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Alibaba despide a todos sus camareros

Visitamos el primer restaurante robotizado del gigante chino de Internet. Los comensales pueden elegir los alimentos frescos, enviarlos por cintas volantes hasta la cocina y recibirlos preparados a bordo de robots

Una caja del supermercado Hema
Una caja del supermercado HemaZigor Aldama

Resulta irónico que lo primero que se ve en la puerta del restaurante robotizado que Alibaba ha estrenado en Shanghái sea un ser humano dando la bienvenida. Pero la razón no está en las carencias de los robots, sino en las que tienen los comensales de carne y hueso. “La gente todavía no está acostumbrada a interactuar exclusivamente con máquinas”, explica una joven sonriente que acompaña a los clientes en el proceso de elegir mesa.

Comedor de Robot.He
Comedor de Robot.HeZigor Aldama

En dos pantallas instaladas en la pared, los clientes del restaurante Robot.He seleccionan entre los dos tamaños disponibles: la mesa pequeña es para un máximo de cuatro comensales, mientras que en la grande se pueden sentar seis. A continuación, un escáner lee el código QR que genera en el móvil del usuario la aplicación de Hema —la cadena de supermercados de nuevo comercio del gigante chino de Internet—, y el sistema asigna una mesa. La nuestra es la C6. A partir de aquí, no es necesario interactuar con ningún otro ser humano.

Existen dos formas de elegir el menú. La primera requiere una visita a la tienda Hema adyacente al restaurante. Es uno de los 57 supermercados que Alibaba ha abierto en 13 ciudades chinas para revolucionar el sector. Aquí los clientes no tienen que empujar un carrito, porque basta con que escaneen con el móvil los códigos de barras de los productos que quieren adquirir y los añadan a su cesta virtual. Luego, después de abonar la compra utilizando el sistema de pagos electrónicos Alipay, un empleado de carne y hueso va llenando una bolsa con los productos indicados y la coloca en una cinta que la lleva volando por el techo de la tienda hasta el almacén, desde donde salen los mensajeros que la entregan en casa en menos de media hora.

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En el local del distrito noroccidental de Jiading, donde se encuentra el supermercado- restaurante, existe una segunda posibilidad. En vez de elegir la opción de enviar a domicilio, se puede escoger la de enviar a la cocina. En este caso, el comensal selecciona lo que quiere comer y la cinta transportadora, a través de un robot que recuerda al brazo del exoesqueleto que la teniente Ripley utiliza para derrotar al bicho en Aliens, lleva el producto hasta la cocina. Es un sistema divertido, porque los clientes disfrutan pescando en las gigantescas peceras llenas de gambas, cangrejos, bogavantes, y todo tipo de animales que ocupan una parte importante del local. Sin duda, más fresco no puede estar el género.

Nos decantamos por unas navajas —¡procedentes de Pakistán!— y una especie de vieiras. Estas últimas se sirven crudas, así que solo se paga por el precio del producto, pero las navajas requieren abonar un suplemento de 20 yuanes (2,6 euros) sobre el precio del supermercado para que sean cocinadas. Es un extra razonable, pero que eleva el monto de la factura por encima de la media de Shanghái.

Comedor de Robot.He
Comedor de Robot.HeZigor Aldama

Nos sentamos en la mesa C6 y añadimos otros dos platos a la comanda utilizando el segundo método para pedir comida: desde la aplicación de Hema se escanea el código QR que hay en una esquina y en la pantalla se despliega el menú con los platos disponibles. Añadimos unos rollitos de primavera —sí, en China también existen—, y una ración de pimiento a la shanghainesa que nos arrepentiremos de pedir por lo picante que es. Pagamos todo con el móvil y en una pantalla en la que aparece nuestro nombre de usuario se muestra el pedido completo.

En menos de media hora, unos Vehículos Automáticos Guiados (AGV, según sus siglas en inglés) que parecen pequeños coches nos traerán todos los platos a la mesa. No hay camareros, pero sí servicio de limpieza. Porque en China no es habitual que los comensales recojan al acabar de comer y los robots todavía no pasan el paño.

Sorprende el generoso tamaño del restaurante. Cuenta con un impresionante circuito de doble sentido para los robots y con una decena de ramales a cuyos lados están ubicadas de forma perpendicular las mesas. Las cocinas —en las que hay espacio para el instrumental específico que requiere la elaboración de delicias culinarias como la barbacoa cantonesa o los dumplings— ocupan el fondo del restaurante. Y los robots esperan pacientemente en fila a que los cocineros vayan depositando en ellos los platos. Solo el primero tiene abierta la tapa transparente, y en una máquina se señala el plato que espera. Así se evitan los errores.

Con un código QR en el móvil se elige la comida y se abona la cuenta. Robot.He necesita
Con un código QR en el móvil se elige la comida y se abona la cuenta. Robot.He necesitaZigor Aldama

En la pantalla de cada mesa se muestra un plano con la ubicación en tiempo real de todos los robots. La interfaz tiene cierto aire al Comecocos. Nuestro vehículo automatizado aparece en amarillo para destacarlo entre el resto de iconos azules; y, cuando detecta el peso del plato que introduce el cocinero, cierra la cubierta y se pone en marcha. “De media tardan 40 segundos en llegar a la mesa”, comenta una encargada que prefiere no dar su nombre.

El robot se va acercando y se detiene sobre el código QR que, en el carril, marca la ubicación exacta de la mesa C6. “¡Cai lai la! [Ya estoy aquí]”, dice una voz infantil distorsionada mientras se abre la tapa. Si tardamos en retirar el plato, se impacienta y pide que nos demos prisa. Al fin y al cabo, cada robot transporta solo uno, lo cual alarga el proceso. En cuanto detecta que ya está vacío el compartimiento, el AGV cierra la tapa —hay que tener cuidado porque lo hace de forma algo brusca—, se da la vuelta, y regresa a la cocina para que se le asigne una nueva labor.

Robot.He necesitalocales amplios para que puedan pasar los robots.
Robot.He necesitalocales amplios para que puedan pasar los robots.Zigor Aldama

Mientras los platos van llegando, los clientes pueden adquirir las bebidas en el bar autoservicio del fondo opuesto a la cocina: hay una máquina para echar cañas de cerveza, refrescos en lata o en botella, y agua. Los dos primeros se pagan con el móvil, pero el agua es gratuita. “Hemos venido para ver cómo funciona el tinglado, porque es curioso”, explica una mujer apellidada Han que disfruta de la experiencia con su hijo de diez años. “Me gusta que el marisco sea fresco, y está bien cocinado. Además, los robots tienen entretenido a mi hijo”, ríe. Asegura que volverá.

En China, donde los camareros suelen ser hoscos y apenas interactúan con los clientes, la introducción de robots parece una elección acertada. “Los prefiero a las miradas de desprecio y los errores que cometen muchos”, sentencia una joven comensal. Alibaba ha invertido siete millones de yuanes (900.000 euros) en el primer restaurante Robot.He, y asegura que en cuatro meses habrá recuperado la inversión: pueden servir hasta 1.500 comidas al día en fin de semana.

Es un inicio prometedor. Tanto que Hema ya trabaja en la apertura del segundo Robot. He en el centro de Shanghái. Y, aunque no da detalles sobre su expansión, todo apunta a que seguirá la estela de su principal competidor, JD, que ya ha anunciado su intención de abrir mil restaurantes robotizados JOY de aquí a 2020.

Camareros robotizados
Camareros robotizadosZigor Aldama

“Nuestro sistema maximiza la eficiencia y la productividad, pero todavía tiene margen para mejorar. Los carriles ocupan mucho espacio, y no hemos dado con la fórmula para recoger y lavar los platos de forma automatizada. Pero en el futuro más próximo la intervención humana será todavía menor, porque esas tareas, así como las de los cocineros, las llevarán a cabo robots”, avanzó Hou Yi, consejero delegado de Hema. De hecho, una segunda generación de AGV ya está lista para su despliegue en el siguiente restaurante.

Ahora son la novedad, pero Hema no utiliza los robots como reclamo para sus restaurantes. De ahí que hayan dado la espalda a los camareros-androides de otros establecimientos. Aunque esos últimos propician muchos selfies, su eficiencia y movilidad dejan mucho que desear, y la pragmática multinacional china busca un sistema que impulse la productividad y reduzca los costes en personal.

No es, ni mucho menos, la única con ese objetivo. Un estudio realizado por la OCDE concluyó que el 14 % de los empleos actuales —incluidos camarero, cocinero y conductor— son “altamente automatizables”. Eso supone que los humanos que los desempeñan tienen una probabilidad del 70 % o más de ser sustituidos por máquinas. Si el informe está en lo cierto, en los próximos años se destruirán 66 millones de empleos en los 32 países estudiados. Los más afectados serán los que requieren un menor nivel de formación o “los empleos que realizan sobre todo jóvenes que compaginan estudios y trabajos temporales”.

Zigor Aldama

Así, el Robot.He es más una seria llamada de atención que una anécdota curiosa. De hecho, los supermercados de Hema también terminarán adoptando las tecnologías de mensajería automatizada. Desde los drones que proponen sus competidoras JD o Amazon, hasta los vehículos sin conductor desarrollados ya por Baidu, que pronto comenzarán a entregar paquetes por las calles del país asiático. Sin duda, nadie podrá decir que no estaba avisado.

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