Superando el vértigo: el viaje hacia la empresa inteligente
Las compañías han de adoptar servirse de los avances tecnológicos para someterse a una profunda transformación que llegue hasta su mismo 'core business'
Tener ya no es suficiente. Venimos de un mundo en el que la prosperidad se medía en aquello que cada individuo podía poseer: una casa, un coche, un ordenador... Esta forma de entender el bienestar ha sido durante décadas el motor del crecimiento de nuestras economías. Cuanto más consumo, más producción; en consecuencia, más empleo y recursos; y vuelta a empezar.
Pero ese mundo tiene fecha de caducidad. Han entrado en escena dos factores determinantes: la crisis económica y la entrada en el mercado laboral y de consumo de una generación muy distinta a la de sus padres: los millennials. De sobra es conocido el concepto de nativo digital: el 32% de ellos jamás ha pisado un banco, según datos del BBVA y solamente el 18% tiene previsto comprar una casa.
Para los consumidores, cada vez es más importante experimentar en lugar de poseer, lo que sin duda tiene un fuerte impacto en nuestra estructura productiva, que tiene que virar hacia la denominada economía de la experiencia, donde más que productos, las compañías ofrecen servicios.
Esto ya lo podemos ver hoy en día. Modelos de negocio como el de Car2Go están desafiando el sector automovilístico. ¿Por qué voy a comprar un coche, con todos los costes asociados en combustible, seguro... si puedo alquilar uno y pagar exclusivamente por el tiempo que lo he usado? Car2Go no vende vehículos, vende un servicio de movilidad. Y esa es precisamente una de las disrupciones que están sacudiendo la economía.
Este ejemplo se puede extrapolar a otros sectores: empresas de telecomunicaciones que se convierten en proveedoras de todas nuestras necesidades del hogar, aseguradoras que se convierten en asesoras de salud... Y todo esto es posible gracias al impresionante desarrollo de la tecnología de los últimos años: inteligencia artificial, blockchain, biometría y robótica, entre otros.
Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente. Para tener éxito en la economía de la experiencia, las compañías han de someterse a una profunda transformación que llegue hasta su mismo core business, convirtiéndose en compañías inteligentes. Los grandes disruptores siempre han sido empresas nuevas, que comenzaron como startups y desafiaron lo establecido (Airbnb, Amazon, Google o Cabify). De hecho, las empresas ya establecidas rara vez han liderado este cambio porque supone un cambio tan profundo que da vértigo: no es fácil transformar radicalmente un negocio.
Sin embargo, es posible. El viaje para convertirse en una empresa inteligente pasa por ser relevante para clientes y consumidores, ofreciendo soluciones hiperpersonalizadas mediante el empleo de los datos y la analítica. Además, el empleo de la denominada Industria X.0, la reinvención digital de la industria, se convierte en una herramienta fundamental, ya que permite transformar el core business mediante las últimas tecnologías digitales, maximizando la eficiencia en producción, diseño, I+D...
Evidentemente, esto requiere una inversión tecnológica que lo haga posible, que pasa por desarrollar una arquitectura digital basada en nuevos servicios en la nube, APIs abiertas, robots… que además de ser más eficientes, son menos costosos que los tradicionales sistemas informáticos.
Una vez hecho el cambio, es necesario protegerlo. Los ciberataques son cada vez más frecuentes y tienen cada vez mayor impacto en los negocios, por lo que la ciberseguridad debe formar parte de la estrategia de las compañías y estar presente en toda la cadena de valor.
Todo ello no tendría sentido sin el activo más importante: las personas. Las compañías inteligentes saben combinar las tecnologías más avanzadas con las mejores cualidades humanas para incrementar sus capacidades y su productividad. Esto se refleja en una organización flexible y ágil, que permite innovar y responder a las necesidades del mercado de manera rápida.
Juan Pedro Moreno es presidente de Accenture en España, Portugal e Israel.
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