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El futuro y los retos del ‘gaming’ para teléfonos móviles

Los videojuegos para 'smartphones' aún se enfrentan a reto que deben superar, como la duración de la batería, el sobrecalentamiento o los controles táctiles

Una usuaria juega con su teléfono móvil al videojuego 'Fortnite'.
Una usuaria juega con su teléfono móvil al videojuego 'Fortnite'.

En generaciones anteriores, la inmensa mayoría de los usuarios nos estrenamos en el mundo de los videojuegos a través de las consolas tradicionales y los PCs. Sega, Nintendo, Commodore y, más recientemente, PlayStation y Xbox son marcas que han estado presentes en la vida de cualquier buen jugón a lo largo de décadas. Sin embargo, en el mundo de la tecnología vivimos en el cambio constante y, por ello, no podemos obviar los formatos que está adoptando y transformando el sector de los videojuegos. Muchos de los jugadores más jóvenes no comenzaron en este mundillo a través de una consola de sobremesa o de un PC: ellos están descubriendo este apasionante universo a través de sus smartphones.

Actualmente, cualquier persona puede llevar un ordenador en su bolsillo. Los dispositivos móviles que nos rodean ofrecen componentes cada vez más sofisticados para que podamos disfrutar de mejores rendimientos y experiencias de visionado y audio espectaculares. La evolución de estos dispositivos los ha convertido en herramientas idóneas para gestionar la mayoría de nuestras necesidades de comunicación, búsqueda de información y creación de contenidos. Entonces, ¿cómo no ver a nuestro smartphone como un dispositivo gaming con sus propias ventajas, como la movilidad y la comodidad?

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Los denominados juegos sociales —las apps para smartphones y tablets—, alcanzarán en 2022 los 80.400 millones de dólares, frente a los 62.800 millones de dólares que generarán los juegos tradicionales de consola y PC, según el informe Entertainment and Media Outlook 2018-2022 de la consultora PWC. En España, se facturaron 284 millones de euros solo en aplicaciones durante 2018, un 27,4% más que al año anterior, según el Anuario de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI). Ambos datos muestran un presente potente y auguran un futuro prometedor para aquellos que han decidido apostar por la creación de juegos para dispositivos móviles.

Éxitos como el videojuego PUBG, con más de 200 millones de usuarios en su versión para dispositivos móviles; o Fortnite, con un número de jugadores móviles similar, han demostrado que los usuarios también juegan en el metro, en el parque o esperando un vuelo en el aeropuerto. La llegada de Google Stadia, Project xCloud de Xbox o PS4 Remote Play, servicios que llevarán miles de títulos de grandes productoras a los smartphones de los usuarios, llevarán a otro nivel el rol de los dispositivos móviles en el sector del gaming.

Ya empezamos a ver algunos de los beneficios que llegarán con el 5G, como la posibilidad del cloud gaming. Gracias a las potentes capacidades de procesamiento en la nube, así como al rendimiento y la capacidad de respuesta del 5G, juegos que generalmente solo se podían jugar en un ordenador ya se pueden empezar a disfrutar a través de un smartphone. Y esto es solo el comienzo.

Para que el número de jugadores en smartphones siga creciendo y la experiencia sea cada vez más satisfactoria y se acerque a la acción que ofrece una consola tradicional o un ordenador, los fabricantes de tecnología deben solucionar una serie de retos:

  1. Batería. Tradicionalmente, los jugadores no tenían que preocuparse del nivel de batería de sus consolas u ordenadores. La experiencia de juego en smartphone puede sufrir por miedo a la posibilidad de que nuestro dispositivo se quede sin batería. Para solucionar este inconveniente, los fabricantes están integrando baterías con mayores capacidades, pero es incluso más interesante el trabajo que se está realizando en relación al software: a través de un rendimiento más eficaz de todos los componentes, lograremos afinar el consumo de batería y la carga, con mayores velocidades que permiten cargar un 50% de la batería en cuestión de 20 minutos.
  2. Temperatura. El uso intensivo de un teléfono inteligente puede hacer que se caliente más de lo debido.  Este problema no es simplemente sensitivo; cuando el dispositivo opera con temperaturas elevadas, el rendimiento de la GPU y de la CPU se ve mermado para mantenerse más fresco. El problema se acentúa aún más cuando jugamos mientras se está cargando. Para olvidarnos de este problema, los smartphones de última generación ya cuentan con diseños internos cada vez más sofisticados que integran sistemas de refrigeración líquida. Además, la incorporación de las últimas tecnologías de carga rápida mantienen el calor en el cargador gracias a chips inteligentes de disipación y acortan el tiempo que el teléfono necesita estar enchufado a la red eléctrica.
  3. Controles. Aunque existen juegos exclusivamente diseñados para smartphones y tablets, la mayoría de títulos son multiplataforma: están pensados para diferentes consolas y sistemas operativos. Por esta razón, no es habitual encontrar videojuegos pensados para pantallas táctiles. La dificultad de utilizar controles táctiles que imitan a los físicos puede frustrar a jugadores noveles, que preferirán acudir a las consolas de toda la vida. La solución a este reto cuenta con dos vías diferentes: la creación y optimización de accesorios que conviertan nuestros smartphones en una consola portátil y el fomento de juegos exclusivos para dispositivos táctiles.

David Sanmartín es responsable de OnePlus en España.

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