Adiós al teletrabajo, hola al empleo inteligente
El rol de los empleados en el entorno digital no debería tener nada que ver con el de hace unas décadas
El teletrabajo ha hecho mucho daño. Las organizaciones no han entendido el concepto y lo han utilizado mal, por eso algunas han dado marcha atrás en los modelos que habían implantado. Ahora deben apostar por el smartworking”. Así de confiado se muestra Andrés Ortega, responsable de talento en ING, sobre una moderna práctica empresarial que empieza a ser tendencia.
El trabajo inteligente tiene lugar cuando una empresa es capaz de crear un ecosistema que permita a los profesionales decidir en función de su ocupación dónde van a llevar a cabo cada tipo de tarea. La decisión debe ser del empleado, a quien se le presupone un nivel de madurez profesional suficiente como para valorar qué reuniones deben ser presenciales y en cuáles puede estar virtualmente.
Las empresas son más eficaces cuando ponen el poder en manos de sus trabajadores Andrés Ortega, Head of Talent en ING
“De esta manera las compañías crecen en eficacia y productividad a través de la tecnología: poniendo el poder en manos de sus trabajadores”, expuso durante un coloquio sobre el puesto de trabajo digital en el Sage Summit 2017, que se celebró en Ifema, en Madrid. “Debemos flexibilizar la autonomía de las personas más que los propios horarios, y para eso necesitamos dejar de penalizar al empleado que trabaja desde casa y de premiar al que esté calentando la silla”.
- En busca de la flexibilidad
Suena el despertador por tercera vez y te levantas corriendo porque vuelves a llegar tarde a la oficina. Te duchas deprisa y corriendo, bebes el café de un trago y engulles una tostada mientras te aprietas la corbata. Ya en el coche, te desesperas en el atasco de la hora punta, pero consigues llegar solo diez minutos tarde y que tu jefe no te pille pasando de puntillas frente a su despacho. Una situación que a pocos profesionales les resulta ajena. La imagen de personas cabizbajas que fichan al entrar y al salir es el vivo reflejo de la falta de flexibilización de horarios en las empresas tradicionales, uno de los errores más habituales de cualquier organización. “¿Qué necesidad tenemos de que determinados empleados tengan que llegar a una hora concreta?”, se pregunta Josep Velasco, director comercial en Robotics. “El empleado valora que se le ofrezca cierta autonomía en este sentido mucho más allá del sueldo que percibe. Es lo que se llama salario emocional”.
La implementación del trabajo a distancia en España es un proceso lento. Un 7% de los empleados ejerce el teletrabajo y solo un 13% de las empresas lo ofrece, según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo y Eurofound. Con la existencia del correo electrónico, las videoconferencias o soluciones en la nube, pocas excusas justifican la imposición del presencialismo en las oficinas. “El puesto de trabajo ya no está acotado”, explica Melchor Sanz, director de preventa en HP. “No empieza y termina donde está la persona; es el propio desempeño profesional del trabajador”.
- La elección de las herramientas de trabajo
La mayoría de organizaciones niega a sus empleados la posibilidad de elegir dónde ejercer su trabajo, pero no es el único punto en el que interfieren. Muchas empresas prefieren pensar por ellos a la hora de decidir qué tipo de plataformas necesitan para llevar a cabo su actividad profesional. “Cuando piensas por otros, tiendes a poner a su disposición herramientas que tienen un uso indebido o que no se optimiza”, afirma Ortega.
Sanz coincide en este punto. “Un error que cometemos las empresas es que facilitamos la vida al que compra la tecnología, al responsable de informática y telecomunicaciones, y este no es el usuario final ni conoce bien sus necesidades”, explica. “La tecnología y la concienciación de los trabajadores son de las cosas más importantes para la transformación digital de las empresas, pero si la estrategia de la dirección no cambia en este sentido, es muy difícil evolucionar”.
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