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Juego de tronos en las telecomunicaciones espaciales

Los satélites ya no son lo que eran. La industria clásica trata de adaptarse a tiempos convulsos en los que también hay hueco para startups punteras y made in Spain

Pixabay

En 2017 se pusieron en órbita 310 satélites. Casi el doble de los que se lanzaron durante el año anterior, de acuerdo con el registro de la Union of Concerned Scientists (UCS). Este incremento, el mayor que se ha dado en la historia de la industria espacial, está a punto de ser pulverizado. Según las estimaciones, en menos de tres años estaremos lanzando 1.000 satélites al año.

¿Qué ha cambiado? Todo. Los grandes satélites ya no tienen el monopolio de las telecomunicaciones. El mercado de contenidos que antaño justificaba que el skyline de cualquier ciudad fuese un mar de antenas sigue ahora otros caminos. Y están ganando terreno las constelaciones: hay garrafas de agua que pesan más que algunos de los satélites que sobrevuelan el planeta.

Skyline de Madrid
Skyline de Madrid

Casi la mitad de los satélites cuyo lanzamiento registró en 2017 la UCS tenían el mismo dueño y pesaban menos de cinco kilos. En lo que a ancho de banda se refiere, estas redes ofrecen tiempos de respuesta más cortos que los masivos satélites geoestacionarios. Por lo que respecta al bolsillo, el tamaño importa. Ya no hay que ser un país para poner un satélite en órbita. "Antes esto era algo que ninguna empresa privada podía acometer. El hecho de que los satélites se hayan hecho más pequeños, lo permite", explica Raúl Torres, director ejecutivo y fundador de PLD Space, en el IX encuentro Hispasat sobre telecomunicaciones espaciales.

Torres es sangre nueva. Su startup empezó a trabajar en un lanzador para pequeños satélites en 2011. Ahora tienen 18 millones para desarrollar un cohete suborbital, el 75% de ellos procede de inversores privados "Hemos necesitado siete años para que un fondo de capital riesgo se crea que aquí hay negocio", matiza.

Pero las reuniones están cambiando para unos y otros: "A muchos se nos educó en una política conservadora. Cuando iba a ver a algunos operadores, las reuniones duraban diez minutos: '¿Usted tiene cinco años en órbita? ¿No? Pues encantado de conocerle'. Ahora la pregunta es: ¿qué puedes hacer que no hacías hace dos años?", señala José Guillamón, director de espacio de Airbus.

No tiene sentido pretender reinventar el espacio desde cero Antonio Abad, Hispasat

Para los grandes, los de siempre, no hay muchas opciones: renovarse o morir. Sin embargo, Antonio Abad, director técnico y de operaciones de Hispasat ve esta disyuntiva como una oportunidad para coger carrerilla. "En Hispasat somos el octavo o noveno operador del mundo. No jugamos en primera línea, pero para una empresa española está fenomenal. En nuestra industria nacional ocurre un poco lo mismo". Su razonamiento es que ganar terreno en tiempos de vacas gordas es más difícil.

"Cuando estás jugando en segunda y quieres subir a primera, lo tienes crudo en una situación de mercado estable; porque cuando tú intentas crecer, los demás no están parados", explica. En tiempos turbulentos, la distancia se vuelve relativa para quienes sean capaces de anticiparse. "Quien lo consiga, tiene la capacidad de dar un salto cualitativo. Esto es una buenísima oportunidad para Hispasat para saltar y posicionarnos entre los tres o cinco primeros operadores del mundo. Y también creo que lo es para la industria española".

De fronteras para afuera, Hispasat ya está colaborando con Google y Facebook. "Hace tres años no querían ni vernos. Afortunadamente, toda esta gente se está empezando a dar cuenta de que no tiene sentido pretender reinventar el espacio desde cero", sentencia Abad. Dentro de España, sigue habiendo dos escenarios antagónicos. Grandes actores buscando soluciones que den continuidad a sus negocios mientras encuentran la manera de competir en un espacio al que llegan cada vez más rivales. Y empresas jóvenes con planes de negocio en constante metamorfosis.

Esto no depende del low cost, sino del high value. De qué podemos darle al cliente que no tenga. José Mariano López-Urdiales, Zero2Infinity

"Lo que habéis conseguido vosotros para probar vuestro motor es lo que la NASA se gasta en un año en café y fotocopias". Torres recuerda con orgullo esta apreciación. Las startups espaciales tienen que llegar alto con bajos presupuestos. ¿Solución? "Cobramos poco y trabajamos mucho", resume el director ejecutivo de PLD Space.

Miran cada céntimo, pero no son el Ryanair de las estrellas. "Esto no depende del low cost, sino del high value. De qué podemos darle al cliente que no tenga. De cómo podemos hacer que su satélite sea más capaz", precisa José Mariano López-Urdiales, fundador y director ejecutivo de Zero2Infinity. En esta startup nacida en 2009, se llega al espacio con globos.

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¿Por qué la crisis de unos parece la edad dorada de los otros? Según López-Urdiales, la actitud marca la diferencia. "El no tener miedo al riesgo, sino gestionarlo, es algo que hacemos distinto. Abrazar el riesgo es necesario para tener retorno", señala. Sin embargo, es precisamente esto último lo que está ralentizando el avance de los recién llegados. Los inversores españoles no disfrutan de la incertidumbre. Según Abad, invertir esta situación es cuestión de tiempo. "Conforme vayamos creciendo, las empresas que hoy están empezando sí estarán dispuestas a invertir en nuevas startups del espacio. Además, nosotros tenemos la responsabilidad y la obligación de explicar a los inversores que en el espacio se puede ganar dinero".

Mientras tanto, el contraste entre los nuevos y los de siempre empieza a difuminarse. Para Abad, el futuro pasa por la convergencia. "Estamos todavía en una fase incipiente. Pero esto no es un sistema antagónico donde lo nuevo acabará con lo viejo. Esto al final tendrá que fusionarse. Es cierto que hay mucho que es mejorable, pero si compartimos, podemos crecer a partir del conocimiento que tenemos. Sería un poco absurdo tirarlo todo para empezar de cero".

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