Adaptarse o morir: el reto de incorporar la IA en el trabajo
Cada vez más empresas apuestan por la inteligencia artificial para transformar los procesos productivos, mientras los empleados tratan de ajustarse a esta nueva realidad


A veces, lo mejor es preguntarle directamente a la propia máquina:
— ¿Es inútil intentar adaptarse al impacto que tendrá la IA en el trabajo?
— No creo que sea inútil intentar adaptarse —dice ChatGPT.
Y sigue: “Cada gran transformación tecnológica ha generado incertidumbre: desde la Revolución Industrial hasta la llegada de Internet, siempre ha habido quienes pensaban que la velocidad del cambio haría imposible la adaptación. Sin embargo, la realidad ha demostrado que las sociedades y los trabajadores siempre encuentran maneras de ajustarse”.
La inteligencia artificial fue durante mucho tiempo terreno exclusivo de programadores y especialistas en datos. Ahora, el 46% de las empresas en España la han incorporado en su día a día, según un estudio de Randstad Research. Sergio Rodríguez, CTO y cofundador de PUEdata, que diseña estas herramientas para otras empresas, señala a EL PAÍS: “La IA generativa es la guinda del pastel de esta revolución tecnológica. El acceso a herramientas como ChatGPT permite a los trabajadores hablar en lenguaje natural con la información de la empresa”. Y añade que “ahora pueden hablar con su negocio, hablar con sus datos, con sus activos. Es ahí donde entra el cambio de paradigma”.
La mayoría de compañías utiliza la IA para automatizar tareas administrativas, mejorar la atención al cliente o analizar datos con mayor precisión. El sector financiero encabeza esta transformación: el 53% de sus empresas ya han implementado IA, según un informe de AWS, la división de computación en la nube de Amazon. El banco BBVA ha desarrollado un sistema basado en inteligencia artificial que analiza datos en tiempo real para mejorar la toma de decisiones financieras. Iberdrola, en el sector energético, ha creado un asistente de IA generativa que optimiza el mantenimiento de infraestructuras.
Aunque el 84% de los empleados en España la usa en su día a día, según datos de la consultora EY, algunos se quedan atrás. Hasta los ingenieros informáticos tienen dificultades para adaptarse a un entorno de innovación sin precedentes. “Muchos programadores tienen que enfrentarse a la realidad de que hay herramientas nuevas que pueden hacer buena parte de su trabajo. Eso les rompe los esquemas”, explica Silvia Pradas, responsable de talento de Tokiota, una consultora tecnológica especializada en IA.
Conseguir que den el salto a la nueva era es uno de los grandes retos de la transformación digital. “Estamos haciendo mucha formación interna para que entiendan el beneficio que tiene. La gente en general es reacia al cambio por desconocimiento. Cuando ven que la herramienta no es un rival, que es un beneficio para ellos, se hacen más partícipes. Pero tienes que acompañarles para que hagan ese cambio de chip, y a veces no es fácil”, añade Pradas. Cuando implantan estas tecnologías, ofrecen a sus clientes un periodo de formación para enseñar a los empleados a usar la nueva aplicación.
Sin buenos datos, no hay IA
El verdadero motor de la inteligencia artificial son los datos que la alimentan. “Si los datos son buenos, la IA generará información útil; si son malos, las respuestas serán erróneas o sesgadas”, apunta Rodríguez. El problema, dice, es que muchas empresas han acumulado grandes volúmenes de información que no están bien organizados. “Estamos en un punto en el que ya no basta con apilar datos, hay que estructurarlos, gobernarlos y asegurarse de que tengan sentido”, defiende.
Su empresa ya ha implantado herramientas de este tipo en compañías de diversos sectores. En los centros de atención al cliente, por ejemplo, los agentes utilizan IA generativa para encontrar respuestas a las preguntas más difíciles de los clientes. “Esto mejora la eficiencia sin sustituir al trabajador, que sigue validando la información antes de responder al cliente”, señala Rodríguez.
A la hora de contratar, la demanda de habilidades también ha cambiado. Las empresas buscan empleados que sepan cómo sacar el mayor partido a la inteligencia artificial, sea cual sea el sector en el que se implemente. Pradas ya está buscando perfiles híbridos para su empresa: “Que dominen un entorno tecnológico concreto, pero que sepan utilizar bien herramientas como Copilot (un asistente de IA para programar) para sacarles el máximo partido”. No todas las empresas han logrado integrar esta tecnología con éxito. Muchas carecen de un plan claro sobre cómo aplicarla, o no tienen recursos suficientes para implantarla en su modelo productivo.
Impacto en el empleo
El impacto en el empleo es difícil de predecir. Solo el 2% de las empresas que han implementado IA han reducido plantilla, mientras que el 8% ha contratado más personal para gestionar y optimizar estos sistemas, según Randstad Research. Isaac Cantalejo, de BTS, una consultora especializada en desarrollo de talento y transformación empresarial, asegura que la IA no está eliminando puestos de trabajo, sino cambiando las competencias necesarias.
“Las habilidades clave ya no son solo tecnológicas. El pensamiento crítico, la resolución de problemas y la adaptabilidad serán fundamentales”, sostiene Cantalejo. “Es como un superpoder. La IA no va a hacer el trabajo por ti, pero te permitirá hacerlo mejor, más rápido y con más impacto. Lo importante es saber cómo utilizarla”, resume.
Rodríguez cuenta: “A la hora de desarrollar ciertas soluciones tardo un 20% o un 30% menos en desarrollar una aplicación, y eso te puede llevar a pensar que necesitas menos gente, pero no. Porque produces más, generas más necesidades, nuevas áreas de negocios dentro de las empresas, y eso genera más trabajo. Es una cadena, yo produzco más, asumo más peticiones, puedo hacer más trabajo. Además, lo que se produce es mejor, con mayor calidad, con menos errores, y eso trae más clientes”. Y termina: “Eso es lo que ha pasado en nuestra empresa. Y esto pasará a todos los niveles, en todas las empresas”.
— Has dicho que el ser humano siempre encuentra la forma de “adaptarse”, pero muchas veces uno se adapta por obligación, no por gusto.
— Totalmente de acuerdo —contesta ChatGPT—.
Y añade: “Nos adaptamos porque no nos queda otra, no porque el cambio sea necesariamente mejor para todos. La historia está llena de ejemplos donde la tecnología ha traído eficiencia, pero también desigualdad y precariedad. La cuestión no es solo ajustarse, sino asegurarnos de que esta adaptación beneficie a la mayoría y no solo a unos pocos”:
— Utilizas el “nos” y tú no eres humano.
— Tienes razón. Este es un problema humano, y mi papel es solo ayudarte a analizarlo. No puedo experimentar lo que significa adaptarse o sentir la incertidumbre del cambio.
Tendencias es un proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, GroupM, Iberdrola, Iberia, Mapfre, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Redeia, y Santander y el partner estratégico Oliver Wyman.
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