman una reescritura exhaustiva de sus obras.
Eso es precisamente lo que se propuso hace un año la editorial Harper Collins. Dada la vigencia de la autora dos siglos después, ¿por qué no hacerla aún más necesaria adaptándola al presente? Bajo el título The Austen Project, encargó a seis escritores famosos la labor de reescribir sus seis novelas respetando trama y personajes, pero añadiéndoles conductas y necesidades contemporáneas. El primer experimento, Sentido y Sensibilidad por la escritora británica Joanna Trollope, acaba de publicarse. Hay Aston Martins en lugar de coches de caballos, cirugía plástica y extensiones capilares para representar los artificios de las clases acomodadas y las humillaciones públicas se llevan a cabo, obviamente, subiendo vídeos a Youtube y troleando en las redes sociales.
Fotograma de una de las adaptaciones de «Sentido y sensibilidad» (Ang Lee,1995)
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Trollope admitía en el diario Telegraph sentirse orgullosa del encargo, y afirmaba que el proyecto le resultaba necesario porque el amor, la clase y el dinero, los tres temas principales en la obra de Austen, siguen obsesionándonos hoy en día. El libro ha recibido buenas críticas, pero son muchos los expertos que se cuestionan la necesidad de “manipular” los clásicos de la literatura. ” No necesito leer sobre Keira Knightley escuchando a los Arctic Monkeys en su iPod para que me convenzan de la relevancia de Jane Austen. Ya sé que es relevante”, sentenciaba en The Guardian la escritora Elizabeth Day.
Hasta ahora, la práctica del remake solía restringirse al ámbito cinematográfico. Son muchas las películas que se han adaptado al presente para probar su vigencia. El cine, además, ha sido la excusa perfecta para obviar el contexto histórico de las grandes novelas. Sin ir más lejos, el film Fuera de Onda (1995) traspasa las inquietudes dieciochescas de Emma a un instituto de los años noventa. Y si las novelas de Bridget Jones ya aludían indirectamente a algunos personajes y tramas de las obras de Austen, sus películas toman, a su vez, referencias de las versiones cinematográficas de Persuasión y Orgullo y Prejuicio. Pero los ejercicios posmodernos no acaban aquí: los encuentros de Mark Darcy y Elizabeth Bennet han sido víctimas de una plaga de muertos vivientes en la novela Orgullo prejuicio y zombies e incluso han dado rienda suelta a sus pasiones eróticas en Pride and Prejudice: the hidden lusts.
En «Fuera de Onda» (Amy Heckerling, 1995) Alicia Silverstone interpretaba a una Emma moderna. Después veríamos a Rachel Blanchard interpretar a Cher Horowitz en su versión catódica.
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Por otro lado, el arte de la fan fiction, la reescritura y/o la continuación de ciertas novelas de culto realizada por y para fans, tiene a Jane Austen en general y a Mr. Darcy -el protagonista masculino de Orgulo y Prejuicio-en particular entre sus principales protagonistas. Sólo era cuestión de tiempo que pasara del blog y los foros al papel y las editoriales. Cuantan que E. L. James, la archimillonaria autora de 50 sombras de Grey, concibió la trilogía a partir de una reescritura para adultos de la saga Crepúsculo. Teniendo en cuenta la legión de fans que acumulan los avatares amorosos de Austen – una numerosa tribu que se autodenomina Janeites– el proyecto de Harper Collins parece llegar en el momento oportuno.
¿Pero son hoy las enseñanzas de la novelista británica tan pertinentes como quieren hacernos creer? Antes de lanzar el primer libro de la serie -y coincidiendo con el bicentenario de Orgullo y Prejuicio-, la editorial realizó una encuesta entre sus lectores: el 86% coincidió en que el amor, por encima del dinero, debería ser la clave para iniciar una relación. Y el 46% consideraba que ahí fuera hay una media naranja esperándonos. Mister Darcy, que pasa por encima de las restricciones sociales sociales para casarse con Elizabeth, es, dos siglos después, y según este estudio, el ideal masculino de millones de mujeres.
La propia Joanna Trollope apuntaba una de las causas del éxito de los protagonistas masculinos de Austen: “Como E. L. James, Austen era consciente de la seducción de la riqueza. ¿Habría tanta atracción erótica si Cincuenta sombras de Grey transcurriera en una cama cutre y sórdida? ¿Si Mr. Darcy, snob, estirado y sin sentido del humor, no poseyera la mitad de Derbyshire, una mansión y una renta de 10.000 libras al año, no perdería la mitad de su atractivo?” El dinero en Jane Austen es fuente de honores y humillaciones, de premios y castigos. Al fin y al cabo, así se estructuraba la sociedad del siglo XVIII. Todos sus héroes románticos amasan fortunas. Otra cosa es que ese mismo esquema social siga generando tantas adhesiones en el siglo XXI que el público demande una reescritura contemporánea. Cuando la publicación feminista Jezebel se preguntó por la vigencia de los ideales masculinos de Jane Austen, llegó a la conclusión de que Darcy, Edward Cullen y Christian Grey no eran tan distintos: “Los tres son arrogantes, fríos, guardan celosamente sus sentimientos y terminan salvando la situación cuando, inesperadamente, se ven superados por el amor”
El Mark Darcy de «Bridget Jones» está inspirado en Mr. Darcy. Colin Firth ha interpretado a ambos-
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En vista de las pasiones que desatan Grey y Cullen entre millones de lectores, la versión actual de los protagonistas de Austen no es sólo pertinente, sino muy rentable. Sin embargo, el principal argumento que suele utilizarse para explicar la influencia de la autora (y este nuevo proyecto editorial) queda en entredicho: ¿es realmente Jane Austen un icono feminista?
Para el gobierno británico, está claro que lo es. Haciéndose eco de la campaña capitaneada por la activista Caroline Criado, que se quejaba de la casi nula presencia de rostros femeninos en la moneda inglesa, la efigie de Jane Austen se estampará en los billetes de diez libras a partir de 2017. Sin embargo, esta decisión no ha hecho sino avivar la polémica en torno a la supuesta idoneidad de la autora. Muchos creen que sólo ejemplifica “la ansiedad femenina por el matrimonio”, otros consideran que si la elección hubiera sido realmente feminista, habrían escogido a otras mujeres más representativas como Virginia Woolf, Mary Wollstonecraft o incluso Mary Shelley. Incluso se les acusa, vía Austen, de apología del imperialismo y de conducta reaccionaria.
Polémicas aparte, lo que está más que claro es que las historias de Jane Austen están más vivas que nunca. Sea por haber analizado la sociedad de su tiempo desde una óptica femenina, por haber creado al hombre ideal que trasciende épocas, por ser feminista o por ser todo lo contrario, lo cierto es que su influencia llega hasta la reescritura casi literal de sus novelas. Al Sentido y Sensibilidad de Joanna Trollope, le seguirá La Abadía de Northanger por Val McDermid (cuya portada, las puertas de una mansión con modernas cámaras de vigilancia, ya anuncia lo que contendrá el interior). La joya de la corona, Orgullo y Prejuicio, será adaptada por Curtis Sittenfeld y Alexander McCall hará lo propio con Emma. Aún queda por desvelar qué escritores llenarán las historias de Persuasión y Mansfield Park de zapatillas Converse, smartphones y música indie. Hagan sus apuestas.
La decisión de que el rostro de la autora aparezca en los nuevos billestes de 10 libras no ha sentado bien a todos.
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