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La precariedad y la falta de formación ponen a España en la picota digital

Ocho expertos debaten sobre los riesgos de la automatización del empleo: todavía estamos a tiempo de paliar los efectos que la digitalización tendrá en los modelos de trabajo

Asustado porque los robots puedan quitarte el trabajo? A pesar de los esfuerzos de aquellos que se han empeñado en convencerte de que no hay nada por lo que preocuparse, deberías saber este miedo no es precisamente infundado. Un reciente informe de la consultora McKinsey sobre empleo y automatización recopiló más de 2.00 actividades de cerca de 800 ocupaciones para después analizar cuántas de ellas podrían automatizarse con la tecnología actual. El resultado: cerca de un 15% de las horas trabajadas a escala global podría quedar en manos de máquinas sin que apreciáramos la diferencia.

El potencial de la tecnología para destruir puestos de trabajo crece si nos centramos en economías desarrolladas —27% en Japón o 23% en España frente a un 9% en India— y se ceba con aquellos profesionales con menor formación. “Las ocupaciones relacionadas con recoger y procesar datos, así como aquellas asociadas a un trabajo más físico, tienen un potencial de sustitución más alto, de prácticamente el 50%”, afirmó Antonio Rodríguez, presidente de Berocam Consulting, durante su intervención en el foro Digitales Summit 2018, que se celebró esta semana en Madrid.

Participantes en el foro Digitales Summit 2018.
Participantes en el foro Digitales Summit 2018.Pablo Monge

A pesar de que los cambios que provocará la automatización en el modelo de trabajo vigente se antojan inminentes, esta disrupción avanza a un ritmo más lento del que pueda parecer. “El cambio no está a la vuelta de la esquina y no se debe a un tema de regulación o tecnología; es una cuestión de costes”, sostuvo María José Talavera, responsable de VMware Iberia. La directiva insistió en que la sociedad está a tiempo de reaccionar y evitar el desastre si apuesta por la educación. “Si formamos a las generaciones venideras en lo que está por venir, podremos conseguir que estén preparadas para que el impacto de la tecnología sea positivo”, propuso. “El reto es transformar las competencias de la gente para adecuarlas a las necesidades del mercado”, añadía José Manuel Mas, director general de Experis IT.

Al fin y al cabo, el revés que los algoritmos pueden provocar al empleo debería entenderse como una fase más que como una tendencia. “En los últimos 150 años, la tecnología ha construido más empleos de los que ha destruido”, sopesó Diego Rubio, director ejecutivo del Centro para la Gobernanza del Cambio del IE. “El problema es el corto plazo. Tenemos que entender cómo gestionar esta transición”.

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Y el primer paso está en la educación. Antonio Peñalver, CEO de Sopra Steria, recordó que, durante su etapa estudiantil, los procedimientos formativos estaban más centrados en memorizar que en entender, algo que acaba con la ventaja competitiva que los humanos siempre tendrán sobre las máquinas. “Hay que cambiar el modelo de aprendizaje para hacer primar la inteligencia colectiva a la individual”, defendió.

La necesidad de cambio en el sistema educativo no es el único reto al que se enfrenta el empleo ante el avance de la tecnología. Buena parte de la responsabilidad en esta problemática recae sobre las organizaciones. “En 2030, si los efectos más nocivos de la automatización no se saben manejar, aumentará la precarización”, recordaba Isabel Araque, secretaria confederal de UGT y única representante sindical en un plantel conformado por directivos de empresas privadas. “Es urgente legislar en este sentido para evitar los peligros de esta transformación. Las oportunidades que brinda la tecnología tienen que venir acompañadas de políticas de empleo efectivas para recuperar el talento”.

El problema es el corto plazo. Tenemos que entender cómo gestionar esta transición.

Diego Rubio, director ejecutivo del Centro para la Gobernanza del Cambio del IE

Y es que, aunque la automatización todavía no haya dejado sin trabajo a una parte significativa de la población, sus efectos han empezado a sentirse. “De momento, la digitalización no está destruyendo empleo, pero sí está reteniendo salarios. Cada vez es más difícil concebir un aumento de sueldo, porque muchos puestos de trabajo peligran ante la alternativa tecnológica”, opinó Alfonso Martínez, jefe de operaciones de Altran Innovación en España.

Ante la desaparición de un puesto de trabajo, al profesional afectado solo le queda una alternativa: la reinvención. El CEO de Arca, César Cid, aludió a la transformación del empleo en el ámbito agrícola, donde buena parte de trabajadores terminaron en el sector servicios, y a la mudanza de profesionales de la construcción a la industria. Manifestado su optimismo, Cid resumió en una frase los dos retos que la sociedad afronta para evitar el desastre laboral que podría auspiciar la tecnología: “La sociedad tiene que trabajar por una educación menos reglada, que evolucione del concepto de formación al de aprendizaje, y enfocarse en el empleo, protegiendo los sectores más débiles y luchando contra la precarización”.

España no paga por el talento

Otro tema que abordaron con espíritu crítico varios ponentes fue la falta de incentivos que tienen los trabajadores de empresas españolas. “En Francia, un ingeniero recién licenciado contra el doble que aquí en su primer trabajo”, reconocía Martínez. “Perdemos competitividad por no valorar el talento”.

“Pagamos poco porque los clientes nos pagan poco y en Francia pagan mejor porque los clientes les pagan mejor”, respondía Peñalver. “Buena parte de la culpa la tiene el sector público, donde los concursos los gana el que hace el trabajo más barato”.

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