Pilar López: Inteligencia artificial

Cantidades masivas de datos, potencia de proceso casi ilimitada gracias a la computación en la nube y algoritmos de aprendizaje automático (machine learning) que transforman los aplicaciones en sistemas inteligentes. La inteligencia artificial es una disciplina más antigua de lo que parece —nació en la década de los cincuenta—, pero es ahora cuando tiene al alcance todo lo que necesita para pasar a su desarrollo pleno.

De momento ya nos hemos acostumbrado a su funcionamiento en el correo electrónico, las recomendaciones de compra o los chatbots, pero eso es solo el principio. Las previsiones que se manejan del impacto de la inteligencia artificial son mareantes. Por ejemplo, Bank of America Merrill Lynch pronostica que en 2025 habrá un supuesto un recorte acumulado en masa salarial de más de siete billones de euros, mientras que el despliegue masivo de drones dotados de inteligencia y coches autónomos aumentará la productividad, también de manera acumulada, en otro billón y medio de euros. Por su parte, The McKinsey Global Institute concluyó que la revolución de la inteligencia artificial es “diez veces más rápida y tiene una escala 300 veces mayor” que la Revolución Industrial.

Personas y máquinas trabajarán juntas “en todos los sectores de actividad y en un plazo mucho menor del que se imagina”, pronostica Pilar López, presidenta de Microsoft España. Pero en España hay deberes pendientes. López cree que las grandes y medianas empresas sí están desarrollando diferentes aplicaciones corporativas de la inteligencia artificial, pero las pequeñas empresas y la Administración pública corren el peligro de quedarse atrás.

Personas y máquinas trabajarán juntas “en un plazo mucho menor del que se imagina”

“Somos la decimosexta economía mundial por volumen de PIB, pero sin embargo estamos en el puesto 34 por competitividad. El escaso nivel de digitalización condiciona nuestra capacidad para competir en un mercado global”, asegura López. Social y políticamente hay otro debate abierto: la cuestión sobre la necesidad de un impuesto a los robots o la creación de una renta mínima universal. López destaca la otra cara de la moneda, “la creación de nuevos empleos relacionados con la robótica y la inteligencia artificial”.

“El 65% de los niños que están ahora en Primaria trabajarán en empleos que aún no se han inventado. Un entorno educativo que no tenga en cuenta estas nuevas realidades está condenado a perder relevancia”, asegura, y por eso pide reforzar en los currículos las materias STEM (siglas en inglés de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Probablemente esos niños sean la última generación más inteligente que sus máquinas, así que deberían tener todas las claves para ponerlas a su servicio.