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Demasiado tarde para emocionarse en la facultad de Podemos

En la cuna del partido de Iglesias, las aulas de Ciencias Políticas de la Complutense, muchos le votaron pero nadie parece contento

Un grupo de alumnas recorre, ayer en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense.
Un grupo de alumnas recorre, ayer en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense.Víctor Sainz
Íñigo Domínguez

En la clase de este martes de la asignatura Sistema Político Español, en tercero de Ciencias Políticas de la Complutense, en Madrid, un grupo de alumnos estaba haciendo una exposición sobre los resultados de las elecciones. Al acabar, uno gritó para que le oyera toda la clase: “¡Ya hay Gobierno!”. Lo acababa de ver en el móvil. Todos se quedaron sorprendidos. Algunos se reían. Otros no se lo creían. El profesor decidió abrir un debate. Comenzaron las discusiones y enseguida surgió también la sospecha: lo hacen porque saben que no va a salir y así al menos esta vez quedan bien. Al final muchos estaban enfadados: “Seis meses y unas elecciones perdidas, y ahora lo arreglan en 48 horas”. Qué difícil es ser de izquierdas.

Esta facultad es la cuna de Podemos, aquí se lo inventaron Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa. Casi todos los alumnos a los que les preguntabas este martes en los pasillos también decían haber votado a Podemos. Pero ninguno echaba chispas de alegría, es más, es que casi había cierto aire de derrota, de que esto va a salir mal. Que ya no se fían. Una frase se repite en todas las respuestas: “Llega tarde. Hace seis meses hubiera sido otra cosa”.

“Será un Gobierno con más formaciones que no tienen nada que ver. No van a tomar decisiones de izquierdas, no va a haber reforma laboral, no van a cerrar los CIES… Será un desgaste para el PSOE, pero sobre todo para Podemos. La militancia de Podemos se quedará defraudada y además viene una recesión que hará todo más difícil. Se va a beneficiar la derecha, que va a ganar votos en la oposición”. Mercedes, Alisson y otras tres alumnas de tercero, más una amiga de Antropología, reflexionan sobre la noticia, sentadas en la entrada de la cafetería. En una mesita donde tienen su propia cafetería de la asociación La Chispa, antifascista y feminista.

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Fuera hay un mundo complejo, de pactos con Teruel Existe, un engorro inimaginable que no estaba en el plan del asalto a los cielos, pero la facultad es el paraíso de las pintadas que sueñan con todo: “Esas ideas fuertes saliendo de esa boquita”, “Muerte laboral, terrorismo patronal”, “Free Junqueras”, “En mi suspenso mando yo”, “Heteronormativo libera tu ano”, para rematar con el encantador “¿Por qué vuelven las riñoneras y no el pacto de Varsovia?”.

Al margen del gamberrismo liberador, hay otras más serias, que recuerdan dónde estaba el listón, y las expectativas que sigue habiendo por aquí: “Instruíos, necesitaremos toda la inteligencia. Conmoveos, necesitaremos toda la ilusión. Organizaos, necesitaremos toda la fuerza (Gramsci)”. También hay un póster de Unidas Podemos que ahora se vuelve contra ellos: “Si el Banco Santander y las grandes empresas dicen quién puede gobernar y quién no, entonces la democracia es mentira”, y el hashtag “Verdadesincómodas”. Ahora lo incómodo será gobernar.

Pregunta a estas chicas: ¿no están contentas? La respuesta de las cinco es que no. Aunque una, después de pensarlo, se desmarca: “Bueno, un Gobierno de centroizquierda al fin y al cabo es positivo, mejor que la derecha”. Pero le contestan las demás: “Es que la izquierda va a defraudar y luego va a ser peor. Y con el hundimiento de Ciudadanos ya no hay centro, y el centro lo va a ocupar el PSOE, y no habrá reformas”.

Hay que decir que el aura de Podemos se ha ido evaporando. Solo quedan de profesores Monedero y Bescansa. Nadie parece soportar a Errejón: “Es uno que te suelta cinco veces la palabra hegemonía, qué le va a decir eso a la clase obrera”. Dicen que en su clase los que son de Más País se lo tienen creído, como si fueran más listos que los demás. Contrapoder, el movimiento con el que todo empezó, cerró su local. Ahora es del equipo de rugby de Políticas. Dejaron ahí un montón de trastos y camisetas, algunos se llevaron el microondas y lo que quedó ha terminado en otra asociación. El mítico pasillo de la biblioteca, lleno de pintadas reivindicativas y antes lleno de asambleas, ahora está desangelado, desde que la nueva decana puso un muro.

Estas chicas, nacidas en 1998, cuentan que hace tres años, cuando llegaron, el 99% de los alumnos eran de Podemos y de izquierda. Pero cuando han ido este año a clases de primero y segundo han notado que la cosa ha cambiado. “Ves gente del PP, con la pulserita, monárquicos, alguno de Vox”. Creen que se comete el error de menospreciar a los votantes de la extrema derecha. “No puedes decir que son tontos, no es verdad, si quieres arreglar esto tienes que entender por qué votan así. La clase obrera se deja llevar por la derecha porque quieren soluciones rápidas. Si votaron a la izquierda y no se ponen de acuerdo, pues acaban votando a la derecha”.

En la facultad, ahora mismo, están en guerra con el gerente, que no les deja hacer nada. El pasillo que va a la cafetería está lleno de pintadas contra este señor. Lo del gerente tiene pinta de ser más fácil.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.

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