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Max Nieuwdorp, endocrinólogo: “La exposición crónica de nuestro cuerpo y cerebro al cortisol puede provocar depresión”

En su libro ‘El poder desconocido de las hormonas’ explica de forma accesible la influencia que tienen a lo largo de toda la vida

Max Nieuwdorp endocrinólogo
El endocrinólogo Max Nieuwdorp en Ámsterdam.Arnold Reyneveld

¿Hasta qué punto las hormonas llevan la batuta de lo que ocurre en nuestro cuerpo y en nuestra mente? Max Nieuwdorp (Brunssum, Países Bajos, 47 años), médico internista y endocrinólogo, nos recuerda en El poder desconocido de las hormonas (Salamandra Miradas) que no somos necesariamente esclavos de nuestras hormonas, pero lo cierto es que también reconoce un papel protagonista de estas en nuestra salud, nuestro carácter y en nuestra calidad de vida. Porque las hormonas nos moldean en cada etapa. Poco a poco, como la gota que cae de un grifo mal cerrado. Porque, el efecto que causan no es instantáneo, como dice en esta entrevista, sino que va cuajando lentamente, impactando en distintos procesos que nos marcan.

Para mantener el equilibrio hormonal, Nieuwdorp, que además es profesor y jefe del departamento de Medicina Vascular Experimental en el UMC de Ámsterdam, insiste en la Santísima Trinidad para un cuerpo sano: descanso, alimentación y ejercicio. Tan poderosos como para alcanzar un control significativo sobre nuestra salud física y mental, y mitigar los desafíos de los desequilibrios hormonales que pueden afectar profundamente nuestra calidad de vida.

Pregunta. Dice que no pretende afirmar que somos esclavos de nuestras hormonas porque en todo momento existe una interacción entre el entorno, el cuerpo y la mente. “Las hormonas pueden enturbiar nuestra capacidad para tomar decisiones, pero no nos eximen de la responsabilidad de nuestros actos”, escribe. Leyendo el libro parece que es un entramado tan complejo que poco podemos hacer cuando se desequilibran…

Respuesta. Es cierto que las hormonas pueden ayudar a guiar el cuerpo y la mente lentamente hacia un lado u otro, igual que un petrolero se mueve bastante despacio. El efecto que causan no es instantáneo, sino que va produciéndose lentamente, afectando a procesos cómo el metabolismo, el crecimiento y desarrollo, la función sexual o el estado de ánimo. Pero sí que podemos hacer algo cuando se desequilibran. Por ejemplo, durmiendo lo suficiente, comiendo bien y haciendo ejercicio adecuado, podemos mantener nuestros cuerpos en forma y, por lo tanto, también nuestras hormonas más equilibradas.

P. ¿Y cuándo requiere algo más ese desequilibrio?

R. Para la mayoría de las enfermedades relacionadas con las hormonas, podemos identificar y tratar la causa de manera efectiva. Sin embargo, el tratamiento de la deficiencia hormonal, como en el caso de la enfermedad tiroidea, aunque es efectivo bioquímicamente, sigue estando asociado con efectos secundarios como mayor fatiga y aumento de peso. Esto se debe a que la función hormonal natural de nuestro cuerpo suele tener picos y descensos, mientras que con las píldoras e inyecciones de hormonas, no se puede replicar este patrón de manera precisa, lo que resulta en molestias persistentes.

P. Desde las 12 semanas de vida intrauterina hasta la vejez, nuestro cuerpo no deja de producir hormonas. Hay factores externos que influyen en esa producción hormonal y en ese equilibrio. Dado el estilo de vida actual, ¿se puede escapar de algún desajuste hormonal a lo largo de la vida?

R. Es un tema complejo. Desde el útero, el feto ya está expuesto a factores externos como la dieta, el ejercicio y el estrés que experimenta la madre. Estos factores pueden provocar cambios epigenéticos en los genes del bebé que están involucrados en la función hormonal. Pero, vuelvo a la primera pregunta: estos efectos todavía pueden ser revertidos a través de hábitos saludables como un sueño adecuado, una alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio. Aunque la exposición a estos factores durante el desarrollo fetal puede tener un impacto significativo, la adopción de estos hábitos saludables después puede ayudar a restablecer y mantener el equilibrio hormonal a lo largo de la vida.

P. ¿Qué cambios hormonales se producen durante el embarazo y cómo afectan estos cambios al desarrollo del bebé y a la salud de la madre?

R. Durante el embarazo, el cuerpo de la madre produce un nivel elevado de la hormona del embarazo (HCG), pero en una etapa posterior también prolactina y oxitocina alrededor del parto. Estos aumentos hormonales también pueden provocar cambios en el estado de ánimo y el cuerpo de la madre. Y no hay que olvidar que el bebé también produce hormonas, como la testosterona en un feto masculino, que puede afectar el equilibrio hormonal de la madre.

Max Nieuwdorp en Ámsterdam.
Max Nieuwdorp en Ámsterdam.Arnold Reyneveld (Foto: Arnold Reyneveld)

P. Cuando su mujer estaba embarazada de su tercer hijo y usted acaba de empezar a trabajar como endocrino, su hijo pequeño sufrió un cáncer muy grave que produjo un tsunami familiar en el que el cortisol tomó la batuta. ¿Qué papel juegan las hormonas en la adaptación del cuerpo a situaciones de estrés agudo o crónico?

R. El estrés en nuestro cuerpo se transmite a través del sistema nervioso y mediante la liberación de (nor)adrenalina [noradrenalina y adrenalina] por nuestras glándulas suprarrenales. Estas hormonas impulsan la reacción de estrés agudo, lo que provoca un aumento de la frecuencia cardíaca, la dilatación de las pupilas y otros cambios físicos inmediatos. Por otro lado, el cortisol es una hormona de estrés que actúa a largo plazo y transmite el estrés al cuerpo de manera más lenta y sostenida. Es importante que los niveles de hormonas del estrés en nuestro cuerpo suban y bajen de forma equilibrada. Pero, durante periodos de estrés crónico, los niveles de estas hormonas permanecen elevados de manera constante. Esto puede tener efectos a largo plazo en el cuerpo, incluyendo modificaciones epigenéticas, que son cambios en la expresión genética sin alterar la secuencia del ADN.

P. ¿Qué relación existe entre las hormonas y trastornos como la depresión y la ansiedad y cómo afecta esto al sistema inmunológico?

R. La exposición crónica de nuestro cuerpo y cerebro al cortisol puede provocar depresión al afectar el equilibrio de dopamina/serotonina en nuestro cerebro. Además, tanto el cortisol como la insulina pueden afectar nuestro sistema inmunológico. Al estar crónicamente elevados, pueden aumentar el riesgo de infecciones, pero también de enfermedades cardiovasculares.

P. ¿Pueden algunos medicamentos desequilibrar nuestras hormonas?

R. Sí, de hecho, algunos medicamentos, por ejemplo, píldoras o cremas de cortisol exógeno, pueden alterar nuestra propia producción de cortisol y resultar en un mal funcionamiento de la glándula suprarrenal. Además, la inyección de testosterona puede afectar negativamente la producción propia de testosterona del hombre.

P. Cuando esto ocurre, ¿cuánto tardan en volver a reajustarse y cómo? Si es que vuelven…

R. Por lo general, llevará algunas semanas o meses recuperar la producción hormonal propia. Sin embargo, en algunas personas, la producción endógena de hormonas puede permanecer afectada incluso después de suspender el medicamento.

P. En el libro cuenta que, como ocurre en otras etapas de la vida, el inicio de la vejez va acompañado de profundos cambios hormonales. ¿Cuáles son los principales cambios hormonales que ocurren al inicio de la vejez y cómo afectan estos cambios a la salud física y mental?

R. En la vejez, a menudo se observa resistencia a la insulina (aumento de los niveles de insulina), pero también una producción ligeramente aumentada de testosterona (hormona masculina) en mujeres mayores y más estrógeno (hormonas femeninas) en hombres mayores con obesidad. Esto afecta tanto la función corporal como el estado de ánimo.

P. Y esos cambios en las hormonas sexuales, con un impacto en el cuerpo y en el estado de ánimo, tienen por tanto un impacto la calidad de vida de los adultos mayores.

R. Sí, pero esto es diferente entre mujeres y hombres. En las mujeres, la menopausia es una caída abrupta del estrógeno en el cuerpo que afecta la función y provoca sofocos, pérdida de cabello, aumento de peso, etc. Todo lo cual influye en la calidad de vida de las mujeres. En los hombres, la testosterona solo disminuye lentamente a partir de la mediana edad, con la andropausia, y, por lo tanto, está acompañada de menos consecuencias y es más llevable.

P. ¿Podemos adelantarnos a los cambios hormonales y ajustarnos mejor a ellos? Pienso en la menopausia, por ejemplo, en el caso de las mujeres.

R. La experiencia de la menopausia varía según la cultura. En las sociedades asiáticas, la menopausia se considera una etapa positiva y se conoce como “los años dorados” para las mujeres. En contraste, algunos pueblos aborígenes ni siquiera tienen una palabra para describir la menopausia. El tratamiento hormonal puede ser útil para aliviar los síntomas de la menopausia, aunque conlleva ciertos efectos secundarios, como un aumento leve del riesgo de cáncer y problemas cardiovasculares. Si no se prefiere este tipo de tratamiento, mantener patrones de sueño regulares, llevar una dieta equilibrada, evitar ciertos alimentos que pueden desencadenar los sofocos, como el alcohol, y hacer suficiente ejercicio pueden ayudar a las mujeres a adaptarse mejor a esta fase de sus vidas.

P. ¿Cómo se deben abordar estos en el tratamiento médico? ¿Hay aquí también un sesgo médico en el estudio de hombres y mujeres?

R. Sí, de hecho, en la ciencia médica ha habido un sesgo hacia el estudio de cuerpos masculinos en el tratamiento de enfermedades endocrinas. Sabemos que las mujeres tienen una composición corporal diferente, intestinos más cortos, todo lo cual afecta la eficacia del tratamiento hormonal exógeno. Esto actualmente se tiene más en cuenta en nuevos estudios.

P. ¿Qué avances recientes en la investigación hormonal podrían cambiar nuestra comprensión y tratamiento de los trastornos hormonales en el futuro cercano?

R. Ahora podemos imitar mejor los picos y disminuciones de las hormonas mediante la tecnología de inteligencia artificial de autoaprendizaje, por ejemplo, pensar en bombas de insulina. Ojalá esto también se pueda hacer pronto para otras hormonas, por ejemplo, el tratamiento con cortisol y hormona tiroidea.

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