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Internet de alta tensión

Las compañías eléctricas tienen que invertir en digitalizar y dotar de inteligencia a la red eléctrica, asegura el vicepresidente de Energy Iberia de Schneider Electric

Getty Images

El bien más perecedero que existe es la energía eléctrica y, dado que las baterías no han alcanzado todavía la madurez tecnológica que las haga masivas, aún necesitamos generar energía al tiempo que la consumimos. Esto implica que para mantener la frecuencia (50Hz en Europa), además de la tensión, hay que regular en tiempo real toda la potencia que entra en la red -todas las fuentes- para igualar lo que se consume. Hasta ahora esto era relativamente sencillo. La antigua red eléctrica gestionaba con un gran “cerebro central” todas las fuentes de entrada: nucleares, térmicas, e incluso las renovables (eólicas u otras) que iban incorporándose al mix de generación en un flujo unidireccional generador-consumidor.

Pero a principios del siglo XXI, las compañías eléctricas viven un punto de inflexión tecnológico. La irrupción generalizada de las renovables, mucho más repartidas por la red, y los nuevos modelos de consumo están forzando su digitalización. Por primera vez, los distintos sistemas que conforman la infraestructura de red deben aprender a hablarse entre ellos. La información, al igual que la energía, ya no viaja unidireccionalmente, los puntos se han multiplicado, los datos y actores a monitorizar han crecido exponencialmente y para evitar el colapso de ese gran cerebro central hay que dar paso a las nuevas generaciones de inteligencia distribuida: el IoT reclama su espacio en la gestión de la energía; Internet entra en la alta tensión.

A principios del siglo XXI, las compañías eléctricas viven un punto de inflexión tecnológico.

Vivimos un momento de gran expectación en el sector. Hemos conseguido cerrar la brecha que tradicionalmente existía entre el mundo IT y el mundo OT, haciendo que sea tecnológicamente viable avanzar hacia un nuevo modelo energético descarbonizado, descentralizado y mayoritariamente eléctrico. En paralelo, cada día se abre la puerta a nuevos modelos de negocio con consumidores más activos gracias a la bidireccionalidad de datos y energía.

¿Y qué está acelerando este cambio? Todo.

Por un lado, tenemos a un consumidor más activo y con mayores expectativas. Queremos tener más visibilidad, control y decisión en nuestros consumos, disponer de mucha más información y poder actuar y decidir sobre su consumo -que el precio de la electricidad en España sea uno de los más caros de Europa, por supuesto, ayuda-. Por otro lado, lo obvio, las renovables han multiplicado el número de puntos de generación conectados a la red. Con dos particularidades: no pueden garantizarnos cuándo y cuánto van a poder proveer al sistema y están dispersos, por lo que las posibles variaciones a tener en cuenta se multiplican. También influye la evolución del modelo de negocio fruto de la evolución de la demanda, especialmente la demanda de energía más limpia.

Y, por último, por fin nos hemos puesto firmes en la necesidad de desvincular el crecimiento económico de la curva de emisiones de CO2 y consumo energético tal y como se constató en la última COP21. Para ello hay que consumir energía de forma más eficiente, evitar las pérdidas de la red y priorizar las energías más verdes.

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Ante este panorama, las compañías eléctricas tienen que invertir en digitalizar y dotar de inteligencia a la red eléctrica. De hecho, lo están haciendo principalmente conectando los dispositivos para que se comuniquen entre ellos, incrementando los sensores y elementos de control que aumenten la flexibilidad de configuración de la red, además de medir eficiencia o reponer con celeridad los cortes de servicio. Aumentaremos el control y disminuiremos las pérdidas. En este mismo sentido se ha hecho el despliegue de contadores inteligentes.

Estamos aún en su desarrollo, el IoT de la red eléctrica tiene mucho camino por delante. El salto diferencial lo tendremos cuando explotemos de forma integral el sistema, incluyendo el bucle de abonado en baja tensión. Desde los elementos de campo a los sistemas de control inteligente, tenemos una ingente información sobre la que aplicar analytics para traducirla en información de gestión capaz de aportar valor y servir de base para nuevos modelos de negocio y desarrollos.

En mi opinión, las plataformas abiertas escalables y con ciberseguridad embebida de las que disponemos permiten ya la transformación digital de la gestión de la red.

Como usuarios, ¿qué beneficios veremos cuando el IoT entre definitivamente en nuestra red eléctrica? Pues, aunque parezca lejano hoy, en breve tendremos la posibilidad de trazar desde qué proveedor consumo la energía, de elegir qué tipo de energía quiero consumir y de qué generador, optar por tarifas mucho más flexibles… En definitiva, veremos en primera persona la transición energética hacia un modelo más descarbonizado, digital y descentralizado. Es el momento, como sucede siempre que se llega a un punto de inflexión, de la innovación y de las ideas valientes.

Francisco Barceló es vicepresidente de Energy Iberia de Schneider Electric.

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