Bruno González-Zorn, microbiólogo: “Tenemos una mortalidad cada vez mayor por enfermedades que antes controlábamos”
El director de la Unidad de Resistencias Antimicrobianas de la Complutense advierte del riesgo de consumir antibióticos sin control y denuncia que un 5% de farmacias en España dispensan estos fármacos sin receta
Las bacterias resistentes a los antibióticos atemorizan al planeta. Los fallecidos por esta causa ya se cuentan por centenares de miles alrededor del globo —1,2 millones cada año, según un estudio—y la comunidad científica acelera la búsqueda de nuevas herramientas para sortear su impacto antes de que sea demasiado tarde. Desde la primera línea de batalla, el microbiólogo Bruno González-Zorn, director de la Unidad de Resistencias Antimicrobianas de la Universidad Complutense de Madrid y asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en este campo, se muestra optimista: después de años “predicando por el desierto”, solo y sin mucha atención de las instituciones, ha logrado convencer a los actores implicados y ha visto avances, como la implantación de un plan nacional de lucha contra las resistencias o mayor concienciación de la ciudadanía, dice. “Eso me hace pensar que en los próximos años avanzaremos más, habrá mejores planes de prevención en los hospitales, más concienca entre la población, un consumo más optimizado y alguna molécula preventiva o de tratamiento que nos ayude más”, augura el científico, que atiende a EL PAÍS tras su participación en las Jornadas de Actualización del Programa de Optimización de Uso de los Antimicrobianos que organizó el Hospital Mutua de Terrassa hace unos días.
Pese al entusiasmo y la esperanza, González-Zorn (Madrid, 52 años) admite que queda trabajo por hacer y acelerar el paso. El investigador no mira a nadie y mira a todos. Rechaza señalar culpables. “Todos somos corresponsables. La clave es la cooperación conjunta sin señalarse unos a otros”, zanja.
Pregunta. Un estudio alerta de que las bacterias multirresistentes matan 20 veces más que los accidentes de tráfico en España. Más de 23.000 fallecidos en 2023.
Respuesta. Estamos empezando a dar nombre y voz a todos esos pacientes anónimos que mueren en los hospitales por la resistencia de los antibióticos. Tenemos constantemente muertos en todos los hospitales de la geografía española de los que nadie habla. Y mueren porque los antibióticos que les estamos dando de última generación no funcionan ya. Este problema es espectacular, nosotros lo sabemos ya. Lo que necesitamos es que la población sepa que no es banal tomarse una amoxicilina en casa [sin prescripción médica]: eso prepara a las bacterias a resistir a ese antibiótico de último recurso que solamente están los hospitales y que al final acaba no funcionando.
P. ¿Le sorprende la cifra de 23.000 fallecidos?
R. No nos sorprende en absoluto. Conocemos profundamente este tema desde hace muchísimos años. Lo que nos gusta es que salga del ámbito estrictamente científico y que la población sea consciente de que, igual que se pone el cinturón, no se puede automedicar, no puede conservar un antibiótico por si acaso lo utiliza en otro momento. Necesitamos que cero farmacias den antibiótico sin receta, pero en España es aún un 5%. Y, aunque te parezca poco, ese 5% hace mucho daño al otro 95% porque el ciudadano se da cuenta de que, yendo de una farmacia a otra, acaba consiguiéndolo sin receta y eso banaliza el antibiótico.
P. ¿Se banaliza el antibiótico?
R. El antibiótico está banalizado en España. Y al final se asocia que, igual que tengo un paracetamol, pues tengo una amoxicilina en mi botiquín y, de vez en cuando, lo utilizo. Eso no puede ser. Hay que actuar contra ese 5% de farmacias, contra la persona que se automedica, contra el profesional que prescribe demasiado o acorde a los años ochenta…
Necesitamos que cero farmacias den antibiótico sin receta, pero en España es aún un 5%”
P. ¿Quién sufre estas resistencias? ¿Cuál es el perfil de pacientes?
R. Es importante saber que, aunque tú no tomes antibióticos, las bacterias que viven en hospitales, por ejemplo, que son más resistentes a los antibióticos, son las que te afectan a ti. Tú puedes ser una persona joven y estupenda, pero cuando vas al hospital, te afecta la bacteria que ya llevaba viviendo en la unidad de cuidados intensivos (UCI) durante mucho tiempo y es resistente a todos los antibióticos. El perfil es de una persona que llega y, tras una cirugía, por ejemplo, la infección postquirúrgica, que es normal en todos los hospitales del mundo, se complica tanto, que acaba matando al paciente.
P. ¿La era de los antibióticos está llegando a su fin?
R. Estamos empezando a entrar en una era postantibiótica porque la mortalidad es cada vez mayor de enfermedades que antes controlábamos. Cada vez tenemos más bacterias panrresistentes: antes hablábamos de bacterias que resisten a muchos antibióticos y ahora hablamos de bacterias panresistentes, que resisten a todos. Estas, hace cinco años, solo las teníamos en unos pocos lugares del mundo, como India o China; ahora, prácticamente en todos los hospitales españoles tenemos bacterias panresistentes a los antibióticos. Está avanzando y nos preocupa mucho. Vamos a tener en algún momento una bacteria que se transmita muy bien, que sea muy resistente a los antibióticos, y entonces, será cuando nos alarmaremos. Eso va a ocurrir y nosotros llevamos avisando mucho tiempo, así que necesitamos a mucha gente que tome medidas importantes de tratamiento y prevención.
P. ¿Podremos llegar a ver que te mueres, por ejemplo, por una herida que te haces al caerte en la calle?
R. Es que ya lo estamos viendo. Ya estamos viendo infecciones urinarias que se complican y, cuando antes respondían bien a un tratamiento antibiótico, ahora el paciente se te muere porque no se curan con los antibióticos.
P. ¿Se ha alcanzado ya un punto de no retorno o tomando medidas se podría volver atrás, a esa era antibiótica otra vez?
R. El tema es complejo. Hay algunas bacterias que cuando dejan de estar sometidas al antibiótico, se susceptibilizan muy rápidamente y muy fácilmente. Entonces, en algunos casos, la reversión es muy rápida y eficaz. Por ejemplo: la colistina es un antibiótico de último recurso en hospitales, que se ha usado mucho en animales, pero en ese contexto hemos pasado de un uso muy alto en España a prácticamente cero, y las bacterias se han sensibilizado enseguida a la colistina. Pero hay otras resistencias en las que va a costar más volver a tener esa susceptibilidad: por ejemplo, con las resistencias a carbapenemas o a cefalosporinas de tercera generación, estamos viendo que aparecen bacterias muy contentas con la resistencia aunque no esté el antibiótico.
P. Las bacterias, por supervivencia, intentarán seguir resistiéndose a los antibióticos siempre. ¿Es esta una guerra indefinida?
R. Es indefinida. Las bacterias son el ser vivo más frecuente en la tierra. Los antibióticos han hecho mucho bien, pero efectivamente, si dejas de desarrollar nuevos antibióticos —y llevamos 30 años sin descubrir una familia nueva de antibióticos— y solo usas esas armas antiguas, las bacterias se hacen resistentes. Necesitamos nuevas familias de antibióticos y mientras las desarrollamos, necesitamos nuevas vacunas y nuevas estrategias para luchar contra las bacterias.
P. En un programa de televisión en el que participó viajando a India, lograron comprar sin receta en una farmacia una carbapanema, que es uno de los antibióticos de último recurso, empleado cuando nada más funciona. ¿Qué se hace cuando está ocurriendo esto y vivimos en un mundo globalizado?
R. Hay que luchar contra ello. Al final, la resistencia a cada país dependen de los antibióticos que se utiliza en el país. No es que todo venga solo de fuera, todo coloniza nuestros ecosistemas y estamos perdidos. La acción nacional y local es esencial. Los holandeses van diez veces más a la India que nosotros y tienen muchos menos bacterias de estas. Tenemos una relación directa entre el consumo antibiótico en un país y las resistencias: aunque viajen, las bacterias colonizan cuando ese antibiótico está y si no, pierden esa resistencia.
P. ¿Qué impacto tuvo la pandemia en la lucha contra las resistencias antimicrobianas?
R. A corto plazo ha tenido una repercusión enorme. Por la covid, han aparecido bacterias resistentes a antibióticos que no esperábamos tener hasta el año 2030. Muchos virus respiratorios abren la puerta a infecciones bacterianas secundarias y, al principio, con la covid, se empezó a tratar con antibióticos. Pero, enseguida nos dimos cuenta de que los pacientes con covid no se morían por una infección bacteriana secundaria, sino por la famosa tormenta de citoquinas, así que se empezaron a tratar los pacientes con corticoides en lugar de antibióticos. En el resto de países del mundo, aumentó la población en las UCI, se sobreutilizaron estas unidades más allá de lo que podían, hubo más infecciones intrahospitalarias y más consumo de antibióticos. La pandemia ha acelerado de una forma enorme la resistencia a los antibióticos, hasta el punto de que yo digo los 10 millones de muertes que se preveían en 2050 a causa de esto, los vamos a tener en 2040 porque ha habido una aceleración enorme de generación de bacterias resistentes a antibióticos de último recurso.
Por la covid, han aparecido bacterias resistentes a antibióticos que no esperábamos tener hasta el año 2030″
P. Otra variable que influye en las resistencias son las guerras. Ahora hay varios conflictos armados activos a nuestro alrededor. ¿Cómo afectará esto?
R. Sabemos que nos está afectando. Ya han aparecido pacientes derivados de Ucrania con bacterias panrresistentes que no estaban en nuestra región. ¿Por qué? Porque en los sitios de conflicto, se da lo que podemos llamar prácticamente una tormenta perfecta para la generación de bacterias resistentes: no hay un sistema de diagnóstico de las enfermedades, hay una gran cantidad de heridas abiertas que se contaminan con muchos tipos de bacterias distintas, se necesitan antibióticos de amplio espectro en masa donde no se tiene acceso ni siquiera a los antibióticos y se da lo que se tenga… Y todo ese cóctel acelera la formación de bacterias resistentes antibióticos de una forma exponencial.
P. Para combatir el fenómeno de las resistencias están atacando en varios frentes. Pero decía que hace más de 30 años que no hay una nueva familia de antibióticos disponibles. ¿A la industria farmacéutica no le interesa?
R. El modelo económico del desarrollo de antibióticos está roto. Ahora mismo no hay ninguna industria farmacéutica de más de 500 trabajadores en el mundo que esté desarrollando un antibiótico. Lo han abandonado porque no es rentable. Falta incentivo económico. Estamos desarrollando el modelo del premio, que se está discutiendo ahora en la Unión Europea: al que saque un antibiótico al mercado, le voy a dar un premio económico, 300 millones de euros, por ejemplo, que hemos puesto entre todos los países, porque necesitamos un antibiótico contra estas bacterias. O les prolongamos una patente de cualquier molécula que tenga en su portfolio.
P. A nivel terapéutico, una de las investigaciones en marcha es el uso de virus bacteriófagos, los fagos, para aniquilar las bacterias resistentes. ¿Cuáles son las líneas más prometedoras?
R. Los fagos tienen salida, pero tú tienes 100 veces más fagos a tu intestino que bacterias y existen los mecanismos de resistencia de las bacterias a los fagos. Entonces, los fagos son una posibilidad, pero hay muchas otras. Por ejemplo, técnicas de nanotecnología para que las moléculas lleguen a detectar dónde está la infección y suelten un antibiótico más concentrado. La inteligencia artificial nos está ayudando mucho para saber cómo se va a comportar un antibiótico y cómo tratar de forma individualizado. También podríamos desarrollar bacterias que introduzcan [la técnica de edición genética] CRISPR, que idealmente serían capaces de inocular un sistema CRISPR dentro de las bacterias patógenas para que se digiera su ADN y se mueran. Hay muchas estrategias muy originales, muchas de salud intestinal y de prevención. Por ejemplo, de control de la salud intestinal y los probióticos y los prebióticos: bacterias que colonicen un ecosistema donde no puedan colonizar las bacterias resistentes a los antibióticos.
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