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InnovaCión, con ‘c’ de CEO

Los CEOs innovadores ya no presumen de poseer todas las respuestas. Los CEOs innovadores piensan en términos de preguntas, y las lanzan para que entre todos aparezcan las ideas

Getty Images

La innovación se ha convertido en mainstream y es ya uno de esos conceptos tendencia en las conversaciones empresariales. Innovar no es una opción para todas aquellas empresas que quieran seguir siendo competitivas en los actuales entornos de negocios… es la ÚNICA opción. Y si hay alguien que debe sentirse particularmente reclutado por el tío Sam de la innovación es el CEO. En innovación no caben atajos ni operaciones de maquillaje. Si el primer ejecutivo no está convencido del valor de aportar por el camino innovador y no se implica en cuerpo y alma con ella, no hay nada que hacer. La organización no recorrerá esa vía por mucho esfuerzo y recursos que se destinen a ello.

La razón de esta importancia del CEO no está en que, como sucedía hace unos años, todas las grandes decisiones dependan exclusivamente de él. Aquellos superlíderes dotados de la facultad de la infalibilidad, cuyo instinto y experiencia les permitían leer las señales del mercado como si se tratara de un libro abierto y que eran capaces de tomar decisiones audaces sin que les temblara el pulso son hoy material de museo.

Muy al contrario, las empresas más innovadoras han desmantelado y desactivado los mecanismos de toma de decisión unipersonales en los que el criterio de líder y, a lo sumo, de su grupo cercano de colaboradores, marcaban el devenir de la compañía. ¿La razón? Se han dado cuenta de que ese sistema, además de ineficaz, es extremadamente peligroso.

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Al fin y al cabo, dejar el futuro de la empresa en las manos de una sola persona, por brillante o resolutiva que haya sido en el pasado, es poner demasiada presión sobre un único par de hombros. Sobre todo porque los modelos de negocio y los mercados se han vuelto tan complejos, cambiantes e impredecibles que es materialmente imposible que un líder solitario maneje todas las variables que intervienen en ellos. El peligro está en que se equivoquen, o, lo que sería incluso peor, en que no hagan nada por miedo a equivocarse.

Para evitar estos accesos de vértigo, las compañías innovadoras han aplanado sus estructuras y democratizado los sistemas de toma de decisiones, de manera que son muchas más las opiniones que son escuchadas a la hora de marcar el rumbo a seguir. Este estilo participativo tiene la doble virtud de que, por un lado, abre enormemente el abanico de alternativas, ya que muchas mentes trabajando juntas llegan más lejos que unas pocas, y, no digamos, que una sola. La segunda ventaja es que al colectivizar la toma de decisiones, también se reparte la responsabilidad.

Y aunque el CEO, como primer ejecutivo, siempre va a estar a la cabeza de errores y aciertos, esa presión se suaviza y distribuye de una forma más equilibrada, de manera que la empresa se asegura de mantener engrasada la maquinaria de la toma de decisiones y evita peligrosos bloqueos por inacción.

Pero, si el CEO ya no es el único responsable de tomar las decisiones relevantes de la empresa, ¿cuál es entonces su cometido y por qué es crucial su papel en los procesos de innovación? Puede decirse que los CEOs innovadores lo son en la medida en que sean capaces de inspirar y empujar a su equipo para que también lo sean. Su ejemplo, su entusiasmo y su compromiso son vitales para que toda la organización se alinee con la innovación.

Bajo este prisma, más que dar órdenes para que otros ejecuten, la misión del CEO es crear la atmósfera y las condiciones propicias para que toda la organización en su conjunto se comporte y piense en términos de innovación. La innovación no consiste únicamente en digitalizar procesos o en aplicar metodologías agile.

La innovación surge de algo mucho más profundo e intangible, de la propia cultura organizacional. Implica un completo cambio de mirada en todas y cada una de las personas que constituyen el organigrama. Y una transformación de tal envergadura solo se logra si el líder se arremanga y sacude los mismísimos pilares sobre los que se asienta la organización.

La intervención del CEO será crucial para que la innovación sobreviva a los numerosos ataques, internos y externos, que sufrirá durante sus primeros meses y años de vida, especialmente cuando ésta puede verse como un ataque -como sucede con frecuencia con la innovación disruptiva- contra el negocio tradicional de la compañía y contra las zonas de confort de muchos de sus protagonistas. Deberán hacer frente a quienes traten de desacreditar o boicotear los proyectos innovadores de la empresa y a quienes intenten comprometer el futuro de la compañía bajo el pretexto de salvaguardar su presente.

Entre las tereas pendientes del CEO también estará la de saber rodearse de un equipo preparado y comprometido con la causa que le ayude a diseminar la cultura innovadora por toda la capilaridad de la organización. Deberá ser capaz de identificar a esos líderes formales o informales que sean sus apóstoles y ejecutores sobre el terreno. Y también será su responsabilidad alentar una cultura de colaboración y tolerancia al error, así como comportarse con coherencia y ejemplaridad.

Al contrario que sus predecesores, los CEOs innovadores ya no presumen de poseer todas las respuestas. Los CEOs innovadores piensan en términos de preguntas, y las lanzan para que entre todos aparezcan las ideas. Son personas con debilidades e inseguridades, pero que, lejos de ocultarlas, no les duelen prendas en pedir ayuda y consejo.

Como decía Churchill con su flema británica, “el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Su gran virtud está en que son los mejores rodeándose de los mejores . Y en que luego se aseguran de que los mejores puedan hacer su trabajo.

Tommaso Canonici y Antonio Núñez son autores de El líder ante la innovación. Claves de liderazgo Innovador para la Alta Dirección.

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