Los toros vuelven a Palma tras una temporada de prohibición
El Constitucional tumbó a finales de 2018 la ley del Govern que prohibía la muerte del toro en la plaza
Los toros volvieron este viernes a Palma de Mallorca con una corrida que dejó atrás el intento del Govern balear de hacer mentos cruentos estos festejos. El regreso se ha producido ocho meses después de que el Tribunal Constitucional tumbara la ley de Toros a la Balear, con la que se pretendía poner en marcha una especie de corridas de toros incruentas, es decir, sin que se matara al toro, ni banderillas, o que prohibía la entrada a menores de 18 años; algo que el sector taurino veía como una estrategia encubierta para tratar de acabar con los toros en las Islas Baleares. Sobre todo, después de que el propio Constitucional anulara en 2016 la ley catalana que prohibía las corridas de toros en aquella comunidad.
La sentencia del Constitucional afecta de facto a todas las Baleares, pero Ibiza, Menorca y Formentera no tienen plaza. Palma es la única ciudad que cuenta con un coliseo para este tipo de festejos, aunque tan solo se organiza una corrida importante al año, la del mes de agosto. Los aficionados taurinos se ha perdido una edición. El último festejo se celebró 4 de agosto de 2017, y se lidiaron toros de Núñez de Tarifa para los diestros Rivera Ordóñez, Alejandro Talavante y Cayetano.
El festejo de este viernes conmemoró el 90 aniversario del Coliseo Balear. El cartel estaba compuesto por los diestros Morante de la Puebla, Julián López El Juli, José María Manzanares y Fandi. Durante el paseíllo se escucharon gritos de "¡libertad!". Hubo una concentración antitaurina que hubo en los aledaños de la plaza antes del festejo y el activista holandés Peter Janssen se arrojó al ruedo en señal de protesta cuando fueron a matar al primer toro. Minutos después fue desalojado por los operarios de la plaza.
La proposición de ley que prohibía los toros, impulsada por PSOE, MÉS y Podemos, fue aprobada por la Cámara autonómica en julio de 2017 después de ser modificada para no invadir las competencias de la normativa estatal que declara la tauromaquia patrimonio cultural y salió adelante a pesar de los votos contrarios de PP y Ciudadanos, que consideraron que rozaba "la inconstitucionalidad".
El texto prohibía la muerte del animal en la plaza, así como el daño físico y psíquico, sancionables con multas de hasta 100.000 euros. También establecía que el capote y la muleta eran los únicos utensilios que debían utilizar los profesionales taurinos y vetaba expresamente el uso de "banderillas, rejones, puyas, estoques o espadas", entre otros. Solo permitía que participaran tres toros en cada corrida y que su intervención fuera de un máximo de diez minutos.
El Constitucional anuló en diciembre de 2018 varios artículos esenciales de la ley balear. La sentencia reinstauró las corridas de toros tradicionales y anuló en su totalidad cuatro de los artículos principales de la normativa insular, entre ellos el que prohibía el uso de utensilios que pudieran causar la muerte del animal o producirle heridas. También anuló algunos apartados de otros cuatro artículos. Los jueces consideraron que los principales preceptos de la ley impulsada por el Parlamento autonómico menoscababan la competencia estatal sobre patrimonio cultural inmaterial.
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