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De idea a negocio: qué formación se necesita para desarrollar una ‘app’ solvente

El desarrollo de aplicaciones exige conocimientos técnicos, habilidades de marketing y lo mismo que cualquier aventura empresarial: un plan de negocio con sentido común.

Getty Images

En colegios, institutos, universidades, centros especializados, escuelas de negocios y hasta en grandes empresas: los lenguajes de programación ya son una materia más en las aulas. En consonancia con una oferta de formación heterogénea, las motivaciones de los alumnos también son muy diversas: desde quien se enfrenta perezoso a la educación obligatoria al profesional que simplemente busca entender mejor las tripas de la economía digital. Pero muchos otros tienen en mente una aplicación muy concreta de los lenguajes de programación: el desarrollo de aplicaciones para su explotación comercial.

Conocer los principales lenguajes de programación, como Java o Python, es el primer paso para todo aquel emprendedor que quiera crear una ‘app’ solvente, un paso tan importante que a veces eclipsa las demás necesidades de formación. “No es cuestión de programar y punto”, explica Abraham Gutiérrez, profesor de Ingeniería de Sistemas Informáticos de la Universidad Politécnica de Madrid, pero “los programadores y desarrolladores tienden a pensar que se puede obviar todo lo que no entra en su terreno”.

Error. Desde el punto de vista técnico, la creación de una app es una moneda con dos caras, la programación y el diseño, que incluye tanto el diseño gráfico como la Experiencia de Usuario (UX). Y no acaba ahí la lista de conocimientos que hay que manejar.

Un concurso para estimular el desarrollo de ‘apps’

Ya puedes presentar tus 'apps' a la tercera edición del concurso #StartMeApp, organizado por Huawei en colaboración con EL PAÍS RETINA, que se celebrará el próximo mes de marzo.

Este año más que nunca, las protagonistas indiscutibles con las aplicaciones móviles. Los requisitos básicos no varían demasiado respecto a ediciones anteriores: un jurado especializado valorará a las apps candidatas y se fijará en las propuestas más originales, útiles y viables. Entra aquí para participar: https://startmeapp.es/

Gonzalo Illesca, Corporate Training Manager en la escuela digital Talent Garden, añade a esas dos caras una tercera, el marketing digital, la habilidad que permitirá a la ‘app’ sobresalir en el competitivo mundo de los ‘marketplace’ digitales entre los que figuran los conocidos Appstore y Google Play y, otros como la App Gallery de Huawei. “El usuario tiene que encontrar la ‘app’ dentro de la tienda, y eso no es nada sencillo”, explica. Para lograrlo, hay que “aparecer en ciertas redes, recurrir a ‘influencers’, moverse en grupos de interés, acertar con la política de descuentos por la instalación de la app… Son habilidades que hay que desarrollar”, asegura.

Ese marketing digital necesita, casi siempre, presupuesto. Gutiérrez cuenta que muchas veces se encuentra con proyectos de universitarios que ni han tenido en cuenta los costes de su aplicación, por ejemplo, por alquiler de espacio en la nube. No reparan en los costes, y tampoco le han dedicado demasiado tiempo a los ingresos “Tus conocimientos de programación pueden ser suficientes para crear, por ejemplo, una calculadora digital. Muy bien, pero ¿vas a poder hacer dinero con eso”. Por eso, lo primero que trata de explicar a sus alumnos es que “han de plantearse si la idea que quieren desarrollar tiene sentido comercial. ¿Hay un retorno de inversión?”, se pregunta. En este sentido, surge la opción de contemplar otros marketplaces como la App Gallery de Huawei que ayudará a incrementar el alcance y la visibilidad de la app en otros mercados

En consecuencia, hay que tener conocimientos en tres áreas -programación, diseño y UX y marketing digital-, además de un plan de negocio medianamente trabajado, para desarrollar una aplicación que pueda, con suerte, generar ingresos. “No es nada fácil crear un Angry Birds”, resume Gutiérrez, pero la recompensa por intentarlo merece la pena: Rovio Entertaiment, la empresa de la aplicación de los pájaros enfadados, creada en 2003 por tres estudiantes de Helsinki, vale hoy en bolsa más de 350 millones de euros.

De estudiantes de la ESO a profesionales 100% reciclados

La programación empezó a colarse en la educación obligatoria en España a mediados de la década, con experiencias pioneras en comunidades como Madrid y Navarra. Desde entonces, se ha ido generalizando, pero “estamos muy por debajo de la UE, y especialmente del mundo anglosajón, en este terreno”, lamenta Gutiérrez.

Actualmente, esos primeros pinitos adolescentes, con programas como Scratch, tienen continuidad en universidades y en todo tipo de centros de formación no reglada. “Todos tenemos el mismo objetivo, que los alumnos encuentren su lugar en el mercado laboral”, explica Illesca, de la escuela digital Talent Garden, pero evidentemente el enfoque universitario es más académico y el de la formación no reglada más utilitarista y flexible, en un entorno particularmente cambiante. “Si trabajamos con una empresa del Ibex, enseñamos a su gente los programas que utilizan, de todo lo que puede haber en el mercado”, cuenta Illesca. “Solemos formar a profesionales ya establecidos que tienen una visión pragmática, pero entre nuestros alumnos hay de todo: estamos formando a una dentista que acaba de llegar a España y que ha decidido que en esta nueva etapa de su vida va a reorientar totalmente su carrera”, explican desde Talent Garden.

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