El Chapo quiere poner de moda la ropa de narcotraficante
El mexicano acaba de crear una marca de ropa bajo su nombre e imagen desde la cárcel atendiendo al boom del merchandising que explota y glorifica a los traficantes de droga.
Ya sea ilustrando camisetas con las caras de los grandes nombres de la droga, por sus referencias a ella en prendas o por la tormentosa (y mediática) relación que han tenido con estas sustancias ilegales modelos y otras leyendas de la industria -¿quién no recuerda aquella portada del Daily Mirror con Kate Moss?-, el vínculo entre drogas y moda no pilla por sorpresa. Pero en tiempos de atracones de consumo audiovisual, con las plataformas de streaming a la caza de historias que explotar, la fascinación fanática que suscita el narcotráfico entre el público ha desembocado en un fenómeno al que ya sacan rédito en forma de merchandising unos cuantos, la máxima: ‘quiero una camiseta de ese narcotraficante’.
El “plata o plomo” y el “hijueputa” de Pablo Escobar rescatados de Narcos (Netflix) que proliferan en Amazon. O las camisetas de su homólogo gallego Sito Miñanco tras el éxito (y el secuestro) del libro Fariña (Ed. Libros del K.O), escrito por Nacho Carretero, que inspiraba la serie producida por Atresmedia. Visto el negocio, ’El Chapo’ Guzmán -que también cuenta con serie propia, coproducción de Netflix y Univisión- ha decidido sacar su propia marca de ropa a costa de su imagen.
Desde la cárcel de máxima seguridad en la que se encuentra en Manhattan y tras haber sido declarado culpable por dirigir una empresa criminal, tráfico de drogas, torturas, sobornos y asesinatos por la justicia estadounidense el pasado febrero, el líder del cártel de Sinaloa espera a la vista de sentencia en la que encarará la cadena perpetua con negocio entre manos. Camisetas, gorras de béisbol, cazadoras vaqueras y hasta fundas para el móvil que se comercializarán con su firma y su nombre en beneficio de su mujer, Emma Coronel, y sus hijas, según confirmaba ella misma a CNN: «Estoy muy emocionada de comenzar este proyecto, que se basó en ideas y conceptos que mi esposo y yo tuvimos hace años (…) Es un proyecto dedicado a nuestras hijas”, decía.
No es la primera vez que el narcotraficante mexicano se convierte en icono por su aportación a la moda. El caso de la camisa que llevó durante su entrevista con Sean Penn para Rolling Stone en enero de 2016 bien merece el análisis. Tras salir a la luz las imágenes en las que ‘El Chapo’ luce un modelo con estampado fantasía en dos tonos de azul, las ventas de este (a 128 dólares), comercializado online y al por mayor por la tienda Barabas en Los Ángeles, se dispararon. Más allá de la anécdota, la prenda es el epítome del conocido como ‘estilo narco’ al que se relacionan las camisas, pantalones y chaquetas de brillo. Y, según explicaba entonces Pablo Ximénez de Sandoval en El País, es característico del mismo barrio en el que se encuentra Barabas, el “fashion district de Los Ángeles, un eufemismo que esconde un mar de almacenes y callejones donde se negocia ropa al por mayor de todo el mundo y para todo el mundo. En septiembre de 2014, el FBI aseguró que era ‘el epicentro del lavado de dinero del narco”. En las paredes de la tienda, como apuntaba el periodista, “cuelgan fotos de los famosos que han posado con su ropa y se deduce al instante que tienen especial éxito en el mundo del corrido norteño mexicano. Goyo Gastelum, Andrés Márquez El Macizo, La Banda Jerez, Jorge Gamboa, Javier Rosas y El Komander posan con diseños propios salidos de esta tienda”.
La obsesión por conseguir la camisa que lleva ‘El Chapo’, por ponerse una camiseta con su cara o las gorras con el 701 (número adoptado por sus seguidores para reverenciarlo desde que Forbes en 2009 lo posicionara con ese puesto en su lista de las mayores fortunas mundiales) es una nueva muestra de la fascinación que estos personajes suscitan -vista también en otros delicuentes, para muestra: el boom mediático que viven de los estafadores millennial surgidos de la cuna de Sillicon Valley-. Pero, ¿por qué ibas a querer llevar la cara de un narcotraficante asesino? Del peligro que esto conlleva advertía el propio hijo de Pablo Escobar, Juan Pablo, ya hace dos años: «No estoy en contra de que se cuenten las historias relativas a mi padre pero sí de que se haga de forma que glorifiquen lo que hacía, porque eso tiene un efecto muy negativo para la sociedad», recogía Europa Press. Pudiendo provocar que «el mensaje se entienda al revés» y «acabe marcando a una generación entera de jóvenes (…) La historia de mi padre es para contarla, no para repetirla”.
La relación moda y drogas viene de largo. En los 90 el heroin chic popularizó y glamourizó la imagen de la mujer extremadamente delgada, con ojeras, despeinada y medias rotas que evocaba al consumo de heroína. Y con el tiempo, algunos diseñadores han seguido coqueteando con el consumo en sus colecciones en las que las drogas o medicamentos han tomado el protagonismo. Las camisetas de Xanax, Aderall y Vicodin de Brian Lichtenberg que ya abrieron debate en 2013, el caso de la colección cápsula (en sentido literal) de Jeremy Scott para Moschino que en 2016 se ganó críticas y una petición en change.org apelando a la responsabilidad moral del diseñador o, ya en 2018, Raf Simons presentando su colección otoño invierno en la que las sudaderas que rezan “DRUGS” (drogas) o mencionan el “LSD” han divido la opinión. ¿De verdad hacen crítica e invitan al debate y reflexión del exceso de consumo o el peligro es que el mensaje quede difuso y al final lo que llegue a quien la lleva y quien la ve es el “droga” mayúsculo haciendo apología?
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