Técnica Bowen, el remedio manual contra el ‘síndrome del oficinista’
Ayuda a corregir la postura, libera tensiones y elimina los dolores de cabeza generados por estrés.
El estilo de vida pasa factura.Trabajar sentado frente a una pantalla durante toda la jornada tiene parte de culpa de esas molestias musculares, problemas circulatorios o dolores de cabeza propios del ‘síndrome del oficinista’. También la tiene el estrés, la enfermedad que ha aterrizado en el siglo XXI para quedarse y que afecta al 42% de la población española de entre 18 y 65 años. Apretar las mandíbulas acumulando tensión es una de sus múltiples manifestaciones. De hecho, a Demi Moore el bruxismo le ha costado dos dientes. Para no llegar a extremos ni desarrollar enfermedades crónicas hay soluciones sobre la mesa como el ejercicio o la meditación, pero una ayuda extra al cuerpo con intervención profesional puede ser clave. Ahí es donde la técnica Bowen se postula con fuerza.
Menos es más, ese es el enfoque ‘minimalista’ de esta “terapia manual complementaria que cura a través de palpaciones suaves y superficiales sobre músculos, tendones y ciertas partes de los tejidos blandos”, explica a S Moda Jenny Petridis, terapeuta y profesora de la técnica. Y remarca un aspecto fundamental para entenderla: “Estos micromovimientos pretenden estimular al cuerpo”. Es decir, nada de manipulaciones bruscas. Tanto, que en las sesiones, junto a esos pequeños movimientos sobre las zonas afectadas, otros elementos que juegan un papel fundamental son las pausas: “El tiempo de integración somatosensorial permite que el sistema nervioso se acomode y haga sus cambios”, dice Petridis. Para que los pacientes puedan tomar mejor consciencia del propio cuerpo, los terapeutas a veces los dejan solos en la sala durante unos minutos.
La investigación sobre esta forma de trabajar comenzó hace un siglo a cargo del australiano Tom Bowen y se ha ido desarrollando con los años y la práctica. “A menudo, quienes acuden a tratarse se quejan de dolores crónicos y agudos, estrés, ansiedad o vienen a recuperarse por lesiones pero, sobre todo, tienen dolores de columna (desde cervicales a lumbago o molestia vertebral)”, cuenta la terapeuta. Esos trastornos musculoesqueléticos afectan a un 77% de los que realizan trabajos de tipo administrativo, según un estudio del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo en 2011. Por ello, “el poderoso efecto de Bowen sobre la integridad postural, que tiene como objetivo mejorar el equilibrio neuromuscular”, es lo que, según cuenta Petridis, impulsa a muchos a probarlo.
Para las migrañas, que pueden convertirse en uno de esos males crónicos por estrés que cuesta quitarse (un 53% de las personas que lo padecen termina desarrollando una enfermedad o problema emocional, como apunta este estudio de Cinfasalud), la técnica Bowen también es una buena baza. “Tiene un profundo efecto en la regulación del sistema nervioso. Con sus pequeños y breves movimientos sobre los tejidos blandos, mejora la respuesta de descanso/relajación y disminuirá la respuesta de lucha/huida”; explica Jenny.
La respuesta al tratamiento puede tomar diferentes vías. En los días siguientes a la sesión es probable que aparezcan “alteraciones en la piel, malestar de tipo gripal, amplificación de las dolencias que ya se tenían o alteraciones emocionales”, cuenta la terapeuta. Una respuesta del organismo común que se da también tras manipulaciones osteopáticas y que tienen que ver con esa reorganización corporal y ajuste a los cambios que se trabajan. Pero lo habitual es que, “ya pasados unos días, haya una mejora del insomnio, mejor movilidad y circulación, reducción del estrés y la ansiedad, de inflamaciones y más energía”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.