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La paradoja de tener que hacer ejercicio en oficinas diseñadas para el sedentarismo

Recientes estudios indican que lugares de trabajo con espacios más abiertos, y que promuevan la movilidad entre ellos, pueden mejorar el bienestar físico y mental de la plantilla

La paradoja de tener que hacer ejercicio en oficinas diseñadas para el sedentarismo
Algunos trabajadores en una oficina.Morsa Images (Getty Images)
Nuria Garatachea

La paradoja de la actividad física en el lugar de trabajo se refiere a la contradicción entre la necesidad de que una persona se mantenga activa para preservar la salud y el diseño de muchos entornos laborales que fomentan el sedentarismo. Según un estudio publicado en el Journal of Occupational Health (2021), las personas que trabajan en una oficina pasan sentadas un promedio del 75% de su jornada laboral, lo cual está asociado con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad.

Esta paradoja resalta la necesidad urgente de rediseñar los espacios de trabajo, ya que juegan un papel crucial en la promoción o restricción de la actividad física del personal de la empresa. El rediseño de las oficinas puede eliminar la exposición a un importante riesgo para la salud de los trabajadores: el sedentarismo, que es una de las principales causas de muerte a nivel global.

Los espacios de oficina tradicionales, con escritorios fijos y cómodas sillas de oficina, fomentan un comportamiento sedentario que puede tener consecuencias negativas para la salud. En contraste, un diseño de oficina que promueva espacios más abiertos y la movilidad entre ellos puede mejorar significativamente el bienestar físico y mental de la plantilla. Una de las estrategias más efectivas es la incorporación de escritorios ajustables, que permiten alternar entre posiciones de sentado y de pie. Ya se ha demostrado que esta flexibilidad puede reducir el tiempo total de sedentarismo y mejorar la postura, lo cual es beneficioso para la salud cardiovascular y muscular. Además, la disposición del mobiliario puede influir en los niveles de actividad. Por ejemplo, colocar las impresoras y otros equipos compartidos lejos de los escritorios de trabajo promueve las pausas que rompen el sedentarismo prolongado.

El uso de escaleras, en lugar de ascensores, también puede ser promovido a través del diseño arquitectónico. Escaleras atractivas y accesibles, acompañadas de señales motivadoras, pueden aumentar su uso regular. Las áreas de descanso activas, equipadas con cintas de caminar o correr, bicicletas estáticas o espacio para estiramientos y ejercicios ligeros, también fomentan la actividad física durante las pausas de trabajo. Además, los espacios exteriores como jardines o patios pueden ser diseñados para incentivar a caminar durante alguna pausa.

Qué hacer en el trabajo

A pesar del riesgo para la salud que tiene la limitación de movimiento de los trabajos de oficina, no existen unas guías de prescripción de actividad física para los lugares de trabajo. Sin embargo, se ha publicado muy recientemente un artículo en la British Journal Sports Medicine que muestra una guía práctica para la actividad física en el lugar de trabajo, basada en la fórmula FITT, que considera la Frecuencia, Intensidad, Tiempo o duración y Tipo de actividad.

Para la frecuencia, se recomienda centrarse en movimientos seguros, evitando largos periodos de sedentarismo, y alternar el tiempo sentado con pausas de movimiento o actividad física en el tiempo libre de 15 a 30 minutos. En cuanto a la intensidad, es esencial realizar actividades seguras y razonables con sentido común, evitar tensiones estáticas prolongadas y esfuerzos de alta intensidad sostenidos, y promover actividades de moderada a vigorosa intensidad en el tiempo libre. Para el tiempo o duración, se aconseja evitar periodos prolongados de comportamiento sedentario y fomentar la actividad física en general, especialmente durante el tiempo libre. Finalmente, respecto al tipo de actividad, se sugieren ejercicios como caminar, yoga y otras modalidades que promuevan el movimiento seguro, así como actividades de recuperación como estiramientos o pausas de mindfulness. También se recomienda preguntarse a uno mismo si se siente cómodo y seguro con la actividad, y así evitar actividades de alto riesgo que puedan provocar algún tipo de lesión.

Está claro, por tanto, que el diseño del lugar de trabajo y la conducta del equipo de trabajadores es clave para favorecer la actividad física en este entorno. Sin embargo, no debemos dejar de lado otros aspectos también muy importantes. Nos referimos, entre otros, al impacto de la cultura organizacional, las normas y políticas de las empresas, las estrategias de incentivos y recompensas, las barreras psicosociales y facilitadoras. Pongamos el ejemplo de cómo la forma de vestir que se espera de los trabajadores y trabajadoras puede facilitar o no el movimiento en la oficina. Otro ejemplo es la dinámica de las reuniones; si hay tradición de hacerlas sentados en una sala de reuniones, hacerlas más informales de pie, o incluso tratar los temas de trabajo dando un pequeño paseo fuera de la oficina.

En conclusión, la paradoja de la actividad física destaca la necesidad crucial de directrices específicas para diferentes contextos; y basadas en evidencias científicas, pero a día de hoy todavía existen muchas lagunas. Mientras se cierran estas brechas de investigación, las recomendaciones prácticas basadas en el conocimiento actual —que ya hemos mencionado— deben servir de guía a los empleados y los empleadores, ya que pueden ser los grandes aliados en la salud pública. Aclarar cómo abordar esta paradoja es un paso esencial para proteger la salud y el bienestar de los trabajadores.

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Sobre la firma

Nuria Garatachea
Es Profesora Titular de la Universidad de Zaragoza. Es Dra. en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte e investigadora del Grupo GENUD.
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