Motor y tecnología: a toda velocidad en la mayor revolución de la industria
La visión de una ciudad del futuro en la que solo circulen flotas silenciosas de serviciales coches autónomos inteligentes y seguros es tan poética como posible. Nadie puede responder con precisión si llegará a ser así en parte o en todo y cuándo será. Pero parece que será.
La visión de una ciudad del futuro en la que solo circulen flotas silenciosas de serviciales coches autónomos inteligentes y seguros es tan poética como posible. Nadie puede responder con precisión si llegará a ser así en parte o en todo y cuándo será. Pero parece que será.
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Lo que sabemos, de momento, es que el sector del automóvil no había vivido una transformación como la actual probablemente desde que en 1888 Bertha Benz condujera por primera vez a lo largo de 106 kilómetros el invento de su esposo Karl y lo lanzara a la fama mundial. Toda la cadena de producción y venta está inmersa en un cambio impactante y veloz: la fabricación, robotizada casi por completo en algunas de sus fases; la venta a un comprador de quien ya se conocen, gracias a Internet, sus gustos y preferencias antes de que cruce la puerta del concesionario; el vehículo y las infraestructuras, cuyas conexiones entre sí se están testando ya en varias carreteras españolas; un nuevo usuario para quien el coche es un bien susceptible de ser compartido, y el servicio posventa, que apunta hacia componentes inteligentes y diagnosis temprana.
Este sábado 27 de octubre, en la entrega 11 de la REVISTA RETINA, entramos de lleno en la industria del automóvil de la mano de la planta que Volkswagen posee en Landaben, a la afueras de Pamplona, en la que casi todo son robots. Artilugios enormes de movimientos perfectos que se mueven a un ritmo imperturbable y saben, sin posibilidad de error, qué paso deben dar en cada momento. Reciben y leen datos de manera continua, entregan precisión constante, garantizan siempre el flujo de la información: es la industria 4.0.
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