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La autora de ‘Amorgía’, 100 cartas de desamor: «El primer gran amor te marca para el resto de tu vida»

Durante el confinamiento, Marta Soria comenzó un proyecto colaborativo con 100 personas para escribir un libro con un único objetivo: entender qué es el amor. Una respuesta demasiado compleja para contestarla una sola persona.

Algunas de las cartas con las que se escribió 'Amorgía, correspondencias sobre un amor no correspondido'.
Algunas de las cartas con las que se escribió 'Amorgía, correspondencias sobre un amor no correspondido'.
Beatriz García

Un sobre rojo, una tarjeta con instrucciones y un folio con el comienzo de una historia escrita a mano. Esto es lo que envió Marta Soria (Barcelona, 29 años) a 100 personas que la contactaron por Instagram durante el confinamiento. El objetivo: entender qué es el amor. Una respuesta demasiado compleja para que la contestara una sola persona. Con todas las historias que recibió, editó junto a Libros.com, editorial española que utiliza el crowfunding para publicar sus títulos, Amorgía, correspondencias sobre un amor no correspondido.

La autora descubrió con el proyecto que cada persona vive el desamor de un modo muy diferente. «Muchas volcaron en las cartas sus propias historias a modo de desahogo. Otras dejaron volar la imaginación para crear una ficción que reflejase su visión de lo que es un amor no correspondido», asegura. Soria, que también dedica su tiempo al podcast Citas de citas, ha apostado para su primera obra por un modelo colaborativo y experimental en el que solo había un trato: ella daba un comienzo, el destinatario le mandaba el nudo y finalmente la autora remataba el final.

¿Cómo surge la idea de escribir un libro sobre el desamor?
Cuando te lanzas a un proyecto tiras mucho de tus propias experiencias personales. Esto surgió en el confinamiento, cuando yo estaba en un ERTE. El modo en el que me sentía tras acabar un trabajo me recordó un poco al final de una relación. Puse un mensaje en mi Instagram que decía: «¿Quieres escribir conmigo? Recibirás un sobre con unas instrucciones». Así empezó todo.

Las 100 cartas del libro se escribieron a mano. ¿Por qué decidió que el desamor se escribe con papel y bolígrafo?
Yo siempre le he visto mucha magia a escribir a mano. Creo que cuando uno escribe una carta le sale de muy adentro. Quería que los autores conectaran con el inicio de la historia que yo les mandaba. Si hubiera sido por mail pienso que habría resultado mucho más frívolo y no se le hubiera dedicado tanto tiempo y sinceridad a contar algo que afecta e importa a mucha gente. Fue fundamental no tener ninguna prisa y resultó muy emocionante enviar estas cartas y recibir las respuestas.

En la presentación de su proyecto dice que la mayoría de historias felices nos las conocemos, pero el dolor es único para cada persona.
Esto viene un poco a raíz de una frase de Tolstói en Ana Karenina que dice: «Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada». Pues en el desamor es lo mismo. Yo no quiero decir que una historia feliz no sea una historia y que no tenga nada que contar, pero al describir el dolor salen cosas que dicen mucho de la persona que lo narra. A mí personalmente me interesa la parte más triste del amor. Cuando te va bien no te paras a pensar, pero cuando te va mal te molestas mucho en detallar lo que está pasando. Cuando digo que el dolor es único es porque sabía que 100 personas no me iban a explicar lo mismo.

En el prólogo, Andrea Tovar dice que el sufrimiento por desamor es siempre proporcional a la magia vivida en la relación.
No tiene tanto que ver con el tiempo que haya durado esa relación, sino con la intensidad con la que la has vivido. Tú puedes vivir un amor de dos días y que se termine, no verlo venir y que te duela. Yo creo que depende mucho de lo que vuelques de ti en esa historia. ¿Cuánta inversión emocional has puesto? En esa medida es en la que te va a afectar. Veo mucha relación entre lo que tú das de ti y luego se te quita.

Quizá esta sea la razón por la que los primeros amores marcan tanto.
Supongo que sí. En los primeros amores está la novedad de darte cuenta de que te enamoras, cómo eso te afecta a ti, cómo vas construyendo la relación, cómo te vas conociendo a ti mismo. Y el primer desamor es exactamente lo mismo, pero a la inversa. Con el desamor revives mucho ese mismo amor. Creo que la primera relación que tenemos, entendida como la primera persona realmente importante para ti, te marca para el resto de tu vida en todo lo que venga.

La portada de ‘Amorgía, correspondencias sobre un amor no correspondido’.
La portada de ‘Amorgía, correspondencias sobre un amor no correspondido’.

¿El desamor se supera? ¿O es como cuando pierdes un ser querido, que aprendes simplemente a vivir con ello?
Pienso que cuando vives un desamor se va transformando en una energía y cuando vas conociendo a nuevas personas es inevitable que vuelvas de alguna manera a esos recuerdos. Cuando pienso en la relación de pareja, cuando yo pienso en la mía propia, muchas veces analizo cómo era yo entonces. Pienso que era una persona dependiente, quizá más de lo que me gustaría. Todo eso convive en mí. Con cada nueva persona que entra en mi vida, vuelve. E incluso el dolor que yo viví,  las decepciones que yo pude sentir, vuelven. Y por eso voy precavida en las nuevas relaciones. Se puede superar en el sentido de que ya no te duela ni te deje hundida, pero no desaparece por completo en absoluto. Creo que es algo que está dentro de ti como un aprendizaje más. Tenemos que asumirlo así y saber que puede volver en algún momento de tu vida en forma de estos pensamientos. Siempre vuelve. Y no solo ocurre con el primero. Cada gran desamor que vives puede volver.

Pero en el libro también se pone de manifiesto que realmente el desamor como tal no existe, sino que es simplemente una parte más de amar.
Claro, porque yo creo que en ese sentido el desamor es quizá una interpretación constante de un amor vivido. Cuando te dejan lo primero que haces es empezar a recordar todas las partes de la relación, incluso partes que quizá habías olvidado por completo por algún motivo. Ahora están volviendo otra vez a ti. Es un proceso en el que volvemos a revivir el amor, volvemos a juzgarlo. En un mes de desamor puedes revivir una relación de cuatro años de principio a fin. Quizá estés buscando el fallo, qué has podido hacer mal… Porque en el desamor hay mucho de echarnos culpa. Pero también en el desamor hay mucho amor. Si no sintieras nada por esa persona no existiría ese desamor. Una cosa no puede vivir sin la otra.

Hay una frase en el libro que dice: «Nada puede salir mal si nada empieza». Muchas personas a veces tienen tanto miedo a sufrir por amor que huyen de él incluso antes de que empiece.
Más allá de afrontar los miedos, que creo que es uno de los principales problemas que pueden existir a la hora de abrirse a alguien nuevo, es que el desamor lo vemos como un fracaso. A título personal sentimos que hemos fracasado, ¿no? Una de las cosas que más pena me dan de este tema es pensar que cuando algo se termina, sobre todo hablando de una relación amorosa, tienes que asumir que el proceso que va a empezar es que la otra persona va a intentar olvidarte por todos los medios. Eso es muy duro. Una parte de ti está desapareciendo, como mínimo la parte que tú fuiste esa relación. Eso para mí es algo tan fuerte y tan triste que en el futuro puedes pensar: «Ostras, esto la próxima vez me lo quiero ahorrar». Por ese motivo muchas veces ni siquiera le das una oportunidad a algo que puede ser bonito. Es miedo.

Muchas historias del libro ocurren en el confinamiento y el libro propiamente se escribió durante esa época de aislamiento e incertidumbre. ¿Cómo cree que afectó toda la crisis de la covid a las relaciones sentimentales?
Fue un ejercicio de introspección muy grande. Nunca hemos pasado tanto tiempo con nosotras mismos. Todo siempre se reduce al tiempo que tienes para dedicarle a las cosas. Cuando estás en la rueda no paras. Estás mal en el trabajo, pero sigues adelante. Tu relación tiene problemas, pero sigues. Mucha gente encerrada con su pareja se dio cuenta de que no era feliz. Yo sé que eso ha desatado muchas despedidas y quizá por eso también quise que el proyecto fuera de despedirse para mí, decir adiós sin juzgar. Despedirte es hacer ese ejercicio que a la larga es positivo.

Aunque la sociedad avanza y liguemos con aplicaciones de móvil, tengo la sensación de que por mucho tiempo que pase los problemas sentimentales son siempre los mismos: inseguridades, falta de comunicación, malentendidos, infidelidades. ¿Nada cambia en el amor?
Yo creo que nada cambia. Aunque conozcamos en el futuro a nuestras parejas con hologramas, la base de los problemas para mí seguirán siendo siempre las expectativas. Y las expectativas se crean desde que somos pequeños. Al final es que tendemos a proyectar todo hacia el futuro y esto también lo hacemos con las relaciones de pareja. Cuando conoces a alguien ya estás proyectando cómo será el futuro. Tú ya tienes tu línea temporal. Lo que va a pasar a partir de ese momento, cualquier cosa que no termina de encajar con tu manera de imaginarte las cosas, es una decepción y se traduce en malentendidos y falta de comunicación. No miramos a las cosas por lo que son, las miramos por lo que queremos que sean. Una infidelidad solo será un problema si necesitas una atención monógama de por vida y lo consideras una traición. Pero sería tan fácil como abrir una conversación sobre el modelo de relación. Si ambas personas no piensan lo mismo, algo no cuaja. Pero no hacemos eso. Vamos individualmente con nuestra película. Las conversaciones más importantes deben ser al principio.

En su libro hay una página con una sola frase: «¿Quién me avisará de tu muerte?».
Es una cosa que para mí sería muy fuerte. Que alguien que es en cierta medida responsable de cómo soy yo a día de hoy, por lo que hemos compartido, por lo que nos hemos querido, por lo que nos hemos demostrado, pueda morir sin que yo me entere. ¿Me llamará mi exsuegra, o lo veré en redes sociales? ¿De qué manera lo sabré? Si no tienes contacto con esa persona resulta complicado. Es algo que me genera cierta tristeza. Sin embargo, quizá tampoco haríamos nada ahora por coger el teléfono y preguntarle a esa persona cómo está. Pero sé que en el momento en el que alguien desaparece por completo vuelves a revivir toda esa relación otra vez. Si yo sé que esa persona ya no está al alcance, seguramente quiera volver a ver fotografías de nuestros viajes. Empiezan a venirte todos los recuerdos de golpe. Es algo automático. Y saber que eso puede pasar da miedo. En ese sentido, entiendo que algunas personas vivan una ruptura como una muerte. Entiendo esa analogía, salvando mucho las distancias. Lo vives así porque sabes que esa persona te puede olvidar.

Marta Soria Carro.
Marta Soria Carro.

¿Por qué gritamos a los cuatro vientos que nos hemos enamorado, pero nos guardamos tanto el dolor que nos genera una relación no superada?
Porque asumimos el desamor como un fracaso. Es muy difícil compartir tu culpa con alguien que no te conoce mucho porque es volcar de repente todo lo que sientes que hiciste mal. No vas presumiendo de todo lo que consideras que puede ser negativo sobre ti. A veces no hablar de algo hace que parezca que no existe. Es una exposición muy grande tener que hablar de lo que todavía te duele.

¿Encontró algún rasgo común entre las autoras y autores de las cartas?
Fueron todos muy generosos. A mí me gustó mucho que la gente se quedara con cosas muy concretas. No hay historias que hagan una reflexión muy genérica sobre el desamor, sino que se van a un momento, a una conversación muy concreta con esa persona. La gente ha sido muy bondadosa. No hay historias prácticamente en las que un personaje insulte al otro. Casi no hay rencor. Es un ejercicio muy amable. En realidad, por mucho que duela, es un ejercicio con uno mismo. Yo creo que eso es lo que más me gustó: que hicieron del desamor algo bonito.

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Sobre la firma

Beatriz García
Redactora jefe web de S Moda. Inició su carrera en Soitu.es y más tarde trabajó desde Estados Unidos en El Mundo (edición América) en Los Ángeles y Miami. Es licenciada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y graduada en periodismo de moda por Central Saint Martins College of Arts and Design de Londres.

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