Cuidado con el ‘coronawellness’: el dudoso ‘autocuidado’ de la inmunidad frente al virus
Suplementos, hongos milagrosos y tratamientos de dudoso origen y resultados. Influencers y ciertos sectores de la industria del bienestar centran ahora su discurso y ofertas en mezclar holística y productos milagro para hacer caja frente al virus.
Paula Echevarría explicó a mediados de marzo a sus tres millones de seguidores en Instagram el particular tratamiento de «hemoterapia y sueroterapia con vitamina C y ozono» al que se estaba sometiendo para «reforzar» sus defensas. Aunque la vitamina C ni reduce el riesgo ni protege frente al coronavirus, la actriz promocionó desde sus stories al centro y al doctor que lo ofertaban y alegó que, como ex fumadora y tras haber padecido neumonía, había decidido someterse a él para aumentar así su capacidad de resistencia frente al covid-19. Una postura que defendió el doctor que la acompañaba en el vídeo, Vicente Beltrán: «Nos afecta fundamentalmente para resistir cualquier tipo de infección. La vitamina C no evita ningún tipo de contagio, pero sí mejora la capacidad de respuesta. No es que lo diga yo, sino las publicaciones internacionales. Tenéis que ocuparos, pero no preocuparos», dijo. Echevarría, por su parte, subrayó que el tratamiento, en caso de contraer el virus, «evitaría que la infección fuese mayor».
La actriz e influencer no es la única que, en las últimas semanas, han promocionado o aconsejado sobre supuestos tratamientos de inmunidad y autocuidado frente al virus y, al hacerlo, provocar focos de indignación entre sus seguidores, ya sea por la desinformación que suministran, por la falta de evidencia científica o, directamente, por el proselitismo de supuestas terapias alternativas en contrapartida al sistema sanitario de la red pública. Paula Gonu (2 millones de seguidores en Instagram) y María Pombo (1,4 millones de seguidores) animaron desde sus cuentas a sus seguidores a beber agua caliente para acabar con el virus. Miranda Makaroff, conocida por su afición por las pseudociencias y rechazo a la medicina tradicional, colgó una serie de polémicos y poco articulados stories en su Instagram (397.000 seguidores) donde apelaba al poder de la mente como sistema curativo y rechazaba de lleno el sistema vacunas. «Fuck vaccines», remató en el inglés original.
También están los que hacen negocio. Lo recogía Amanda Hess en The New York Times, a falta de un sistema público sanitario capaz de cubrir a sus ciudadanos, en EEUU algunas celebrities y empresas que mezclan holística y wellness están promocionando sus productos alegando supuestas cualidades de «inmunidad» frente al virus. Miranda Kerr, reconvertida en empresaria de la cosmética a través de Kora, fue públicamente avergonzada por compartir una guía de «protección frente al virus» de una «medium clínica». A Tom Brady y Gwyneth Paltrow también les ha caído lo suyo por promocionar o vender «suplementos de inmunidad» en sus cuentas o compañías. No solo las estrellas. Hess recogía el caso de Moon Juice, una popular firma de bienestar que «está llevando a cabo un sorteo de coronavirus en su Instagram, enviando ‘paquetes de inmuno’ a las personas que entregan comestibles o trabajan en hogares de ancianos». En la citada web se ha popularizado la venta de cordyceps (un hongo muy popular en la medicina asiática) para tomar en el desayuno para fortalecer, supuestamente, el sistema pulmonar.
Frente a este boom por los suplementos de milagroso (y dudoso) efecto inmunológico, la tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista Beatriz Robles lo dejaba claro en Materia: «Ni el propóleo, ni el reishi, ni la equinácea, ni el shitake, ni el espino amarillo, ni el saúco negro, ni la jalea real ni ningún otro compuesto exótico que se te ocurra ha probado ante la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) que ayude al sistema inmune y no puede hacerse ninguna alegación sobre ellos: muchos lo han intentado, pero la EFSA ha rechazado las solicitudes porque no se ha podido probar su efecto». Muchos de esos suplementos no hacen mucho más que si te tomas una naranja.
Pese a las advertencias de los expertos como Robles, la industria del bienestar en este ámbito está creciendo a pasos agigantados. Según el reciente estudio Millennial Marketing: self-care and wellness de la consultora de tendencias global WGSN, el sector poblacional que fluctúa entre los 16 y los 38 años es el que más ha influido en el «explosivo crecimiento» del negocio del bienestar, que se sitúa, según la firma, en los 4,2 trillones de dólares (unos 3,84 billones de euros). «Con los millennials a la búsqueda de una optimización constante, ganar su confianza consistirá en empoderar al consumidor del wellness, reduciendo las barreras de entrada, invirtiendo en sus valores y desarrollando una relación personal», aconsejan desde el estudio a las marcas interesadas en exprimir ese mercado. Algo tan suculento, y sencillo, como idear un post inspirador de Instagram con imagen preciosista, mensaje empoderador y una estética definida para venderte todos esos hongos y pastillas que, con su packaging de diseño, están listos para seducirte en la era del coronawellness. Para que tus miedos y tu pensamiento mágico, junto a tu cartera, ocupen el puesto que antes otorgabas a la ciencia tradicional y a la sanidad pública.
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