Las modas del agua: los falsos mitos y creencias de la bebida más natural
‘Más claro que el agua’, el nuevo libro de la doctora Magda Carlas, publicado por la editorial Amat, profundiza en las propiedades nutritivas de un alimento fundamental en nuestra dieta: el agua mineral natural.
Somos mayoritariamente agua: es el elemento más importante de nuestro cuerpo, el motor de su correcto funcionamiento. Hidratarnos es fundamental para llevar una vida sana, sin embargo, suspendemos tanto en la teoría como en la práctica. Según un reciente estudio llevado a cabo por la agencia The Onion Inside para la editorial Amat, casi el 80 % de la población española no presta atención a la hidratación y la mitad desconoce que el agua es un nutriente que contribuye a complementar la ingesta diaria recomendada de minerales. Poner fin a ese desconocimiento es el principal objetivo de Más claro que el agua (Editorial Amat), el libro de la doctora Magda Carlas que profundiza en los conceptos y propiedades del agua mineral natural, derribando todos los falsos mitos que han surgido alrededor de esta bebida fundamental.
“Resulta sorprendente la poca atención que le prestamos a algo tan vital: compramos cualquier agua embotellada sin pararnos a pensar en su composición y los más probable es que si ahora preguntáramos por los minerales que contiene, muchos ni sabrían nombrar tres”, explica la nutricionista Laura Jorge (@ljnutricion en Instagram) en el prólogo de esta suerte de manual. Aquí se esboza la primera idea que debemos tener clara: el agua es un alimento. Ocupa un espacio privilegiado en la base de la pirámide nutricional porque, gracias a sus atributos y propiedades minerales, resulta esencial para una adecuada alimentación. “El agua mineral natural tiene su propia composición nutricional y, por tanto, no todas las aguas embotelladas son iguales, ni tienen los mismos minerales”, insiste la especialista.
El agua mineral natural está compuesta por calcio, magnesio o sodio, entre otros oligoelementos, minerales que el cuerpo no fabrica. Por eso, del mismo modo que sometemos al resto de alimentos a un riguroso examen, entender su composición resulta imprescindible. “Saber leer la etiqueta del agua y conocer el significado de los elementos que la componen, facilitará la elección del agua mineral natural que más se adecúe a las necesidades de cada uno. En la etiqueta se indica qué tipo de agua es, qué origen tiene, qué minerales aporta…”, apunta la Dra. Carlas, que insiste además en la necesidad de comprender el correcto significado de términos como ‘residuo seco’, un concepto que ha desatado confusión y prejuicios.
“El residuo seco es la cantidad de minerales que quedan después de someter el agua a altas temperaturas. Es un parámetro que indica la mineralización del agua en cuestión. En función de si aporta unos minerales u otros, tendrá unos efectos u otros en el cuerpo. En cualquier caso, es un indicador de la calidad nutricional del agua”, zanja la experta. Porque el agua tampoco está exenta de modas y es esa confusión la que da lugar a tendencias –en la mayoría de los casos, carentes de estudios que los avalen–, que pueden poner en riesgo nuestra salud. Y es que la palabra residuo puede llevar a confusión o falsa moda, aunque en realidad indique la cantidad de minerales.
Decantarse por aguas de una mineralización muy débil, ante la creencia de que es mejor o purifica el organismo, es una de las teorías que desmonta Más claro que el agua. Porque el bajo residuo seco, como revela el libro, es tan solo una característica, no una virtud. «El agua de mineralización muy débil es perfectamente válida para hidratar y es adecuada para cuando tenemos algún problema en el que se debe controlar la dosis de algunos minerales. Ahora, por razones obvias, es menos nutritiva que el agua que contiene más minerales», desmiente la profesional, que también acaba con las teorías de los detractores del sodio: ni retiene líquidos, ni es incompatible con las dietas. Lo hace con un ejemplo muy gráfico: habría que consumir más de 3 litros de agua para igualar la cantidad de sodio presente en una simple tostada. «Todas las aguas de menos de 20mg/l son aptas para dietas pobres en sodio. De hecho, el 70% de las aguas minerales naturales en España contienen menos de 20mg de sodio por litro. Es decir, se consideran bajas en sodio», explica la experta.
Las modas del agua
Pese a las efectivas técnicas de marketing, «no hay un agua ideal. Lo que tenemos son muchas aguas con distintas calidades nutricionales. La mejor agua es la que nos conviene por nuestro momento fisiológico, la que nos gusta de sabor y por supuesto la que su origen nos da confianza», explica la doctora Carlas.
Cuestión de edad
Suele decirse que el ser humano debería beber en torno a dos litros de agua. No hay que esperar a tener sed para hacerlo, eso solo significa que hemos perdido el 1 % de nuestra agua corporal, o lo que es lo mismo, el momento en el que la falta de concentración o el cansancio empiezan a hacer mella. En Más claro que el agua, la doctora Carlas advierte además que la cantidad adecuada responde más a las circunstancias que a un número concreto de vasos.
«La edad es más que un número en términos de hidratación. Desde el primer año de vida, pasando por la infancia y adolescencia, el embarazo y lactancia, hasta llegar a la tercera edad, las características del cuerpo, órganos y piel evolucionan, generando necesidades específicas, tanto hídricas como de minerales», explica la experta, que señala el peligro de deshidratación durante los dos primeros años de vida y alcanzados la tercera edad. «También cabe destacar que mantenernos hidratados es sumamente importante cuando hace mucho calor, al practicar deporte, al estar estresados o cuando tenemos fiebre». ¿Cómo lograr nuestros objetivos? «Empezar el día bebiendo agua es una muy buena idea, y tener el agua cerca cuando estamos delante de una pantalla también. Y por supuesto beber con las principales comidas siempre».
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