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‘Tokenización’: mi reloj se ha transformado en una tarjeta de crédito

La ‘tokenización’ revoluciona los métodos de pago al permitir que cualquier dispositivo dotado de esta tecnología realice transacciones

Getty Images

El concepto de token le resultará familiar a los más asiduos a los festivales. Cambian su dinero por esas fichas y con ellas pagan todo lo que consuman en el recinto. La evolución de este método de compra ha dado un salto en los último años. Cada vez hay más empresas que lo han incorporado como moneda de cambio habitual. Apple Pay o el reloj inteligente Ionic de Fitbit son dos ejemplos de la tokenización. Dos métodos de pago que se basan en acercar el teléfono o la pulsera al terminal para realizar una transacción como si se tratara de una tarjeta de crédito.

La revolución de los tokens tiene una primera barrera de seguridad. Tal y como explica Carmen Alonso, directora general de Visa España, es un medio que ofrece muchas más garantías que una tarjeta debido a que solo sirve para realizar un pago concreto. Es decir, imposibilita que dupliquen el plástico y puedan apropiarse de todo el dinero de una cuenta. “Los consumidores tienen confianza en estos nuevos métodos de compra. Adoptan aquellos productos y servicios digitales que mejor se adaptan a su rápido estilo de vida”, explica.

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El aumento de seguridad se basa en que los tokens funcionan igual que la tarjeta, pero cuando se produce la compra, la información que circula no es la del titular, sino la de la ficha. De esta forma, se sustituyen los datos de la cuenta por una serie de números que permiten el pago. Cristina Carrascosa, abogada experta en blockchain, precisa cómo es el funcionamiento de esta nueva tecnología: “Los tokens admiten varias capas de valor en su interior, por lo que es quien lo diseña el que decide qué tiene dentro un token en concreto”.

Esta nueva tecnología no se adpotará de un día para otro. Más allá de los acuerdos necesarios entre todos los actores, desde emisores de tarjetas hasta empresas fabricantes de wearables, la confianza es una palabra clave. “Las nuevas formas de pago siempre tardan en adoptarse porque lo que está en juego es el dinero y la seguridad. Nadie puede equivocarse cuando ya está disponible para los usuarios”, razona Bill Gajda, vicepresidente de Innovación de Visa. Estos clientes derriban paulatinamente sus barreras con respecto al pago sin tarjetas. Como concluye el estudio de Visa de Pagos Digitales 2017, “el 77% de los españoles utiliza su móvil para realizar operaciones bancarias y efectuar compras diarias”.

Para los desarrolladores de la tokenización, la razón de ser de esta tecnología radica en los cambios de hábitos de consumo de la sociedad. Si los teléfonos móviles y los relojes inteligentes acompañan el día a día de las personas, ¿por qué no permitir comprar con ellos? En palabras de Bertrand Sava, director general de Visa para el sur de Europa, se trata de multiplicar las posibilidades de pago y no quedarse en las tarjetas tradicionales. “Aplicamos las oportunidades que crea el internet de las cosas. Si es un sistema seguro, ayudemos a que los usuario utilicen lo que tienen más a mano, ya sea un coche o una pulsera”, añade.

Los ‘millenials’ lideran el pago digital

Los millenials están impulsando el crecimiento del pago digital. Según la encuesta de Pagos Digitales 2017 de Visa, este grupo social, de entre 18 y 34 años, utiliza en un 86% el llamado dinero móvil para comprar o pagar facturas. De hecho, más de la mitad de ellos no tiene ningún problema en utilizar su smartphone para transferir dinero a familiares o amigos, cuando la media a penas llega al 40%. En el estudio de la proveedora de tarjetas, queda claro y patente que esta generación impulsa con fuerza el uso de nuevas tecnologías, como los tokens, y que lo único que quieren es poder hacer uso de su dinero en cualquier momento y para cualquier tipo de gasto.

El incremento exponencial del comercio electrónico, que ha habilitado tiendas que abren 24 horas durante 365 días al año, ha facilitado la irrupción de nuevos métodos de compra; y más si demuestran que gozan de mayor seguridad, como sucede con los tokens. Pese a que hay menor reticencia a teclear los datos de una tarjeta en los sitios web –el 61% de los consumidores europeos ve con mejores ojos los pagos digitales que hace un año, según el informe de Visa–, la desconfianza continúa rondando en la cabeza de muchos clientes. Precisamente, uno de los caballos de batalla contra los que luchan las empresas es este, el llamado “abandono del carrito de la compra”.

En el caso de España, la percepción de inseguridad y de falta de privacidad a la hora de pagar con dispositivos que no sean la tarjeta de crédito disminuye año tras año. Sin embargo, aún no goza de una aceptación generalizada. “Las inquietudes sobre temas de seguridad ha descendido de un año para otro del 65% al 55%, cuatro puntos por debajo de la media europea”, determina el estudio de Visa.

La revolución de la tokenización se abre paso poco a poco. Los esfuerzos de todos los implicados por ofrecer mejores experiencias de compra a sus usuarios les puede llevar a que resulte común hacer la compra desde la nevera o que nuestro coche pague directamente el repostaje. El gran problema al que tendrán que enfrentarse es, como suele ocurrir con muchas soluciones tecnológicas, el hackeo de los datos. “Tenemos que asegurar que los tokens no se copian porque los cibercriminales pueden utilizarlos en lugar de los datos tradicionales y conseguir sus mismos objetivos”, concluye Irene Abezgauz, vicepresidenta de Cymmetria.

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