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La evidencia científica sobre el uso de hormonas para menores trans es escasa, según dos revisiones de estudios

La falta de investigación es un problema reconocido en las guías clínicas que se emplean en la práctica diaria

Un grupo de menores en una imagen de archivo.
Un grupo de menores en una imagen de archivo.Sol de Zuasnabar Brebbia (Getty Images)
Oriol Güell

Dos revisiones sistemáticas de la literatura científica publicada sobre el uso de bloqueadores de pubertad y de hormonas para adolescentes trans o con trastornos relacionados con la identidad de género destacan que la evidencia disponible todavía es escasa y los resultados no permiten “sacar conclusiones sobre el impacto en la disforia de género, la salud mental y psicosocial o el desarrollo cognitivo” de los pacientes a medio y largo plazo.

La medicina de género está construida sobre cimientos inestables”, ha avisado la autora, Hilary Cass, en una entrevista a la revista The British Medical Journal en la que ha añadido: “Desafortunadamente, no hay evidencia de que el tratamiento de afirmación de género en su sentido más amplio reduzca el riesgo de suicidio”.

En total, los dos trabajos han analizado más de un centenar de estudios publicados entre 2006 y 2022 —la mayoría entre 2020 y 2022— en varios países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Bélgica, Israel y Alemania. Han sido publicados en Archives of Disease in Childhood. Las dos revisiones, junto a otras más específicas, forman parte de una serie encargada por la Universidad de York que pretende analizar la situación de los servicios especializados en esta disciplina ante el creciente número de niños y jóvenes remitidos con lo que llaman en el estudio disforia de género o, como lo llama la OMS, que despatologizó la transexualidad hace años, incongruencia de género, la angustia causada por un desajuste entre el sexo de nacimiento y la identidad de género.

Las conclusiones llegan después de tres años y medio de trabajo y eran muy esperadas en el Reino Unido por la relevancia que ha adquirido Cass en los últimos años en esta área de la medicina. Un informe previo elaborado por ella, publicado en febrero de 2022, llevó al Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) a cerrar Tavistock, el único centro que, durante más de 30 años, había tratado a los menores que cuestionaban su identidad de género, a través del llamado Servicio para el Desarrollo de la Identidad de Género (GIDS, en sus siglas en inglés).

Cass cree que el sistema de salud y la sociedad han “decepcionado” a los jóvenes e insiste en que los niños y jóvenes que cuestionan el género y que buscan ayuda en la sanidad pública inglesa deben poder acceder a una evaluación integral de base amplia realizada por un equipo multiprofesional que incluya pediatras, psiquiatras infantiles y expertos en salud afines. Ese modelo de trabajo con atención global es el que se sigue en España en las unidades de género especializadas dentro de la sanidad pública desde hace años.

Marcelino Gómez Balaguer, endocrinólogo y coordinador del grupo del Grupo de Trabajo de Gónada, Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) considera que las revisiones de Cass “no vienen a decir nada nuevo”. “Todos los endocrinólogos y profesionales que nos dedicamos a identidad lo sabemos. Y añadimos que, desgraciadamente, esto ocurre después de 40 años de una asistencia sanitaria transafirmativa no solo en España, sino en toda Europa. Seguimos sin contar con la suficiente evidencia”, afirma.

Este especialista, que durante años coordinó la unidad de género del hospital Doctor Peset de Valencia, recuerda que “todas las guías clínicas” publicadas en España y otros países recuerdan insistentemente la necesidad de impulsar investigaciones que aporten “esta evidencia tan necesaria”. “Lamentablemente es algo que no se ha hecho por varias razones, entre ellas la falta de interés y recursos de las administraciones y también de la industria”.

“Lo que sí tenemos claro son dos cosas. La primera es que tenemos unos pacientes que necesitan ayuda. Y la segunda es que, a falta de esta evidencia, sí tenemos una amplia experiencia y protocolos que han demostrado ser de mucha utilidad hasta ahora”, añade Gómez Balaguer, que considera que las conclusiones del estudio muestran que es necesario “hacer más y destinar más recursos que lo contrario, que es lo que algunas voces parecen querer”.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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