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Tecnología, poder y la búsqueda de lo humano: respuestas del presente para preguntas del futuro

EL PAÍS reúne en la tercera edición del Evento Tendencias a expertos como el futurista Gerd Leonhard, la física Nazareth Castellanos o el politólogo Pol Morillas, entre otras personalidades y empresas

Beatriz Olaizola

¿Qué es hoy ser un ser humano? ¿Cómo se gobierna en la era da la transformación tecnológica? ¿Está todo dicho sobre la inteligencia artificial? ¿Qué viene después? ¿Cómo es nuestra relación con el trabajo? ¿Toda innovación es positiva? ¿Cómo serán los cuerpos más longevos? Son grandes preguntas, complejas, y todas requieren respuestas abiertas, ofrecidas con calma, rigor y datos. Con esa intención, la de abrir la puerta al diálogo, al debate sosegado, al intercambio de ideas retadoras, se ha celebrado este lunes en Madrid el Evento Tendencias 2025, la tercera edición del foro que nació con un propósito: hablar del presente para entender el futuro.

“Hace ya más de dos siglos, dos filósofos alemanes popularizaron una expresión feliz y que ha perdurado. Es la del espíritu del tiempo, la atmósfera intelectual, moral, cultural de una época. Se refería a ese espacio donde en el confuso torrente de la historia nos sentimos en comunidad, nos reconocemos y andamos a la par. Esa es la esencia de Tendencias, saber hacia dónde vamos y hacia dónde vamos a ir con otros”, ha resumido Jan Martínez Ahrens, director de EL PAÍS, en la apertura del evento.

El encuentro ―que reúne a expertos, personalidades y empresas― está organizado por EL PAÍS con el patrocinio de Abertis, Enagás, EY, Novartis, OEI (Organización de Estados Iberoamericanos), Redeia y Santander, y se ha celebrado en el espacio cultural Centro SOLO (CSV). En varias ponencias, mesas redondas y diálogos, los invitados han conversado sobre IA, desinformación, quiénes mueven los hilos de la geopolítica, qué nos hace humanos, cómo nos relacionamos con los demás, con el trabajo, con la tecnología, o la falta de fe en la democracia.

En la película de ciencia ficción La llegada, dirigida por Denis Villeneuve y estrenada en 2016, 12 naves extraterrestres aterrizan en nuestro planeta y los alienígenas que las habitan comienzan a comunicarse con los humanos. Para entender lo que quieren decir, si es que quieren decir algo, una lingüista pasa días descifrando su lenguaje. En un momento dado, uno de ellos dice: “Ofrezco arma”. Se desata entonces la locura geopolítica y la lingüista se ve obligada a intervenir y calmar el pánico: “Quizá no entiendan la diferencia entre un arma y una herramienta. Nuestra lengua y cultura son confusas, y a veces son lo mismo”. Esa idea, la de que cualquier instrumento puede ser constructor y destructor, y que depende de cómo lo entendamos, es lo que ha expuesto en su ponencia Gerd Leonhard, futurista y humanista, y autor del libro Technology Vs. Humanity.

Para Leonhard, la tecnología, en concreto la IA, está reconfigurando la arquitectura del mundo de forma “impredecible, hostil” y, en muchos casos, “poco fiable”. “Nvidia [que invierte millones en OpenAI] vale más que todas las farmacéuticas del mundo juntas. Las compañías tecnológicas son las que nos dirán cómo es el futuro. ¿Será honesto? ¿Podemos confiar en ellas?”, plantea el futurista.

Y ofrece una respuesta: dependerá de sus incentivos. Por ahora, señala, estos incentivos son las ganancias, el crecimiento y el poder. “El sistema operativo de nuestras vidas son otras personas, la sociedad, no un ordenador. Si el futuro al que nos van a llevar va a estar marcado por esos incentivos, no es tan bueno como podría llegar a ser con la tecnología que tenemos en nuestras manos ¿Ignoraremos nuevamente los efectos secundarios exponenciales del progreso tecnológico? Lo hicimos con el cambio climático, lo estamos haciendo con la IA. Necesitamos una nueva lógica económica, las máquinas hacen rutinas y nosotros hacemos todo lo demás. Las herramientas deben seguir siendo eso, herramientas, el pensamiento nos pertenece a nosotros”, ha defendido.

El futuro del que habla Leonhard no es un castillo en el aire y los impactos de la inteligencia artificial y el tecnooptimismo feroz que critica son visibles. La semana que viene se cumplen tres años de la irrupción de ChatGPT en nuestro día a día. Este y el resto de chatbots son ya uno más en el quehacer diario, desde escribir simples correos, a invadir las aulas, utilizarse como consejero en salud o incluso informarse de lo que pasa en el mundo. ¿Cómo abordarlo? Cristina Aranda, consultora de Big Data e IA, cofundadora de MujeresTech y ELLIS Alicante, ha debatido al respecto con Ricardo Baeza-Yates, premio Ángela Ruiz Robles en Informática Aplicada en 2018, en una mesa redonda moderada por el periodista de EL PAÍS Manuel G. Pascual.

Aranda ha expresado que “el gran cambio ha sido usar nuestro lenguaje con estas herramientas. Si antes debíamos saber lenguajes de programación o gestión de datos, ahora con el lenguaje normal hacemos muchas cosas y cosas que en el día a día nos quitan trabajo”. Y con la normalidad llega la confianza, a veces ciega, en la IA: se asume como cierto todo lo que ofrece y se abre la puerta a la desinformación y la dependencia en la tecnología. “Se nos vende que la IA es una magia, algo increíble, y no es así. Aún estamos en párvulos de datos, son la materia prima de la IA y muchas empresas aún tienen un Diógenes interno al respecto. A las máquinas les falta calle”, ha comentado.

Baeza-Yates coincide con Aranda y ha puesto sobre la mesa la siguiente reflexión: “Cuando un sistema funciona a base de predicciones [en referencia a los chatbots] y una gran parte del tiempo acierta, el usuario se va a creer que lo hace el 100% de las veces”. Para hacerle frente, defiende, hay que luchar por una regulación más exigente. “No toda la innovación es positiva y la buena regulación impide la falsa innovación. Hay que ser lúcidos, no creer lo que vemos, discernir verdad de mentira y si queremos ser mejores que la IA, debemos hacerlo nosotros”.

¿Quién gobierna el mundo?

La tecnología, además de influir en nuestras vidas, está reconfigurando el mapa del orden mundial. El futuro ha dejado de ser puramente occidental, las viejas alianzas se resquebrajan y surgen nuevos lenguajes políticos, cada vez más agresivos. ¿El mundo es de las empresas? ¿Quién escribe las reglas? ¿Qué papel juega Europa?

Bruno Maçães, analista geopolítico y ex secretario de Estado de Asuntos Europeos de Portugal, ha respondido a la pregunta en una de las mesas redondas centradas en geopolítica. “Tecnología y geopolítica son sinónimos. La foto de Donald Trump, rodeado por todos los CEOs tecnológicos, fue el momento en que los poderes tecnológicos y políticos se fusionaron completamente. ¿Podríamos ver una foto de Ursula von der Leyen rodeada por los CEOs tecnológicos? No, por dos razones. Primero, porque no nos gusta esa combinación de poderes económicos y políticos. Segundo, y lo más importante, porque en Europa no tenemos compañías tecnológicas y no tenemos CEOs tecnológicos”, ha comentado.

También ha intervenido Pol Morillas, politólogo y director del centro de pensamiento CIDOB —Barcelona Centre for International Affairs―, y ha señalado lo siguiente: “El poder se está desplazando, pero las ideas no convergen. Estados Unidos cree que puede llevar el poder al límite de la política, mientras que la UE lucha por desenvolverse en la política del poder porque va en contra de su esencia; no fue concebida para ello. Trump intenta romper con cualquier consenso, y la UE intenta comprender si puede lograr la autonomía respecto a Estados Unidos”.

Con ambos ha conversado Cristina Gallach, periodista, exsecretaria general adjunta de la ONU y exsecretaria de Estado de Asuntos Exteriores, para quien el multilateralismo actual es “débil y preocupante”. “Lo veíamos venir. La estructura se configuró en 1945, pero necesitaba una transformación porque los actores han cambiado. Ya habíamos visto tendencias e iniciativas, pero nunca como ahora. El segundo factor que hace temblar al sistema es Estados Unidos, que parece estar harto de lo que ayudó a crear y utiliza la amenaza y el miedo. Este es el nuevo lenguaje del sistema internacional, y la ONU se pierde en el guion actual, que es el guion del pasado”, ha defendido.

¿A qué nos vamos a dedicar?

Desequilibrio en el poder, herramientas que se convierten en armas, empresas voraces y un desarrollo tecnológico sin precedentes son los ingredientes para reconfigurar por completo la arquitectura política y económica mundial, y, con ella, cómo concebimos el consumo y el trabajo. ¿Qué espacio queremos que ocupe el trabajo en nuestras vidas? ¿A qué tipos de trabajo aspiraremos en el futuro? ¿Los escogeremos nosotros o lo hará la demanda tecnológica?

Para Carl Benedikt Frey, profesor en Oxford y autor de The Technology Trap, la reflexión clave es qué trabajos mantendrán los humanos en la era de la IA. “Si la inteligencia artificial escribe tus cartas y la del resto, ¿cómo destacas? Va a crecer el valor de la comunicación en persona. Después esta la creatividad, la IA ha empujado la línea de lo que se considera creativo y puede hacer muchas cosas, pero todavía no se acerca siquiera a [lo que hace un humano]. Sí, puede hacer combinaciones o imitar a Shakespeare, pero puede imitar a Shakespeare porque Shakespeare existió“, ha expuesto en una conversación con Alicia González, periodista de EL PAÍS y especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía.

“Es muy dificil saber cómo van a ser los trabajos [del futuro], si le hubieran preguntado a mi abuela, ella no habría dicho que su nieto sería ingeniero de software. Lo que sí sabemos es en qué campos la IA no es buena. Si tu trabajo no incluye novedad, comunicación en persona, navegar el mundo fisico, es problable que sea automatizado”, ha señalado. Aun así, Frey opina que en muchos campos dará igual si la IA es mejor y ha recordado que ahora “hay más jugadores de ajederez que cuando la máquina Deep Blue ganó a Kaspárov”.

Cuerpos y mentes del futuro

A las dudas y miedos sobre el futuro del trabajo y el trabajo del futuro, se suma otra realidad: cada vez vivimos más tiempo y con más salud. La conquista de la longevidad es una empresa que nunca ha frenado y que ahora más que nunca obsesiona tanto a científicos como a compañías tecnológicas. ¿Hacia dónde van los cuerpos y la salud? De ello han charlado Guadalupe Sabio Buzo, investigadora en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y Guillermo Antiñolo, genetista, pionero en medicina fetal y terapias génicas en España, autor de La revolución del genoma femenino.

La enfermedad, ha comentado Antiñolo, “es un concepto antiguo, y hoy de lo que queremos hablar es de mantener la salud y anticiparnos a los problemas”. El genetista se ha especializado en la salud de la mujer y defiende que estudiarla es clave para el futuro: “Hasta ahora ha sido un estudio fragmentado (menopausia, maternidad...) pero es una línea continua. Nuestra tarea pendiente es hacer que la mujer no sea estudiada en medicina desde el un punto de vista androcéntrico. La mujer vive más, pero su calidad de vida empeora más a partir de los 50 años, y no es una cuestión politica, sino necesaria. O se atienden con un modelo específico o estamos perdiendo en salud y en investigación”.

Buzo coincide y ha añadido que se trata de entender cómo es la prevención, cómo funciona el organismo y que eso abre “un campo enorme, porque todo lo no estudiado en la mujer, supone nuevas vías de tratamiento y prevención”. Esa necesidad de comprender a fondo también la ha mencionado respecto a uno de los grandes retos de la salud hoy: la obesidad. “Deberíamos entender cómo funciona para saber cuándo funciona mal y eso no siempre va correlacionado al peso. La grasa es un órgano endocrino más, secreta sustancias que podemos detectar en la sangre y que podemos identificar para decir: la grasa de esta persona tiene una enfermedad respecto a la grasa de otra”.

Cuidar el cuerpo es una parte, pero cuidar cómo se piensan los cuerpos es otra. Nazareth Castellanos, física teórica y doctora en neurociencia, y Pablo d’Ors, sacerdote, fundador de la red de meditadores Amigos del Desierto y autor de la Biografía del silencio, han conversado ―en una charla moderada por Javier Moreno, comisario de Tendencias y exdirector del periódico― sobre las mísitica y la interioridad en medio del barullo digital.

“Estamos creciendo en humanidad, no perdiendo. Es una época de cambio. Hasta ahora pensamos que el problema estaba fuera y hemos empezado a ver que está dentro y el problemaa ahora es la interioridad. Siempre estamos pensando y actuando, y vemos que hay algo más importante que pensar y hacer, que es escuchar, mirar, la contemplación. Cuando empezamos a mirar, el pensamiento y la acción se transforman”, ha defendido D’ors.

Para Castellanos, el hecho de que se pueda describir materialmente lo que sucede en el cuerpo y fuera de él, “no significa que [esa descirpción puramente informativa] lo mate, siempre y cuando exista una mística asociada la ciencia. Que la pregunta de a qué podemos llamar mente no se quede solo en la información, sino que a la mirada le podamos dar un matiz más sapiencial, contemplativo y reflexivo”. La física habla de separar información de conocimiento: “La información te describe cómo son las cosas. La otra pieza te dice algo más, es un aprendizaje que no puedes describir analíticamente, es un paso más arriba”.

Tendencias es un proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, Iberdrola, Iberia, Mapfre, Novartis, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Redeia, y Santander, WPP Media y el partner estratégico Oliver Wyman.

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Sobre la firma

Beatriz Olaizola
Es reportera en la sección de Madrid. Antes escribió reportajes para eldiario.es en el País Vasco, donde cubrió sucesos y temas sociales, políticos y culturales. También realizó prácticas en la Agencia EFE. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y máster en Periodismo UAM- EL PAÍS.
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