Las coreanas se rebelan contra la tiranía del maquillaje en su país
Rompen en pedazos los productos en los que gastaron cientos de euros. Las mujeres de Corea del Sur responden tajantes ante las fuertes imposiciones de belleza del país.
«Solía perder más de media hora cada mañana. Me gastaba más 50 dólares al mes solo en maquillaje. Me ponía lentillas de colores todos los días, aunque me doliesen los ojos (la mayoría de mujeres coreanas tienen complejo de ojos). Y me puse durante un tiempo una inyección que debilitó mis músculos con tal de conseguir unas pantorrillas más delgadas. Ahora ya no», cuenta a S Moda Cha Ji-won (23), creadora del canal de vídeo coreano feminista Korean Womyn y activista de Escape the Corset. Un movimiento surgido en internet que responde a la tiranía de las imposiciones patriarcales de belleza y cuyas protestas se materializan con imágenes en Twitter e Instagram de maquillaje reventado, cortes de pelo tazón, caras lavadas y gafas en vez de lentillas.
La realidad de muchas mujeres surcoreanas en torno a la imagen personal responde a los fuertes estándares arraigados en el país. Cánones como la obsesión por lucir una piel muy clara, los ojos redondeados con un aspecto más occidental, la cara en forma de ‘v’ o corazón y las piernas delgadísimas imperan, y gastar cientos de euros al mes en cosméticos o realizar a diario rutinas de belleza facial que rondan la decena de pasos antes de si quiera empezar a maquillarse para conseguirlo, han sido asumidos con naturalidad.
Convertido en la meca de la cirugía estética asiática, Seúl es el punto caliente del turismo médico para países como China y se ha coronado como uno de los mercados cosméticos de influencia indiscutible con una industria que mueve al año más de 11.000 millones de euros, ocupando un octavo lugar de posicionamiento a nivel mundial. En España su éxito se ha traducido por la invasión de la tendencia de las mascarillas, uno de sus productos estrella (en 2017 las españolas gastaron un 19,9% más en ellas), y desde hace un par de años las tiendas de cosmética coreana proliferan, presentes también en gigantes como Sephora o Primor. Pero mientras aquí la experiencia con la k-beauty aún entretiene y atrae por lo divertido de su packaging o lo anecdótico de aplicar una mascarilla que te inunde la cara de burbujas, muchas mujeres de Corea del Sur están atacando al fondo del asunto.
Darse una vuelta por una cuenta de Instagram surcoreana y toparse con fotos con un punto artístico que representan una suerte de action painting hecho con maquillaje. Lo que podría pasar desapercibido en cualquier feed de la red social como una moda más, tiene en realidad significado. En las imágenes que mezclan pegotes de base con sombras de ojos, coloretes y labiales espachurrados publicadas bajo la etiqueta ‘escape the corset‘ subyace un mensaje: despojarse definitivamente de ellos como símbolo de rechazo al canon estético.
Más allá de esas imágenes coloridas, la iniciativa también busca la idea de adoptar una nueva forma de vida y de presentarse al mundo más revolucionaria. En abril, Cha Ji-won pasó de la media melena rubia con flequillo y de sus tutoriales de maquillaje al corte de pelo a lo tazón con el que ahora la vemos en Instagram y en sus vídeos. En su opinión, «el uso de maquillaje, falda y tacones no dan confianza, dinero y autoridad. Solo hace a la mujer más atractiva a ojos ajenos». E incide en que «lo que hacemos cada día por estar guapas nos lleva mucho tiempo y dinero», por eso el peinado tazón se ha convertido en el corte de cabecera del movimiento, no hay que dedicarle tiempo a peinarlo. Como señalaba Bejanmin Haas en The Guardian , crece “ la idea de que existe un régimen de belleza que es como una forma de trabajo, uno que solo se espera que realicen las mujeres y por el cual no reciben compensación alguna». No solo de la ansiedad que genera la propia imagen va la cosa.
Para la youtuber Bae Eun-jeong (Lina Bae), de 21 años, fueron los comentarios en sus tutoriales de belleza los que le dieron el impulso para hacer un vídeo protesta, cuenta a The New York Times. Leía a chicas jóvenes que agradecían los consejos explicando que maquillarse les daba la fuerza para salir de casa e ir al colegio y creó uno en el que expresaba que está perfectamente bien no maquillarse y muestra también los mensajes de acoso que recibe en redes atacando a su físico, así como el costoso proceso de transformación que realizaba a diario, que incluye las lentillas que agrandan su iris o pestañas postizas. «No te preocupes tanto por cómo te perciben los demás. Eres especial y bonita tal como eres», concluye en el vídeo que se hizo viral y multiplicó por siete su número de seguidores. Ahora, con una comunidad de 150.000 seguidores, su contenido gira en torno a lo personal y la comida y su imagen responde también al patrón de pelo corto y gafas de Escape the Corset.
«Por la calle es cada vez más habitual ver a mujeres que no usan maquillaje y que tienen el pelo corto», explica Cha. Aunque ese modelo tampoco es estricto. Así como para Cha despojarse del maquillaje ha resultado liberador y explica que «puedo verme realmente. Soy yo, justo como nací y sin la ilusión que es la feminidad», el maquillaje es para otras muchas personas un forma de expresión, no necesariamente desligada de una conciencia feminista o sobre las imposiciones canónicas de belleza. De hecho, el maquillaje o la ausencia del mismo representa a menudo un doble estándar para medir a las mujeres, a las que se exige ‘perfección’ y naturalidad al mismo tiempo.
Para otras mujeres surcoreanas, como Vivienne Son (34), maquillarse es más como «un arte o un juego, algo muy personal», cuenta a S Moda. Reconoce que la pasión por estos productos en el país es patente, «sí, hay muchos canales de Youtube diciéndonos cómo maquillarnos o qué producto usar, pero para mí tienen que ver más con un consejo que con una norma. Aunque es cierto que usamos muchos más productos que los europeos». Y apunta que su uso de productos cosméticos ha disminuido desde hace algunos años: «En mi veintena hacía rutinas de cuatro o cinco pasos y además me gastaba mucho dinero en productos caros. Ahora solo uso lo básico, tónico, crema y protector solar (muy importante) y ya no compro cosas caras».
Como otros movimientos de positivismo corporal de alcance occidental, véase la lucha por la normalización del acné o de la no depilación, Escape the Corset denota una parte de la creciente conciencia feminista de las mujeres de Corea del Sur, primer país asiático en denunciar el acoso y los abusos sexuales tras la ola #MeToo. Donde, como explica Cha Jin-won, recientemente las mujeres están saliendo a la calle, entre otras cosas, para «protestar y proteger legalmente a las mujeres víctimas de la plaga de hombres que esconden cámaras en baños o moteles para tomar imágenes ilegales que después venden como pornografía» y por la preocupación por la amplia brecha laboral de género, solo el 52,6% de mujeres del país trabajan y estas ganan un 63% de lo que cobran ellos, y además es habitual encontrar entre los requisitos para encontrar trabajo especificaciones sobre cómo debe ser el físico de la candidata. «Esta lucha no va a parar», dice Cha. «Yo busco el cambio y transmitir la conciencia feminista desde mis vídeos y voy a seguir trabajando cada día para conseguir el cambio».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.