Romper las costillas para marcar cintura: la polémica y peligrosa cirugía para reducir centímetros
Existe una controvertida cirugía que remodela (sin extraer) las costillas flotantes para reducir cintura. Varios expertos analizan este fenómeno que plantea dudas éticas y riesgos

El corsé, una de las prendas más controvertidas de la moda femenina, ha regresado con versiones que llevan la movilidad el límite de lo razonable. Schiaparelli y Maison Margiela lo mostraron en pasarela el pasado mes de julio, y ahora Hailey Bieber y Kim Kardashian han lucido sus modelos en la alfombra roja de la quinta edición de la Annual Academy Museum Gala. En sus redes sociales Bieber mostró dificultades para sentarse y Kardashian, (también con el rostro tapado) llevaba la cintura tan oprimida que sus costillas se tensaban y sobresalían con efecto doloroso. Los corsés constriñen el torso para cincelar la idealizada figura reloj de arena. Para lograrla de forma permanente, recientes artículos en medios de comunicación internacionales, como The New York Times, The Cut, Allure o The Sun, se hacen eco de una nueva técnica quirúrgica que da una vuelta de tuerca a la polémica eliminación de las costillas flotantes.

La obsesión por la cintura estrecha como ideal de belleza femenina acompaña a las mujeres a lo largo de la historia. De las esculturas de Afrodita al cuerpo comprimido por los corpiños en la Edad Media y el Renacimiento, de los corsés imposibles de los siglos XVII y XIX al mito curvilíneo de Marilyn Monroe o Sofía Loren en el siglo XX. Un patrón estético que en 2010 derivó en la llamada ‘kardashianización’ del cuerpo con cinturas mínimas y caderas voluminosas esculpidas con fajas, cirugía o lipoescultura. La explicación científica al fenómeno llega en 1993 con el estudio Significado adaptativo del atractivo físico femenino: el papel de la relación cintura-cadera realizado por el psicólogo Devendra Singh en el que concluye que no es el peso lo que determina el atractivo de las mujeres, sino la proporción entre cintura y caderas. Así, las siluetas con una relación cercana a 0,7 son valoradas (por los hombres) como más atractivas por asociarse de forma inconsciente a juventud, fertilidad, equilibrio hormonal y buena salud. Naomi Wolf, en El mito de la belleza (Debate) matiza este enfoque al sostener que estos ideales son construcciones culturales utilizadas para controlar el cuerpo femenino, y que estos cánones impuestos solo generan ansiedad, inseguridad y presión estética.

Ya hemos visto que el deseo de lucir una cintura minúscula no es nuevo. Tampoco lo es la sospecha de que algunas celebridades han recurrido a la eliminación de costillas para lograrla. A principios de los 90, se popularizó la teoría de que Cher se había sometido a una arriesgada intervención de este tipo. La sombra de que otras famosas nacionales e internacionales se habían sometido a la misma operación planeo sobre algunos de los nombres más populares de esa década.
¿Ha existido realmente esta operación o se trata de una leyenda urbana? “Sí que existe y el mayor experto mundial es el doctor Juan Pedro Verdugo, un prestigioso cirujano plástico de México. Desconozco si alguien más la ha realizado”, explica a S Moda el doctor Jordi Mir, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) y fundador de la clínica que lleva su nombre en Barcelona.
La cirugía de eliminación de costillas es rara y controvertida porque no son un simple capricho anatómico: “Protegen órganos vitales como el corazón y los pulmones, conforman la caja torácica y resultan esenciales para la respiración. Las llamadas costillas flotantes, la undécima y la duodécima, que no se unen al esternón ni al resto de la parrilla costal, también tienen su función porque protegen los riñones y el bazo”, dice el Dr. Javier de Benito cirujano plástico y fundador de Instituto de Benito. Por este motivo es una de las cirugías que menos se practica. “Su beneficio estético es limitado frente a técnicas menos invasivas, y plantea dudas éticas al eliminar estructuras óseas esenciales con función protectora”, explica el Dr. Sergio Montes, cirujano plástico en Clínica Premium Marbella.
Los avances en cirugía estética han permitido en la actualidad una operación menos invasiva en la que se rompen las costillas para recolocarlas, pero no se eliminan. “En nuestro país lo que se realiza es la cirugía costal sin cicatriz que ha aumentado por la creciente cultura del cuidado del cuerpo y el elevado nivel de la cirugía plástica española, que en lo referente al contorno corporal nos sitúa en el ‘top ten’ mundial. Tampoco podemos olvidar que es una intervención muy demandada en pacientes en proceso de reasignación de género de masculino a femenino, ya que su caja torácica suele ser más cuadrada. Realizamos esta técnica (remodelación costal sin cicatriz) desde hace más de dos años y en total hemos llevado a cabo unas 30 intervenciones, lo que representa alrededor del 5% de nuestros pacientes de contorno corporal, frente a unas 200 liposucciones anuales”, asegura Jordi Mir, presidente de la SECPRE.

Polémica en redes
En redes sociales el tema gana presencia. Solo hay que buscar en TikTok los hastags #ribremodelinghealingprocess o #ribxcar para encontrar a cientos de personas compartiendo sus transformaciones: hematomas postoperatorios, corsés de compresión e imágenes de ‘antes y después’ sospechosamente filtradas. El pasado 7 de octubre The Cut dio un paso más allá con un reportaje testimonial titulado Me fracturé las costillas para remodelarlas y reducir mi cintura, publicado dentro de su serie de experiencias personales “¿Lo volvería a hacer?”. En él, la protagonista describe la intervención como una transformación casi liberadora: “Ahora, mis amigos y familiares también se quieren hacer RIBXCAR. Me ven con otra talla de ropa, y me conocen de toda la vida. De repente, soy una persona nueva con una confianza recién descubierta. Me comporto de manera diferente… Definitivamente, lo volvería a hacer. No puedo volver a ser como era antes”, concluía.
La periodista de belleza Jessica DeFino reaccionó con dureza. Desde su newsletter Flesh World y en un post de Instagram titulado The Cut quiere que te fractures las costillas, criticó que el medio presentara la remodelación costal como si fuera un truco más de belleza, cuando implica riesgos médicos serios. “Antes bromeábamos sobre la posibilidad de que la gente se extirpara costillas por motivos estéticos. Ahora ocurre de verdad. Y no es un chiste, es la nueva normalidad”, dice indignada. Para DeFino, la cirugía de costillas refleja una idea del cuerpo femenino tan agresiva.
Desde el punto de vista ético, ¿está justificada una intervención de estas características? “No es la intervención más peligrosa, pero solo puede plantearse en casos extremadamente seleccionados, con expectativas realistas y después de haber descartado otras opciones”, señala el doctor Sergio Montes, de Clínica Premium Marbella. En la misma línea, el cirujano Jordi Mir, presidente de SECPRE, subraya que “lo verdaderamente importante es que sea un cirujano plástico con experiencia en esta técnica el que valore cada caso”. No hay que olvidar tampoco que la recuperación tras una operación como esta es de todo menos sencilla. Se requieren días de reposo, vuelta a la normalidad de un modo lento y la utilización de una faja o corsé durante tres meses, en los que no se podrán hacer grandes esfuerzos físicos ni deporte.
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