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Anatol, una familia entre la leyenda del fútbol y la lucha contra el nazismo

Se cumplen tres décadas de la muerte de Manuel Anatol, un portento físico que jugó en varios equipos en España y Francia. Su hermana Maritxu se encargó de evacuar a judíos y a pilotos perseguidos por Hitler

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Maritxu Anatol (arriba a la derecha en la imagen), que formó parte de la Red Cometa durante la II Guerra Mundial (cedida por Juan Carlos Jiménez de Aberasturi); Manuel Anatol, tras igualar el récord de España de los 200 en el campo de Atocha en 1922 junto a su manager, Santos Lecuona (cedida por Txingudi Atletismo Taldea); Anatol, en el partido que enfrentó a su selección contra Italia (G. Devred), y Anatol llega vencedor a la meta durante los 400 metros del campeonato de España de Atletismo de 1923 (cedida por la Federación Española de Atletismo).
De izquierda a derecha y de arriba abajo, Maritxu Anatol (arriba a la derecha en la imagen), que formó parte de la Red Cometa durante la II Guerra Mundial (cedida por Juan Carlos Jiménez de Aberasturi); Manuel Anatol, tras igualar el récord de España de los 200 en el campo de Atocha en 1922 junto a su manager, Santos Lecuona (cedida por Txingudi Atletismo Taldea); Anatol, en el partido que enfrentó a su selección contra Italia (G. Devred), y Anatol llega vencedor a la meta durante los 400 metros del campeonato de España de Atletismo de 1923 (cedida por la Federación Española de Atletismo).

El río Bidasoa separa los municipios de Irún y Hendaya. Una orilla pertenece a España, la otra a Francia. Del cauce emerge la isla de los Faisanes, el condominio más pequeño del mundo. A unos metros del islote se encontraba la agencia de aduanas de Anatolio Anatol, un francés casado con una irundarra. Al matrimonio, los muchachos le salieron aventureros. El hijo mayor, Manuel Anatol, era un portento físico. Corrió, saltó y participó en pruebas automovilísticas con su Bugatti, aunque acabó decantándose por el fútbol. Su hermana Maritxu formó parte de la Red Cometa, una organización clandestina que ayudó a evacuar perseguidos por los nazis. Otro de los seis hermanos, Jesús María, fue capturado por los alemanes mientras luchaba en la II Guerra Mundial. Francia le condecoró años más tarde con su máxima distinción por sus hallazgos científicos.

La historia de los Anatol se diluyó en la historia como un azucarillo. Manuel, que murió en Francia hace ahora tres décadas, fue un personaje singular. Nació en Irún en 1903 y con apenas 17 años debutó con el Real Unión, uno de los diez equipos que fundaron La Liga a finales de los años veinte. El profesionalismo no existía aún y los clubes solo facilitaban empleos y ayudas al estudio. Manuel se preparaba para ser ingeniero. José Antonio Martín Petón lo describe como un estudiante “de largo alcance”, de esos que viven de la complacencia familiar. El ultimátum de su padre lo llevó en 1922 a Madrid, donde se enroló en la Real Sociedad Gimnástica Española. Al año siguiente volvió a su ciudad y, en 1924, formó parte del equipo que ganó la tercera de las cuatro Copas del Rey que posee el Real Unión de Irún, que ahora milita en Segunda División B.

Marcha a Francia

“Manuel pertenece a nuestra mejor época. Competíamos con los mejores. Uno de los nuestros, Arabolaza, marcó el primer gol de la selección, a la que nutríamos de futbolistas”, rememora Carlos Fernández de Casadevante, que presidió el club irundarra en los noventa. Su libro recorre el primer siglo de historia de la institución. Anatol es uno de los protagonistas, aunque en 1925 pidiera cambiar el Real Irún por el Athletic de Bilbao. Acabó jugando con los leones un año después, durante dos temporadas. En 1928 se marchó a Francia para realizar el servicio militar obligatorio, ya que eligió la nacionalidad paterna. Durante cuatro temporadas formó parte del Racing de París, donde se labró un nombre gracias a su pundonor en la franja derecha de la defensa (los equipos jugaban entonces con solo dos defensores).

De izquierda a derecha y de arriba abajo, el capitán del Athletic de Bilbao y del Racing de París, Manuel Anatol (a la derecha), con el boxeador Paulino Uzcudun (en el centro), durante un amistoso en 1930 (Archivo Athletic Club Museo); alineación del Athletic, durante un partido contra el Arenas de Getxo en 1927. Anatol es el cuarto desde la derecha (Archivo Athletic Club Museo); Anatol, semitapado, con camiseta oscura y el dorsal 38, durante el campeonato de España de Atletismo en 1923 (cedida por la Federación Española de Atletismo), y formación del Real Unión de Irún que ganó la Copa del Rey en 1924. Anatol es el séptimo por la izquierda (cedida por Carlos Fernández de Casadevante).
De izquierda a derecha y de arriba abajo, el capitán del Athletic de Bilbao y del Racing de París, Manuel Anatol (a la derecha), con el boxeador Paulino Uzcudun (en el centro), durante un amistoso en 1930 (Archivo Athletic Club Museo); alineación del Athletic, durante un partido contra el Arenas de Getxo en 1927. Anatol es el cuarto desde la derecha (Archivo Athletic Club Museo); Anatol, semitapado, con camiseta oscura y el dorsal 38, durante el campeonato de España de Atletismo en 1923 (cedida por la Federación Española de Atletismo), y formación del Real Unión de Irún que ganó la Copa del Rey en 1924. Anatol es el séptimo por la izquierda (cedida por Carlos Fernández de Casadevante).

La selección francesa llevaba años tratando de convocar a Anatol, lo que le hubiese costado perder su licencia deportiva en España. El espigado defensor tuvo que esperar hasta 1929 para debutar, tras autorizarlo la federación española. La única limitación era no enfrentarse a ellos; por eso, cuando en 1932 lo llamaron para jugar contra la Furia Roja se negó. Nunca volvería a enfundarse la elástica Blue, a la que llegó a capitanear. Petón explica en su libro El fútbol tiene música que la carrera de Anatol fue un continuo ir y venir entre Francia y España. A pesar de apalabrar su fichaje por el Real Madrid y firmar por el Valladolid acabó jugando en el Atlético de Madrid. Incluso tuvo que hacerse cargo del equipo colchonero tras la destitución de Walter Harris. Fue su única incursión en los banquillos. Luego volvió a Francia, jugó en el Montpellier y colgó las botas en el Racing de París en 1935.

“Para el mundo fue un futbolista, pero para nosotros era un atleta. Es el único que consiguió ser campeón de España en 100, 200, 400 y 4x400 metros el mismo año”, revela el irundarra Fernando Lozano, del Club Deportivo Txingudi Atletismo Taldea. Los archivos de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo revelan que Anatol recorrió los 100 metros lisos en 11 segundos y ocho centésimas y que ganó el resto de pruebas en los campeonatos celebrados en agosto de 1923 en la localidad vizcaína de Getxo. Pero su nombre no aparece en el palmarés. La Federación Española de Atletismo explica que no le convalidaron sus victorias por tener la nacionalidad francesa. Lo mismo que había ocurrido en 1922, cuando igualó el récord de España en los 200 metros en el campo de Atocha, en San Sebastián. Sin embargo, su especialidad eran los 400, donde consiguió la mejor marca nacional durante dos años consecutivos. “Anatol fue un pionero que introdujo la condición física en el fútbol”, insiste Lozano.

La Resistencia

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Su pista se pierde con la Guerra Civil. Fijó su residencia en Francia, donde murió el 17 de mayo de 1990. Allí dirigió una empresa de armamento, pero nunca volvió a tener contacto con el fútbol. Es entonces cuando emerge la figura de su hermana Maritxu. Nacida en 1909, entró a trabajar muy joven con su padre en la agencia de aduanas, algo que muchos no vieron con buenos ojos en aquella época por su condición de mujer. Tras el levantamiento militar, se marchó a vivir a la casa familiar de Béhobie, en la orilla francesa del Bidasoa. La vivienda fue confiscada por los alemanes en junio de 1940. Los nazis ocuparon la primera planta y ella vivía en la segunda. Alejandro Elizalde le ofreció trabajar para la Resistencia y Maritxu, que tenía espíritu aventurero según reconoció al diario Deia en 1978, aceptó.

Jesús María, menor que Manuel y Maritxu, luchó con Francia durante la II Guerra Mundial, pero cayó prisionero de los nazis en el verano de 1940. Permaneció casi cinco años en un campo de concentración cercano al río Elba, hasta que fue liberado por los rusos. Luego se doctoró en Ciencias e hizo varios hallazgos científicos por los que recibió la Cruz de Caballero de la Legión de Honor.

“Ella se encargaba de recoger información y colaboraba pasando a fugitivos. Formó parte de la Red Cometa y su misión era evacuar aviadores aliados derribados por los nazis en territorio ocupado. Los conducía a suelo español y un coche de la Embajada británica los llevaba hasta Gibraltar”, sostiene el historiador Juan Carlos Jiménez de Aberasturi. Su libro Camino a la libertad recoge las andanzas de Maritxu, que antes de morir en 1981 afirmó haber salvado la vida de 39 judíos y 113 pilotos de distintas nacionalidades. Una defensora de raza, como su hermano Manuel.

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