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Innovación

La Iglesia se está actualizando (tecnológicamente)

Pagar el cepillo con tarjetas ‘contactless’ o confesarse mediante una tableta son ya una opción para algunos feligreses

Jaime Villanueva

Algunos de los integrantes más transgresores de la Iglesia pretenden evangelizar en una fe alejada de lo analógico. Proliferan pequeñas iniciativas que buscan la comunión entre la era digital y la religión. Hasta el Papa Francisco ha aprovechado un espacio innovador como las charlas TED para abrazar la disrupción. “Sería bueno si el crecimiento de los proyectos tecnológicos se correspondiese también con una mayor igualdad e inclusión social”, aseguró por videoconferencia en una de estas conversaciones el año pasado.

Uno de los primeros coqueteos de la Iglesia con las nuevas tecnologías ha partido de una startup francesa que ha creado una app llamada La Quête –recaudar limosna en castellano–. Uno de sus dos fundadores, Romain Husson, asegura que la iniciativa surgió con el fin de aportar una vía extra de financiación a los templos católicos para que no dependieran en exclusiva del cepillo de las misas. “Para los fieles, basta con descargar la aplicación de forma gratuita, transmitir sus datos bancarios y registrar su parroquia de forma manual o por geolocalización. Luego da la cantidad que desea y el pago se realizará al final de cada mes”, añade.

Lejos de las aplicaciones móviles, pero aprovechándose de las ventajas que aportan los avances digitales, la diócesis de París también ha dado los primeros pasos para que el clero tenga su bautismo tecnológico particular. Una iglesia católica de la capital de Francia, consciente de cómo menguaba su recaudación en efectivo, no ha dudado en colocar un cepillo electrónico para que los fieles aporten entre dos y 10 euros mediante sus tarjetas contactless. “Toda una generación usa cada vez menos billetes y monedas. Asiste a misa, pero no tiene facilidades para donar nada”, argumenta esta diócesis pionera como el principal motivo de la inclusión de este medio de pago sin contacto.

En el caso de España, el mayor exponente de disrupción eclesiástica se ubica en Madrid. La iglesia de San Antón, en pleno centro de la capital y gestionada por la fundación Mensajeros de la Paz, ha luchado desde 2015 por confirmar este cambio cultural en el que lo digital no tiene por qué reñir con la fe. En palabras de Adrián Gutiérrez, director del templo, se trata de aportar nuevas soluciones a través de la innovación. Uno de estos proyectos es el de las confesiones con un iPad. “Es una forma de hacerlas accesibles a personas que, por ejemplo, tengan problemas auditivos. Puedes escribir los pecados y, así, no es necesario que todos se enteren de lo que quieres confesarte”, explica.

La iglesia de San Antón, abierta las 24 horas del día, también se ha sumergido en otras iniciativas para acercar la palabra de Dios digitalmente. Según los datos del barómetro del CIS, casi un 60% de quienes se consideran católicos afirmó no acudir casi nunca a misa. Ante esta cifra, Mensajeros de la Paz decidió retransmitir por streaming sus oficios con la intención de que puedan verse en cualquier parte del mundo. “Damos la oportunidad de estar en el culto aunque no sea presencialmente. Las que más interés despiertan son las del padre Ángel [sacerdote creador de la fundación en 1962], pero no son las únicas que ofrecemos”, comenta Gutiérrez.

Resulta casi imposible que haya una tecnología que no dependa de internet. En San Antón, pese a que no sea lo más transgresor de la era digital, no han cometido este pecado capital de quedarse al margen e la conectividad. En su iglesia tienen un wifi abierto disponible para todos los públicos. Tal y como destaca el director del templo, vivimos en una época en la que los teléfonos móviles son indispensables y cualquier persona dispone de uno. “Nosotros queremos abrir una línea de comunicación, a través de Whatsapp, por ejemplo, para aquellos que vivan lejos de su casa y quieran hablar con sus países de origen. Es una forma de que nadie esté aislado”, recalca.

‘Startups’ incubadas en El Vaticano

Con el fin de desarrollar proyectos éticos, El Vaticano se ha sumado a los procesos de aceleración de startups. Hasta nueve empresas han sido seleccionadas por la Santa Sede para formar parte de este proyecto de incubación. El programa dota a las compañías con 85.000 euros de financiación y la asesoría de un mentor durante seis meses. Como "donativo", la curia vaticana obtendrá un porcentaje de las ganancias que puedan generar. Nokero ha sido una de las elegidas por su proyecto basado en mejorar las condiciones de vida en los países en desarrollo. Produce bombillas solares que distribuye principalmente en entornos carentes de electrificación. Este es solo uno de los ejemplos de la fe emprendedora que se ha apoderado del sumo pontífice.

La economía colaborativa también se ha abierto un hueco entre las soluciones tecnológicas relacionadas con la fe católica. El emprendedor Tanguy Levesque ha creado una startup que él mismo denomina el Uber de la confesión. GoConfess, que es el nombre de la aplicación, permite a los penitentes que deseen expiar sus pecados encontrar a un sacerdote disponible en ese momento y ponerse en contacto con él para confesarse dónde y cómo quieran. La geolocalización no solo sirve para amasar grandes cantidades de datos, sino además para conectar con Dios. La conexión se estrecha cada vez más entre lo digital y la buena nueva, por antagónico que suene. Parece que la Iglesia ha sentido la llamada de la innovación con toda la fuerza.

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