Dolly Alderton: “Es complicado ser soltera cuando no eres rica: la soltería es transformadora con privilegios”
La escritora y periodista británica que mejor ha capturado el pulso de las relaciones millennial presenta ‘Todo final es un comienzo’, un libro en el que analiza con humor las luces y ante todo, las sombras de una ruptura sentimental desde el punto de vista masculino
Dolly Alderton, la autora del bestseller Todo lo que sé sobre el amor (Editorial Planeta, 2023), con más de un millón de ejemplares vendidos, es considerada la voz de la generación millennial. Cada semana responde a las dudas de los lectores en su columna Dear Dolly en Sunday Times con consejos ingeniosos y modernos. Tras toda una vida escribiendo desde la perspectiva femenina, sorprende ahora con su última novela, Todo final es un comienzo (Good Material)’ (Booket, 2024). En ella escribe por primera vez desde el punto de vista de un hombre, Andy, un monologuista de éxito muy limitado de treinta y cinco años inmerso en una ruptura amorosa con Jen, con quien mantuvo una relación a lo largo de cuatro años. La autora siente ser ya “una experta en mujeres con el corazón roto”, por lo que ahora, ha intentando analizar esa situación desde el prisma masculino.
Al analizar la correspondencia recibida para responder a las preguntas de lectores y lectores de Sunday Times ya advirtió una diferencia clara entre hombres y mujeres. “Las cartas de mujeres suelen seguir la plantilla de: “Este es el problema que tengo, estos son los motivos por los que pienso que es culpa mía, esta es la razón por aunque en el fondo sé que no se trata de un problema y me siento una tonta por escribirte, gracias por leer esto, el mero hecho de escribirlo ha hecho que me sienta mujer. ¿Soy mala persona?”. Mientras que los remitentes hombres suelen sentirse mucho más cómodos echándole la culpa a la persona sobre la que me escriben y están seguros de que su problema es un problema de verdad y del que vale la pena hablar”, escribe en Todo lo que sé sobre el amor. Con su actual novela, asegura, ha comprendido un poco más (¡y mejor!) la mente de los hombres al haber puesto en marcha un ejercicio en el que la empatía ha sido clave.
¿Cree que la ruptura se vive de manera diferente desde el punto de vista masculino?
Sin duda. De hecho, esa es la pregunta a la que intento responder en la novela. Sé a la perfección cómo se viven las rupturas siendo mujer, pues es algo que conozco bien tanto desde mi experiencia, como desde la de mis amigas, y quería saber cómo se vive desde el otro lado: el masculino. Para preparar la novela, entrevisté a unos quince hombres, para obtener así alrededor de 20 horas de conversaciones. Lógicamente conocía la visión de cómo se siente un hombre ante una ruptura, porque he dejado a alguno, pero quería saber cómo son los espacios masculinos, cómo se apoyan los unos a los otros y cómo analizan y procesan sus emociones ante una ruptura. Lo que descubrí es que da igual la edad, la personalidad o la clase: todos dijeron que no creían tener un espacio seguro y lo suficientemente eficaz en sus relaciones entre amigos para hablar de sus rupturas y de cómo se sentían al respecto. Les dedican un pequeño espacio de tiempo, en el que se puede hablar de ese tema un rato limitado, pero después, sienten que tanto su dignidad como su amistad pueden verse comprometidas, porque sienten que el tema se vuelve aburrido. Entre las mujeres, lo habitual es lo contrario. Ante una tragedia emocional, las amigas nos apoyamos hasta que haga falta. ¡Yo sigo hablando hasta de una ruptura que tuve en 2006!
¿Cómo cree que podemos cambiar esto? ¿O es algo que sólo les incumbe a ellos?
Ellos tienen que aprender a hablar de sus emociones y disponer de lugares en los que poder sentirse libres y vulnerables, como lo hacemos nosotras. Vivimos en un momento en el que están teniendo lugar grandes cambios. Siempre he querido escribir algo desde la perspectiva masculina, para ir más allá como novelista, tras haber escrito mucho desde la mirada femenina. Sentía la necesidad de ahondar en lo que ocurre a los hombres, pero no como un ejercicio mero de escritura, sino de empatía.
Entonces, ¿considera que hace falta que llegue una mujer para examinar las emociones de los hombres a través de una ruptura, dada la dificultad aparente que ellos tienen para hacerlo?
Creo que al investigar para poder escribir el libro, he descubierto que las emociones de las mujeres no son fuertes que las de los hombres. Lo que pasa es que hemos puesto en marcha un sistema diferente a la hora de ayudarnos entre nosotras, porque hemos tenido que aprender a cuidarnos para sobrevivir. Tenemos que acompañarnos para regresar a casa y es habitual que nos ayudemos en la crianza, y son cosas que hacen que las mujeres sepamos bien cómo ayudarnos las unas a las otras. Creo que entre nosotras legitimamos nuestros sentimientos, mientras que ellos han aprendido a suprimirlos. Ese es el problema.
El protagonista es un cómico, y usted salió con uno hace tiempo. ¿Es divertido salir con un cómico con poco éxito o tiene la sensación de que es como salir con un payaso que sólo es capaz de sonreír cuando sube al escenario en busca del aplauso?
El cómico con el que salí, y sobre el que escribí en una columna, no tiene nada que ver con Andy, que es fruto de mi imaginación. Pero es una pregunta interesante, porque he salido con mucha gente de la industria creativa, y son personas que necesitan tener una audiencia. Hablo de escritores, actores, cómicos y músicos. Creo que es bastante complicado ser la pareja de alguien creativo, y es especialmente difícil cuando ambas partes de la pareja se dedican a eso. Hay muchos aspectos delicados, porque hablamos de personas carismáticas que suelen ser muy entretenidas y suelen aportar estímulos increíbles en el cara a cara, pero el personaje de Jen llega a la conclusión en el libro de que en realidad, su pareja no era una persona creativa. Lo que voy a decir lo digo incluso sobre mí misma, como escritora: somos personas que tendemos a tener una profunda necesidad de ser valoradas, y cuando esa validación no proviene de la audiencia apropiada, lo necesitamos en casa. Pero incluso cuando sí obtenemos ese aplausos de la audiencia correcta, lo seguimos necesitando en casa. Es un compromiso complicado decidir salir con alguien del mundo creativo. No se habla mucho de esto, y aunque tiene muchas partes positivas, es realmente difícil.
Andy tiene 35 años y se siente algo aislado de sus amigos, que han formado una familia, pero, ¿acaso no cree que esta situación puede ser aún más profunda cuando la soltería se vive a los 40?
La soltería puede ser una experiencia disfrutable o no dependiendo de muchos factores que no pueden ser ignorados. A los 40, las cosas dependen de si la persona soltera quiere tener hijos o no. En el caso de que quiera, hay que tener en cuenta si es un hombre o una mujer. Luego, dentro de esta cuestión, depende del dinero que tenga. Siento que es una conversación en la que hay que tener en cuenta que es complicado ser soltera cuando no eres rica: la soltería puede ser transformadora si se tienen ciertos privilegios, como disponer de una buena suma de dinero, tener una carrera próspera… Es mucho más fácil estar soltero si estás progresando. El libro Arrangements in Blue: Notes on Love and Making a Life (Vintage Publishing, 2023), de Amy Key, tendría que ser leído tanto por las personas solteras como por las que tienen pareja, porque ayuda a comprender la vida de los solteros a medida que van envejeciendo y cómo podemos apoyarles. Todos sabemos cómo festejar a una pareja casada y cómo apoyar y echar una mano a alguien cuando tiene un bebé, pero nadie conoce los rituales que se pueden hacer para celebrar y ayudar a una persona soltera. Estamos empezando ahora a hablar de estos temas, pero era algo que hasta hace bien poco, había sido excluido de las conversaciones.
Teniendo en cuenta la cantidad de dudas que ha resuelto en torno al amor y las rupturas, ¿ha encontrado algún patrón común?
Escribo una columna de consultoría cada semana y el 90 % de las consultas son sobre relaciones. Lo que creo que es interesante es que cuando estamos solteras, creemos que conocer a alguien es imposible. Hay una angustia existencial, y lo habitual es pensar que la última persona a la que amaste será la última a la que amarás. El amor es algo universal que se siente como algo espectacular y único, y su naturaleza hace que cuando no estás enamorada, sea algo abstracto. Cuando estaba en el infierno de las solteras, una amiga me dijo “enamorarse es difícil hasta que no lo es”. Es raro que alguien soltero sienta que cada semana está yendo a una cita con alguien que potencialmente es su pareja de por vida, y por eso, lo habitual es sentir cierta decepción… Hasta que conoces a alguien y en unos segundos, la vida te cambia y la compartes con alguien. Es como una fiesta que no esperabas encontrar. Creo que hemos de estar cómodos con esa sensación y asumir que esa imposibilidad es parte de la experiencia común, en lugar de verla como una traba.
¿Qué opina de las situationships, que tan de moda están?
Son la experiencia del momento. Las citas no se tratan nunca de ir a un retiro en el que poder pasar tiempo contigo misma, abrazar la soledad y pasar unos días maravillosos en los que conocer a personas estupendas. Las citas reales no son así, sino que son experiencias que suelen estar repletas de problemas de comunicación y de desigualdades emocionales en las que mientras que alguien siente que la relación va hacia un lugar, la otra parte piensa que es algo pasajero, por lo que al final, abunda una profunda frustración… La soltería es así, aunque tiene sus partes divertidas, claro. Ahora mucha gente me dice que quiere evitar las situationships y que no quiere acostarse con alguien hasta que no saber que se trata de algo serio. Tampoco quieren recurrir a las dating apps, pero considero que esta es una forma anticuada de ver las cosas. Hay muchas personas que deciden ser célibes y no comenzar a tener una relación amorosa y sexual hasta dar con ‘la persona’. Creo que te puedes acostar con quien quieras y probar diferentes fórmulas, y eso es algo maravilloso. En realidad, opino que se trata de poder decir lo que quieres en una relación. Yo, aunque he tenido muchas decepciones amorosas, no me arrepiento de nada.
Cuando Annie Lord le preguntó en una entrevista para The Times acerca del motivo por el que escribió este libro, respondió: “Cogí uno de los peores años de mi vida y lo convertí en algo divertido”. Aunque sus novelas no son autoficciones, al tener un consultorio sentimental, muchas veces emerge su voz en sus escritos. Cuando se habla de autoficción, ¿por qué hay a quién le molesta cuando es una mujer la autora, mientras que se aplaude cuando el autor es un hombre?
Las historias de las mujeres siguen siendo una minoría, pues la cultura predominante se guía por el storytelling de los hombres. Creo que estamos en un momento cultural en el que hay que entender que cuando las mujeres se expresan, no se están limitando a soltar emociones o confesiones. Para mí, la autoficción es un medio muy interesante y considero que cuando está bien hecho, es postmoderno e increíblemente fiel a un momento en el que estamos obsesionados con los realities, con documentar nuestras vidas de forma pública… Toda memoria es ficción, y toda ficción es una memoria. Hay realidad en cualquier novela y hay una abstracción narrativa en toda memoria. Cuando se hace bien esa amalgama de géneros, es muy interesante. Coquetea con la audiencia en el sentido de que hace que la gente se pregunte qué es real y qué no lo es. Pensamos que cuando las mujeres creativas se expresan en el ámbito de la creatividad, se trata de un simple acto carente de talento, como si fuera un diario, cuando en realidad se trata de coger fragmentos de la realidad para convertirlos en algo meticuloso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.