Donna Reed, el estereotipo de ama de casa con el que Trump se burla de las mujeres periodistas
El presidente de los Estados Unidos ha propuesto a la actriz que encarnó a la esposa sumisa por excelencia en los cincuenta como deseable modelo de conducta para las corresponsales políticas. Sin embargo, la verdadera historia de Reed es de todo menos arquetípica.
Tras sugerir inyectar gel desinfectante o luz solar a los enfermos de Covid-19, negarse a llevar mascarilla y desarticular su equipo de expertos, la gestión de Donald Trump de la crisis del coronavirus sigue generando polémica. Dos periodistas de la cadena CBS News se han convertido en el último objetivo de sus críticas, por no encajar en los estereotipos tradicionales femeninos deseados por el presidente de los Estados Unidos. En una reciente entrevista en el New York Post, Trump señaló a las reporteras Paula Reid y Weijia Jiang por haberle “irritado” con su actitud durante las ruedas de prensa sobre la crisis sanitaria. “No eran Donna Reed”, sostuvo, estableciendo una analogía con la intérprete de ¡Qué bello es vivir! que durante los cincuenta y sesenta se erigió como la ama de casa por excelencia de la ficción estadounidense. Una comparación que ha escamado a la sociedad estadounidense por su desprecio a dos de las periodistas que han evidenciado las grietas de su gobierno y por la minusvaloración de la figura de Reed, una actriz cuyos hitos y logros desmontan cualquier molde.
Si nombres como Doris Day, Jennifer Aniston o Julia Roberts han simbolizado durante décadas el paradigma de ‘novia de América’, nadie como Donna Reed representó mejor desde mediados del siglo XX el de ‘esposa de América’. La esposa en el sentido más tradicional, dócil y cosificado de la palabra, lejos de los manierismos feministas de otros iconos como Lucille Ball. Referencia de las maravillosas señoras Maisel de la época, durante los ocho años y 275 episodios que duró su serie homónima, The Donna Reed Show, la intérprete hizo de su peinado, vestidos, sonrisa y resignación perpetuas el modelo estilístico y de conducta a imitar por todas aquellas mujeres de los suburbios dedicadas a las labores del hogar. En pleno 2020, el presidente añora todos esos atributos en las reporteras con turno de pregunta en sus ruedas de prensa. “Paula Reid está sentada ahí, enfadadísima, y me pregunto, ¿cuál es el motivo? Ni siquiera hacen preguntas duras, pero ves la actitud de esta gente y es increíble. La verdad es que lo disfruté”, sostenía en la entrevista. Reid contestó en Twitter dando la razón al presidente acerca de que no tiene nada que ver con una ama de casa de los cincuenta y Jiang desveló que, en tres de las últimas cuatro preguntas que le ha formulado en sus comparecencias, este le pidió que fuera “amable y fácil”.
President Trump tells @nypost I am nothing like 50's American archetypal mom Donna Reed. Fact-check: True. pic.twitter.com/sUTgWwsNX9
— Paula Reid (@PaulaReidCNN) May 5, 2020
La extradiegética referencia de Trump evidencia un marco mental nostálgico de los tiempos idílicos para el hombre blanco, en el que las féminas ejercían como apéndices sumisos y no como agudas reporteras que acorralan al presidente cuando este sugiere inyectar desinfectante a los enfermos de coronavirus. Sin embargo, Donna Reed, fue mucho más que la caricatura de ama de casa a la que ahora apela el republicano. Entre sus mayores desafíos, el de negarse a trabajar durante más de una década por la objetificación a la que sometían a los personajes femeninos de la época. “No iba a hacer la basura que me ofrecían. No me gustaba la manera en la que las películas trataban a las mujeres. La mayor parte de los roles eran extremadamente pasivos, mujeres en peligro, pobres almas estúpidas que no podían salvarse a sí mismas”, declaró en Los Angeles Times.
Formada en la Universidad de Los Angeles, la joven natural de Iowa debutó en el cine a mediados de los años 40 y, si bien logró reconocimiento gracias a papeles en los que interpretaba a mujeres estereotipadas y damiselas en apuros, su único Oscar – a la mejor actriz de reparto– llegó por un personaje bien distinto. En De aquí a la eternidad (1953), Reed interpreta a la prostituta que consuela a Montgomery Clift, un trabajo que la colocó en las antípodas de los roles por los que había sido conocida valiéndole el mayor premio de su carrera. Lejos de encarnar el espíritu dócil que se le presuponía –y que Trump aún presupone– de perfecta ama de casa, Reed protagonizó algunos escándalos por defender sus derechos laborales. No quiso firmar con la Metro Goldwyn Mayer hasta que acabó sus estudios y fue una de las primeras actrices en convertirse también en productora de sus proyectos y tomar el control total de su carrera. En el último papel de su filmografía, el de Miss Ellie Ewing en la célebre serie de televisión Dallas, la actriz demandó a los productores de la ficción cuando fue despedida sin haber finalizado su contrato.
Convertida en Trending Topic en Twitter más de tres décadas después de su muerte, el interés y la implicación política de Reed tampoco fue la propia del prototipo al que apela Trump. Considerada republicana, terminó dando su apoyo al senador demócrata Eugene McCarthy y se opuso públicamente a las armas nucleares y la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, acontecimiento que incluso la llevó al activismo por la paz convirtiéndose, en 1967, en copresidenta del grupo de defensa contra la guerra Another Mother for Peace (algo así como Otra madre para la paz).
En lo que a su vida personal se refiere, Reed tampoco cumplió con los estándares de abnegada consorte. La actriz se casó hasta en tres ocasiones, después de que su primer enlace con el maquillador William Tuttle fracasara tras solo dos años de matrimonio. El mismo año de primer su divorcio, 1945, volvió a dar el ‘sí, quiero’ a su segundo marido, el productor Tony Owen, su pareja más duradera. Aunque permanecieron casados más de 25 años y criaron juntos a sus cuatro hijos –Penny Jane, Anthony, Timothy y Mary Anne, los dos mayores adoptados– la relación también fracasó. La intérprete volvió a pasar por el altar a los 50 años, uniendo su vida hasta el final de sus días a Grover W. Asmus, un coronel retirado cinco años más joven que ella. En 1986, y a los 64 años de edad, Reed falleció a causa de un cáncer de páncreas.
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