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Estrategia empresarial

Cómo potenciar la resiliencia en tu empresa

La capacidad de salir fortalecido de los problemas es una competencia profundamente útil para sobreponerse a las crisis laborales

Puesto que es imposible vivir evitando las crisis y las caídas, es necesario que desarrollemos aptitudes que nos permitan superar las adversidades y aprender de ellas para la próxima vez que el mundo se nos venga encima. La resiliencia es precisamente la capacidad de enfrentarse a los problemas y no solo solucionarlos, sino salir fortalecido de ellos. Es una cualidad imprescindible en las personas a nivel personal y laboral, pero también para las empresas. Las compañías resilientes tienen más acceso a redes de apoyo cuando llegan los problemas, reaccionan antes y consiguen salir airosas con más facilidad también de las crisis imprevistas. Ante la transformación a marchas forzadas que se está viviendo ahora mismo, el dilema está claro: ser resiliente o morir.

Aplicar nuestras capacidades para sacar algo bueno de los problemas será necesario en algún punto de la vida de la empresa: puede que sea porque el negocio se arruine, algo que es previsible en los meses anteriores a que suceda. Pero también puede enfrentarse a un desastre natural o un incendio, situaciones imprevistas que suponen una inversión extra —que afectará en mayor o menor medida al negocio— y que ponen a prueba la capacidad de sobreponerse a los dramas y no solo superarlos sino salir fortalecido, que es la característica que diferencia a la resiliencia de otras capacidades como la resistencia.

El error que cometen muchas empresas es confundir estos dos términos. Según los expertos, la resistencia está ligada a la capacidad de soportar una determinada sobrecarga de forma sostenida: si cargamos demasiadas piedras o durante mucho tiempo, nos desplomaremos bajo el peso. La resistencia se agota. Pero si somos capaces de gestionar la sobrecarga y extraer algo enriquecedor, estaremos siendo resilientes. La resiliencia no se termina, sino que se incrementa con el tiempo, así lo explica Mario Garcés, experto en el desarrollo de la resiliencia en las organizaciones. Y añade: "Comprender la diferencia entre los dos términos es fundamental para poder desarrollar procesos y dinámicas más eficaces y positivos".

Otros estudios apoyan esta aportación. Michelle Gielan, investigadora en el ámbito de la psicología positiva, asegura que pensar que somos más duros solo porque aguantamos más es una concepción científicamente incorrecta. Su investigación llevada al día a día de los trabajadores concluye que la falta de un periodo de recuperación incrementa los problemas de salud. Esta falta de reposo puede estar provocada por pensamientos del trabajo que interfieren con nuestro sueño o tener una activación cognitiva continua por mirar nuestros teléfonos. "Trabajar de más y estar exhausto es lo contrario a la resiliencia", explica Gielan. Y si los empleados no tienen la capacidad de enriquecerse de las crisis, difícilmente la organización lo conseguirá.

Para poder adelantarse es necesario recopilar toda la información disponible y hacerlo de forma proactiva. Informarse y estar preparado, por ejemplo, para la llegada de nuevos impuestos o aranceles y regulaciones. Conocer a lo que te vas a enfrentar te ayuda a planear. Para eso es imprescindible la comunicación y la confianza entre los empleados de la empresa.

Definir el rumbo de la compañía en situaciones concretas, evitar los sesgos a la hora de valorar las amenazas y compartir información son acciones a través de las cuales se puede mejorar la resiliencia. Garcés también destaca que es importante formar grupos con variedad de ideas y visiones diferentes que aborden un mismo problema desde distintos ángulos, "así habrá más opciones para generar soluciones originales y eficaces que ayuden a afrontar la crisis", explica. Los expertos aconsejan que es útil crear una red de apoyo, tanto a nivel de trabajador a trabajador, como a nivel de empresa, buscando apoyo en proveedores o compañías amigas. Si las situaciones imprevistas nos sorprenden con estos hábitos ya implantados, la supervivencia se hace mucho más probable.

Todas las organizaciones deberían ser capaces de salir fortalecidas de los problemas. Generalmente las grandes y las más antiguas, como tienen más recursos, pueden actuar como una red que permite encajar los desafíos y resolverlos. Pero también son más resistentes, por eso soportan mucho más peso del que sería aconsejable y se vienen abajo de forma estrepitosa. En cambio, las pequeñas y las startups son más conscientes de su debilidad y tienen más capacidad de adaptación, aprenden a diversificarse o reinventarse de forma muy dinámica y eso aumenta su resiliencia.

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