La mujer que probó la dieta de 14 ‘celebrities’ (y sobrevivió para contarlo)
La periodista y escritora Rebecca Harrington recopila en un libro sus experiencias siguiendo los régimenes de Gwyneth Paltrow, Karl Lagerfeld o Greta Garbo.
“Las dietas están por todas partes. Parece que no puedes ser una mujer y no pensar que necesitas ponerte a régimen o hacerte un transplante de cara. Pero una cosa es conocerlas y otra ponerlas en práctica. ¿Quién haría algo así? Yo”. Con estas frases da comienzo I'll Have What She's Having: My Adventures in Celebrity Dieting, un libro en el que la periodista y escritora Rebecca Harrington se atreve a llevar un paso más allá su columna en New York Magazine y prueba durante varios días las extravagantes pautas culinarias de varios famosos.
Gwyneth Paltrow, Elizabeth Taylor, Karl Lagerfeld, Marilyn Monroe, Cameron Diaz, Madonna, Greta Garbo, Victoria Beckham, Beyoncé, Jackie Kennedy, Sophia Loren, Pippa Middleton, Carmelo Anthony y Dolly Parton. Catorce famosos y catorce dietas que la periodista siguió con aplomo y rigurosidad científicas durante diez días (con la excepción de las más disparatadas como la de Lagerfeld, que abandonó al cuarto).
“Se me ocurrió hacer este experimento cuando probé la dieta del que fuera el presidente más gordo de los Estados Unidos, William H. Talf. Después de vivir la extraña experiencia de comer lenguado hervido para desayunar, pensé que sería divertido probar las rutinas alimenticias de otras personas conocidas”, explica la autora a S Moda. Dicho y hecho. Harrington comenzó a leer biografías y a googlear el nombre de los famosos que le despertaban cierta curiosidad para descubrir a base de qué se alimentaban y cómo vivían. Las viejas películas de Liz Taylor o la cuentas de Twitter e Instagram de Madonna, por ejemplo, también le sirvieron como fuente para meterse en el papel. Solo se autoimpuso dos reglas antes de comenzar la aventura: tratar de comer igual que cada personaje e intentar imitar otros aspectos de su vida como el ejercicio físico, sus hábitos diarios o incluso la forma de vestir.
“La dieta que más me gustó hacer es la de Gwyneth Paltrow. Todo lo que come es realmente delicioso y bastante sano. Gracias a ella descubrí el zumo de kale (col rizada) y ahora lo tomo siempre. Me hace sentir virtuosa”, explica. Durante diez días (siete de menú detox y tres más de otras recetas) el libro It's All Good, escrito por la actriz, se convirtió en su biblia culinaria. A pesar de que las alergias de Paltrow la obligaron a prescindir del yogur, el tomate o las fresas, de que la compra inicial triplicaba lo que hubiera invertido en la misma cantidad de comida en otras condiciones y de que el entrenamiento diario la dejaba literalmente en el suelo, el experimento fue un éxito. No pasó hambre, descubrió que la comida de color verde podía estar rica y que es mejor poner a remojo las almendras en agua antes de comerlas. Eso sí, hubiese necesitado un bolsillo mucho más abultado para poder mantener la dieta más tiempo.
Las dietas del libro de Paltrow y la que Beyoncé siguió para interpretar ‘Dreamgirls’, las preferidas de la autora.
Getty
Por motivos bien distintos, tampoco pudo alargar la de Karl Lagerfeld o Greta Garbo. El primero se mete en el cuerpo unas diez coca-colas ligth diarias, describe el pan tostado como un alimento de lujo y duerme siempre siete horas se acueste cuando se acueste. Para colmo, la casa de Harrington casi salió ardiendo cuando intentó cocinar una codorniz siguiendo la receta que el diseñador comparte en su libro. Tras el incidente, con un par de kilos menos y los nervios a flor de piel por culpa de la coca-cola, la autora decidió abandonar la dieta al cuarto día.
Con el menú de Garbo lo pasó aún peor. La protagonista de Ana Karenina desayunaba zumo de naranja con dos huevos batidos (un mejunje que la autora describe en el libro como “la neumonía hecha comida”), cocinaba pan de apio (“que olía como un cuerpo en descomposición”) y bebía leche con melaza y levadura (“el peor batido de todos los tiempos”, en opinión de la escritora). Cuando parecía que aquello no podía ir a peor, aún quedaba el sprint final: alimentarse a base de espinacas como hacía la actriz durante tres semanas al año según cuenta la leyenda. Aunque Harrington redujo el disparate a un solo día, no logró llegar a las doce de la noche sin saltárselo. La "horrible experiencia" se saldó con cuatro kilos menos y mal color de cara.
Más exitoso fue el resultado de seguir la dieta de Beyoncé. Consiguió bajar diez kilos en diez días probando dos de los régimenes más famosos que ha hecho la cantante (el 'Master Cleanse', al que se sometió antes de su interpretación en Dreamgirls, y la dieta rica en proteínas que siguió después de dar a luz a Blue Ivy) y haciendo un rutina de ejercicios físicos similares a los de Bey. Pudo acostumbrarse a la limonada picante (que lleva pimienta roja y jarabe de arce), le gustaba el sabor de la comida a pesar de que la cantidad fuese escasa y le resultó sencillo seguir el ritual semanal de comer pizza y beber vino que practica la cantante. Lo más difícil fue dedicar dos horas diarias a hacer ejercicio, por mucho que escuchar el tema Run the World (Girls) le sirviera como motivación.
Las dietas de Greta Garbo y Karl Lagerfeld, dos de las más duras para la escritora.
Corbis/Getty
A pesar de los logros y fracasos, su mayor conclusión después del experimento es “que estar a dieta es un trabajo duro. Es muy difícil tener que seguirlas todo el tiempo. Aunque siempre he prestado atención a lo que como, no soy una persona que viva así, lo hice simplemente para saciar mi curiosidad científica”, nos cuenta. Según confesaba en un artículo que escribió en The Guardian, después de esta maratón dietética, sus días de comer como una celebrity llegaron a su fin. No sin antes imitar la dieta de una de la mujeres del momento: Taylor Swift.
A principios de enero publicaba en su columna para The Cut los resultados de la experiencia. Lo más reseñable fue apuntarse a Model Fit, el gimnasio al que acude la cantante y que está "plagado de modelos o de gente con pinta de modelo". Por lo demás, aunque tuvo que estar dos días comiendo alimentos crudos tras leer en Internet el rumor de que así se alimenta Swift, también pudo meterse un menú de comida basura entre pecho y espalda. Llegó, incluso, a comprarse un sombrero y una camiseta sin ninguna intención de llegar a estrenarlos. Será por eso que la periodista afirma que se comprende mejor a una persona y es más fácil no juzgar sus vulnerabilidades, rarezas y obsesiones cuando se comparte menú.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.