Componer sin saber tocar ningún instrumento
La tecnología y la innovación ya permiten crear música con un algoritmo… o una construcción de Lego.
Con la ayuda de la inteligencia artificial se pueden componer canciones sin saber tocar ningún instrumento. Y, tirando de ingenio, incluso se pueden fabricar instrumentos nuevos uniendo basura y tecnología. Esta mezcla de innovación y cultura maker parece tener la clave de cómo está cambiando el proceso de imaginar y convertir una canción en realidad. Se vio claro en la última edición de Sónar +D, que muestra cada año las propuestas más innovadoras que unen tecnología y música.
En ese espacio se encontraba Magenta, un sistema de inteligencia artificial diseñado por Google que ayuda al usuario a componer. El objetivo de este proyecto es lograr que la inteligencia artificial escuche al artista y luego le sugiera cambios, variantes y mejoras. Que sea de ayuda en el proceso creativo y se convierta en una herramienta de valor para los creadores. Su director, Douglas Eck, contó a EL PAÍS Retina que está convencido de que los algoritmos tienen mucho que aportar a los artistas."Un pianista juega con la intensidad de cada tecla que pulsa, con los silencios, con la velocidad, con la forma de hilar las notas", ilustra Eck. La aplicación del deep learning en este terreno está posibilitando que la máquina aprenda a captar estos matices a base de escuchar y procesar cientos de interpretaciones. Y así, puede concebir sus propias piezas.
Además de comenzar el proceso creativo, ya es fácil demostrar cómo la tecnología cobra cada vez más relevancia en la producción musical. El software destinado a hacer modificaciones a las voces, a autocorregirlas, no deja de crecer. "Resulta más económico afinar la voz de un cantante con un programa de ordenador que pedir al artista que repita la toma una y otra vez", explica Jaime Altozano, compositor y productor musical. En uno de sus vídeos de YouTube demuestra cómo se puede grabar y afinar una canción pop o crear un punteo magistral sin saber tocar la guitarra. "Esto sucede hasta en la música clásica. Glenn Gould, uno de los intérpretes de Bach más famosos, reconoció abiertamente que sus grabaciones son recortes de diferentes tomas", explica Altozano. Y la introducción de la inteligencia artificial resulta muy prometedora. "No me extrañaría que, a medio plazo, el hilo musical del ascensor o la canción de acción genérica de una serie se generen con un programa de inteligencia artificial".
Toda esta tecnología puntera contrasta con propuestas como las de Playtronica, también presente en Sónar +D, cuyo estand mostraba cómo la cultura maker y la unión de objetos de andar por casa con tecnología también ayudan a crear sonidos nuevos. Entre sus propuestas había una noria construida con piezas de Lego unida a un sintetizador que permite escuchar los colores. Se trata de un proyecto que une entretenimiento, educación y arte a través de experiencias musicales. "Con nuestro proyecto queremos demostrar cómo la conductividad humana también puede usarse para crear música", explica uno de los responsables de Playtronica. Esta cultura maker se extiende sin límites: los makers tiran de imaginación y crean aparatos inteligentes que facilitan el proceso creativo. Ya no hace falta una compañía de por medio para fabricar instrumentos, utilizarlos para componer y grabar un disco.
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