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Niall Ferguson: “Ha desaparecido el punto medio porque en las redes sociales la energía está en los extremos”

El historiador de Stanford reflexiona sobre el efecto que tienen las redes sociales en la sociedad actual y propone algunas soluciones para paliar sus efectos más negativos

Portada exterior: Niall Ferguson durante su intervención en Enlighted. Interior: Ferguson en un momento de la entrevista.

No hay que perder el tiempo en tratar de deshacer los monopolios de Internet. Según Niall Ferguson, es una política complicada, cara y poco eficaz si lo que se pretende es terminar con el pernicioso efecto que las redes sociales tienen sobre la democracia liberal. En opinión del historiador de la Hoover Institution (Stanford), en EE UU sería mucho más útil modificar la sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, una legislación introducida en los años noventa que permitió a las plataformas desentenderse de los contenidos publicados en ellas.

"Esa legislación es lo que dio el argumento perfecto a Mark Zuckerberg y a otros como él", explicó ayer Ferguson tras su exposición de apertura en el Enlighted, el evento sobre educación en la era digital organizado por South Summit, la Fundación Telefónica, la IE University y la Fundación Santillana. "Cuando aparece algo malo en la plataforma y provoca un daño, argumentan que solo son una empresa tecnológica sin responsabilidad por el contenido; pero cuando son ellos los que bajan esos contenidos y los acusan de censura, dicen que la Primera Enmienda —que protege la libertad de expresión en EE UU— no rige para ellos porque son una empresa".

P. ¿En qué medida terminar con esa legislación puede reducir el poder monopólico de las grandes plataformas?
R. Si se reconoce su función editorial, el coste de las tecnológicas se dispara porque el volumen de contenidos que publican es gigantesco. Una de las maneras de evitar que las empresas monopólicas se hagan demasiado poderosas es aumentar sus costes. Hasta ahora, todas las externalidades negativas de las redes sociales las estamos pagando nosotros, y no las empresas. Ellas se limitan a ganar dinero vendiendo publicidad.
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P. En su charla citó a Evan Williams, uno de los fundadores de Twitter, que reconoció haberse equivocado en pensar que el libre intercambio de ideas traería necesariamente un mundo mejor, ¿cinismo o sinceridad?
R. Conozco a Williams y creo que en su caso fue honestidad. Me parece que es una ingenuidad común a toda una generación de emprendedores de Silicon Valley. De verdad pensaban que todo sería maravilloso si conectaban a todo el mundo y les sorprendió descubrir que sus gigantescas redes sociales estaban sirviendo para polarizar el discurso y difundir noticias falsas.

No creo que lo tuvieran pensado y eso, en parte, se debe a que nunca estudiaron historia para anticipar los problemas que podrían surgir. Pero por supuesto que también hubo algunas personas con el objetivo de generar adicción en los usuarios desde el principio. No quiero decir que fueran inocentes por completo sino que subestimaron las consecuencias políticas indeseadas que tendrían sus plataformas.

Algunas personas tuvieron el objetivo de generar adicción en los usuarios desde el principio
Algunas personas tuvieron el objetivo de generar adicción en los usuarios desde el principio
R. Los estudios sobre redes son bastante claros. Incluso cuando son pequeñas, las redes tienden a formar grupos de personas que piensan de forma parecida. El mayor número de conexiones entre las personas también hace al mundo más pequeño y eso facilita la viralización de cosas delirantes.
P. ¿Hay algún ejemplo concreto?
R. La invención de la imprenta es similar, por su naturaleza descentralizada, a la de Internet. Nadie controlaba todas las imprentas, que tenían bastante independencia entre ellas. La revolución religiosa, la científica, la estadounidense, la francesa, la industrial... Casi todas tuvieron que ver con la democratización del conocimiento gracias a las imprentas. Aunque no todas fueron conflictivas, la revolución francesa sí provocó un conflicto de proporciones épicas.
P. ¿En qué momento de la revolución iniciada por Internet diría que estamos?
R. En la política de Estados Unidos y de Europa, prácticamente ha desaparecido el punto medio porque en las redes sociales toda la energía está en los extremos. Las redes sociales funcionan incentivando la divulgación de noticias falsas y de opiniones extremas porque es lo que más capta la atención de los usuarios. En mi opinión, en la mayoría de las democracias acabamos de empezar el proceso de polarización política.

Lo único positivo que puedo decir es que ahora todo parece ocurrir 10 veces más rápido que en el siglo XVI así que tal vez no tengamos 130 años de conflicto. Tal vez sean solo 13. Pero aún queda mucho camino por recorrer porque sigue sin haber un mecanismo estabilizador que devuelva a la gente al centro político. No está en Twitter, ni en Facebook, ni en Google, ni en Youtube. Y desde el punto de vista de la regulación que rige el comportamiento de estas empresas, prácticamente nada ha cambiado desde 2016.

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