Por qué deberías salir a por el pan, tender la ropa o tener reuniones ‘caminadas’ en horario de teletrabajo
La falta de actividad física se relaciona con subidas del colesterol, mayor resistencia a la glucosa y, como colofón final, mala salud cardiovascular. Pasar más horas de pie y en movimiento ayuda a quienes se pasan el día sentados.
Hay una situación recurrente en la serie Scandal: los protagonistas mantienen reuniones de alto secreto mientras corren por el bosque. O se reúnen en mitad de un parque. Lo hacen por motivos de seguridad (no hay manera humana de poner micrófonos). De paso, aprovechan para mover el esqueleto. Son las ‘outdoor meetings’ (reuniones en exteriores) y las ‘running meetings’ (reuniones de negocio a golpe de zapatilla).
No es una manía de guionistas de Hollywood. Reunirse de pie y al aire libre o haciendo deporte es una tendencia al alza con múltiples beneficios. Solo por estar de pie nuestro cuerpo consume 0,15 kilocalorías más por minuto. Sustituir estar sentado por estar de pie seis horas al día en una persona de 65 kilos supone un gasto adicional de 54 kilocalorías al día. Parece poco, pero supone quemar 2,5 kilos de grasa al año. Y eso ya son palabras mayores.
Llegan las reuniones de paseo
La consultora Angie Morgan confesaba a la revista Runner’s World que, siempre que puede, sale a correr con sus clientes. Las ventajas son obvias: máxima privacidad, cero distracciones (adiós a los aburridos Powerpoints) y un entorno distendido y favorable a la inteligencia emocional. Además, cortan con el sedentarismo laboral y respiran un aire bastante menos viciado que una sala de reuniones. Todo un alivio para quienes la idea de encerrarse en una sala les dispara la ansiedad.
No es imprescindible ponerse a correr. Se puede hacer lo mismo dando un agradable paseo, incluso en tiempos de pandemia (siempre que se observen las medidas de seguridad dictadas por las autoridades en cada momento). Es lo que empieza a conocerse como reuniones de paseo. “Cualquier opción de trabajo que suponga moverse durante la jornada laboral es positiva. Lo ideal sería fomentar la máxima actividad que permita cada puesto de trabajo, combinando períodos activos y períodos en sedestación”, señala la doctora Laura Morales Ruiz, médica rehabilitadora del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF).
La silla, cuanto menos, mejor
En caso de no poder salir de la oficina (o de tu despacho en casa), alterna la silla con ratos de trabajo de pie, incluso para trabajar con el ordenador. Esa es la función de los ‘standing desks’: escritorios de altura regulable que permiten trabajar sin sentarse. “Al estar de pie no se sobrecarga la región lumbar porque el peso se distribuye a lo largo de la columna vertebral y las piernas. Además, favorece el cambiar la carga de una pierna a otra o dar pequeños paseos. Y es más difícil adoptar posturas inadecuadas”.
Para que ese tiempo de pie no sobrecargue el sistema circulatorio y lleguen las temidas varices, basta con cambiar la regulación de cuando en cuando. Así trabajas un rato de pie, y otro, sentada. “Mucho mejor si es sobre un fitball o pelota de Pilates. Al ser inestable, obliga a sutiles cambios de posición de la pelvis y los miembros inferiores. Así aliviamos las sobrecargas. También es recomendable intercalar ratos de descanso cada 30 minutos con estiramientos. Prestando especial atención a las cervicales, brazos, la zona lumbar y la parte posterior de las piernas”.
Aprovecha para ir a por el pan
Si antes de la pandemia el sedentarismo entre la población adulta era un problema, con el teletrabajo la cosa ha ido a peor. Ya no hay que ir hasta el metro, ni salir a tomar el café de media mañana. Por no haber, no hay ni paseos a la fotocopiadora. No estás sola si hay días en los que apenas superas los 2.000 pasos y todos tus desplazamientos se limitan a entrar y salir del salón, la cocina y el dormitorio. “Este nuevo sedentarismo se contrarrestaría alternando las tareas que deban hacerse necesariamente quietos o sentados, con otras que permitan dar unos pasos por el domicilio o la oficina. Incluso, si es posible, salir al exterior”.
Es hora de quitarse los complejos de culpa y ese presencialismo, tan arraigado en la mentalidad española, que dicta que el trabajador debe estar siempre en su puesto. Trabajar por productividad y no por horas de fichaje mejora la salud. Si estás en casa, puedes aprovechar esos descansos para estirar. Pero, por qué no, también para incorporar otras actividades físicas que den un descanso a la mente. Por ejemplo, tender la lavadora, salir a por el pan o bajar a por el correo (evitando el ascensor). “Si no queremos sentir que nos estamos ausentando del trabajo, una buena alternativa es aprovechar ese rato caminando para hacer llamadas de teléfono o escuchar información en formato audio. Y, por supuesto, evitar el sedentarismo innecesario, suprimiendo el uso de vehículos a motor siempre que sea factible. Es preferible realizar los desplazamientos caminando o en bicicleta”.
Hazlo por tu espalda
La falta de actividad física además se relaciona con subidas del colesterol, mayor resistencia a la glucosa y, como colofón final, mala salud cardiovascular. Por si fuera poco, el doctor Xoán Miguéns Vázquez, médico rehabilitador y vicepresidente de la SERMEF, advierte que con el sedentarismo la espalda se resiente. A diferencia de otros dolores habituales en nuestra sociedad- como el de cabeza, que es bastante imprevisible -, «con el dolor lumbar podemos hacer mucho, tanto para prevenir su aparición en el futuro como para mejorar el que padezcamos actualmente. Y esa terapia es el ejercicio. Un músculo entrenado y fuerte soportará mejor las exigencias del día a día. Si está débil, esa responsabilidad se traslada al hueso y a articulaciones aledañas. Al final tenemos que al dolor de un músculo agotado y contracturado se suman más sobrecargas y más dolor». Ponerte de pie de cuando en cuando es un primer paso para romper ese círculo vicioso. Tu espalda lo agradecerá. Y, al cabo del año, puede que la cinturilla también.
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