Sánchez apura plazos en su diálogo con partidos y colectivos para presionar a Podemos
El presidente se reunirá a finales de agosto con PNV, PRC y grupos defensores de pensionistas y del mundo del deporte, entre otros, dentro de su estrategia para lograr los apoyos a su investidura
Pedro Sánchez concentrará en la última semana de agosto las reuniones pendientes con organizaciones de la sociedad civil, entre ellas colectivos defensores de pensionistas y del mundo del deporte, para ultimar el programa, abierto a las aportaciones de Podemos y otros partidos, con el que el PSOE presionará a Pablo Iglesias para que permita su investidura. La previsión es que el presidente en funciones y secretario general del PSOE se reúna con sus homólogos del PNV y del PRC aprovechando su invitación a la cumbre del G-7 en Biarritz (Francia) del 24 al 26 de agosto.
Transcurrido casi un mes desde de la investidura fallida de Sánchez, el recelo entre los socialistas y el principal socio del Ejecutivo continúa en su punto más álgido. Y no tiene visos de mejora, al menos a corto plazo, según los interlocutores del partido en el Gobierno consultados. A tan solo 35 días de que finalice el plazo para que Sánchez sea investido, los puentes permanecen rotos y las dudas acerca de si habrá tiempo para reconstruir la confianza quebrada se extienden en La Moncloa y Ferraz. Los incrédulos que no contemplaban una repetición electoral el 10 de noviembre disminuyen conforme se aproxima la fecha límite del 23 de septiembre. Si al final hay un acuerdo que haga posible la formación de Gobierno será sobre la bocina, confían los interlocutores más optimistas.
En lo que todos los cuadros gubernamentales y del PSOE coinciden es que de ningún modo se aceptará un Gobierno de coalición. Podemos insiste en esta fórmula. En alcanzar un “acuerdo integral de gobierno”, como volvió a reclamar Pablo Echenique la semana pasada. La última propuesta del PSOE les concedía una vicepresidencia y tres ministerios. Un formato que no satisfizo a Podemos y al que ya no está dispuesto Sánchez después de que se truncara su investidura. El presidente en funciones tiene marcado a fuego que no ha contado con el respaldo clave de Iglesias entonces ni en su intento de 2016. “La desconfianza con Unidas Podemos es recíproca”, afirmó hace dos semanas tras despachar con el Rey en el Palacio de Marivent.
La ruptura en Italia refuerza a los reacios a una coalición
La ruptura abrupta entre los dos socios del Gobierno de coalición de Italia, que integran partidos tan dispares como la ultraderechista Liga y los antisistema del Movimiento Cinco Estrellas, ha reforzado las últimas semanas la opinión de algunos de los miembros del Gobierno y del PSOE más reacios a un Ejecutivo con Podemos. El líder de la Liga y ministro del Interior, Matteo Salvini, dio por roto este mes el Gobierno conjunto, de poco más de un año, y presentó una moción de censura contra el primer ministro, Giuseppe Conte. "No necesitamos dos Gobiernos, sino uno coherente", argumentó Pedro Sánchez antes de presentarse a la investidura.
Las diferencias que mantiene con Pablo Iglesias en una cuestión tan capital como la crisis en Cataluña, donde Podemos defiende la celebración de un referéndum de autodeterminación y cuyo líder se ha referido a los impulsores del procès encarcelados como "presos políticos", es uno de los principales motivos por los que el PSOE se niega a compartir el primer Ejecutivo de coalición en España desde la Segunda República. "Hay que tener no solamente una mirada coincidente en lo que a política social se refiere sino también en lo que a política de Estado se refiere. Más en este país en el cual las fuerzas políticas que gobiernan un territorio quieren que se separe del resto", subrayó la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, semanas antes de que Sánchez no lograse ser investido.
Para convencer a Podemos y sus confluencias de que hagan posible la formación de un Gobierno “a la portuguesa”, es decir exclusivo del PSOE y con el apoyo externo del partido de Iglesias y otras fuerzas, Sánchez ultima para finales de mes una segunda ronda de consultas con la sociedad civil y con partidos susceptibles de apoyar su investidura. La intención de los socialistas es concentrar la máxima presión posible sobre Podemos con una agenda cargada de encuentros con otras fuerzas y colectivos sociales, algunos de ellos considerados próximos a la formación de Iglesias.
Antes de tomarse unos días de vacaciones en el palacio de las Marismillas, ubicado en el Parque Nacional de Doñana, Sánchez mantuvo a primeros de mes 14 reuniones con más de 180 colectivos y 220 personas de sectores muy variados (sanitarios, educativos, medioambientales, patronal y sindicatos...). La dirección del PSOE destaca la “multitud” de peticiones de otros sectores que han mostrado su interés en trasladar a Sánchez sus aportaciones a la “propuesta abierta de un programa común progresista” con la que el PSOE busca vencer la resistencia de Iglesias a un Ejecutivo monocolor.
La tregua de la última semana dará paso al apremio in crescendo para que Podemos renuncie a sus pretensiones y acceda a un acuerdo programático que permita gobernar al PSOE. “Será una propuesta abierta, no cerrada. Se va a proponer un programa abierto que pueda negociarse sobre los contenidos”, manifestó la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, en el último Consejo de Ministros, del 9 de agosto. La ministra insistió en “labrar para recuperar” la confianza con Podemos, “uno de los valores más difícil de recuperar una vez que se pierde”.
Uno de los momentos claves será la reunión con el PNV. Aunque se manejó que el presidente en funciones explorase a principios de esta semana en Bilbao la posición de los peneuvistas tras la abstención de sus seis diputados en julio, la previsión es aprovechar la proximidad de la cumbre del G-7 del próximo fin de semana en Biarritz para cerrar el encuentro. La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen calvo, aseguró este sábado que el encuentro sería “pronto”. La expectación por la reunión con los regionalistas cántabros del PRC es menor: el partido de Miguel Ángel Revilla fue el único que votó a favor de la investidura de Sánchez el 23 y 25 de julio. El 5 de agosto Sánchez ya se reunió en Valencia con la vicepresidenta de la Comunidad y líder de Compromís, Mónica Oltra, predispuesta a cambiar la abstención por el sí con la condición de que se cambie el sistema de financiación. El PSOE está dispuesto a presentarlo en ocho meses si revalida el Gobierno.
Sánchez reservará para primeros de septiembre las reuniones bilaterales con Unidas Podemos. También con el PP y Ciudadanos —Albert Rivera ha declinado las últimas invitaciones del presidente—, a los que volverá a reclamar su abstención para que comience la legislatura y su investidura no tenga que depender de los independentistas catalanes. Los interlocutores con ERC y el PDeCAT serían Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE y portavoz en el Congreso, y José Luis Ábalos, secretario de Organización de los socialistas y ministro de Fomento en funciones.
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