El exdirectivo hallado ahorcado en Madrid iba a “tirar de la manta” de la petrolera estatal venezolana
El juez De la Mata rastrea las llamadas al móvil del exjerarca de PDVSA que supuestamente se suicidó el pasado domingo
El hallazgo en Madrid el pasado domingo del cadáver de Juan Carlos Márquez Cabrera, jerarca de la petrolera venezolana PDVSA durante la etapa de Hugo Chávez, ha aflorado nebulosas en torno a las circunstancias de su muerte (de las primeras pesquisas se colige un presunto suicidio por ahorcamiento, con su cinturón). A miembros de la investigación abierta en España por uno de los flecos del saqueo perpetrado en PDVSA, el blanqueo de capitales en el que está implicado el exembajador de España en Venezuela Raúl Morodo, les resulta extraño lo acontecido. Les choca que alguien que vuela de EE UU a Madrid sabiendo que va a ser detenido en cuanto pise Barajas y que confiesa que sabe "muchas cosas" de PDVSA y de Morodo —e incluso se muestre proclive a tirar de la manta— decida quitarse de en medio apenas 24 horas después de salir del despacho del juez Santiago Pedraz, instructor del caso Morodo. Dado que a causa está secreta, no ha trascendido que Márquez dejase alguna nota de despedida.
De 48 años y de origen español, Márquez no era un directivo más de PDVSA. Era el secretario general de Entes Corporativos. Con su firma y el aval del ministro de Energía venezolano Rafael Ramírez, hoy en paradero desconocido y perseguido por la fiscalía de su país, movió durante el chavismo decenas de millones de dólares de la más importante factoría petrolera de Sudamérica. Y algunos con dudoso destino, como los 4,5 millones que a cambio de ficticias asesorías en Europa contrató con un hijo, Alejo, del exdiplomático socialista Raúl Morodo, catedrático y uno de los gestores del embrión de la Constitución de 1978. El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero lo mantuvo en el puesto entre 2004 y 2007.
No se sabe qué pasó por la cabeza de Márquez el pasado fin de semana, tras declarar ante el juez Pedraz el viernes 18 de julio. Era un eslabón esencial del caso Morodo. Del juzgado salió al mediodía en libertad con cargos. No podía abandonar España. Su primera declaración ante el juez Santiago Pedraz y la fiscal Anticorrupción Ana Cuenca fue escueta. Reconoció ser el firmante en nombre de PDVSA, y por delegación de Ramírez, de los lucrativos contratos por importe de 4,5 millones con los que favoreció a la trama Morodo, en cuya cúspide la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (la UDEF) de la policía sitúa al exdiplomático español, quien mantuvo una estrecha relación con el chavismo. También con Ramírez y con Márquez.
Casi fue una entrega voluntaria. Sabía que al aterrizar en Madrid le detendrían por el caso Morodo, según fuentes de la investigación
Los investigadores creen que el dinero se lo repartieron entre todos. Esta trama la desmanteló Pedraz el pasado 20 de mayo, con registros y cuatro detenciones, entre ellas las de Alejo Morodo —hijo del exembajador— y su socio Carlos Prada. A Morodo padre no se le quiso detener debido a su edad, 84 años, pero sí ha declarado como investigado. Márquez no estaba ese día en España. Fue cuando Pedraz dictó contra él una orden de busca y captura. La rúbrica de Márquez en nombre de PDVSA figura en los millonarios contratos que entre 2008 y 2012 firmó la petrolera con Alejo Morodo, hijo del exdiplomático.
Márquez llegó a dar clases en la Universidad Central de Venezuela y fue uno de los llamados en 2016 por la Asamblea Nacional Venezolana, junto a su jefe Ramírez, para preguntarle por los millones que faltaban en la petrolera. Tres años después, a 7.000 kilómetros de distancia, en la Audiencia Nacional, en España, saltó el caso Morodo. La redada judicial le pilló en Estados Unidos. Era socio en Panamá, en una inmobiliaria que fue utilizada por la trama como pantalla para el desvío de los citados 4,5 millones, de Carlos Prada, otro de los implicados y socio en España de Morodo hijo.
Fue detenido el jueves 17 de este mes en Barajas procedente de Estados Unidos. Pasó la noche en los calabozos y al día siguiente le llevaron ante el juez Pedraz y la fiscal Cuenca, la misma que lleva los casos Púnica y Lezo. Casi fue una entrega voluntaria. Sabía que le detendrían, según fuentes de la investigación. La UDEF había contactado con él y, sabiendo lo que le esperaba, se subió en un avión a Madrid desde Estados Unidos y acabó al día siguiente, viernes, ante Pedraz. Estaba decidido a tirar de la manta, aseguran los citados medios. No contó muchas cosas en esa primera comparecencia. Pero admitió que “sabía muchas más cosas”. Y se mostró dispuesto a contarlas más adelante. En contra de lo que se ha publicado en prensa, no salió de allí con una cita para el lunes siguiente, día 21.
Con su firma y el aval del ministro de Energía venezolano Rafael Ramírez, hoy en paradero desconocido y perseguido por la fiscalía de su país, movió durante el chavismo decenas de millones de dólares
El viernes por la tarde un aviso desde Estados Unidos sembró inquietud entre los investigadores. Interpol de Washington alertó mediante un cable a la policía española de que tenía localizado a Márquez en un avión que acaba de salir de Madrid con dirección a Chicago, pero que no le dejarían pisar suelo estadounidense. Le "deportarían" en el mismo avión de Iberia, vuelo IB6274, que supuestamente había cogido en Madrid. Y que estaría de vuelta en Barajas el lunes a primera hora. Todos dieron por hecho, tras la lectura de la alerta estadounidense, que se había fugado. El sábado, la fiscalía habló con el juez que relevaba a Pedraz ese día, el magistrado José de la Mata, para pedirle que fijase una comparecencia contra Márquez el lunes y, dado había huido, pedir prisión para él.
La alerta de Interpol-Washington fue un error. Halló su nombre entre los viajeros del vuelo Madrid-Chicago del viernes y dio por hecho que Márquez iba en ese avión. Pero la realidad es que nunca se subió a él, aunque tenía reserva en ese vuelo. El domingo, a las 14.40, su cuerpo fue hallado sin vida en un inmueble de oficinas de la calle Mirasierra, 12, de San Sebastián de los Reyes, al norte de la capital. La policía avisó al juez y a la fiscal, que suspendieron la comparecencia.
Los secretos que se lleva
Márquez, señalan fuentes de la investigación, se ha llevado muchos secretos que habrían ayudado a nutrir varias causas, aparte del caso Morodo, que se siguen por corrupción en varios juzgados españoles contra exdirectivos de PDVSA afincados en España. Una investigación interna de la petrolera venezolana concluye que solo varios de sus antiguos directivos defraudaron a la compañía, al menos, 500 millones de dólares, autoconcediéndose contratos de compra de material a sus propias sociedades y amañando licitaciones en beneficio propio. Y blanqueando el botín en España.
El juez José de la Mata ha ordenado que se investiguen las circunstancias de la muerte de Márquez. Y que se analice el móvil que portaba el difunto para saber quién le llamó esos días, qué lugares visitó y a quién llamó él. Aunque las primeras hipótesis apuntan a un suicidio, la nebulosa sigue ahí y los investigadores no descartan nada. La autopsia definitiva tardará semanas.
El vuelo fantasma a Chicago
El cuerpo de Márquez fue encontrado gracias a la inquietud que provocó su ausencia a uno de sus socios y amigos en España, cuya identidad no ha sido facilitada. Tras la debacle del chavismo, se asentó en Madrid e incluso compró un piso que cinco años después vendió, en el barrio de Las Tablas. Tenía varias sociedades en Madrid, algunas inactivas. Y otras activas del sector inmobiliario, empleadas también supuestamente para blanquear parte de los 4,5 millones llegados finalmente a las manos de Alejo Morodo, hijo del exdiplomático. Ante sus vecinos, Márquez nunca hizo ostentación económica. Cuando no viajaba, se le veía en el barrio con sus dos hijos. Los últimos lustros de Márquez transcurrieron entre Venezuela, Estados Unidos y España, su país natal.
El sábado por la tarde, veinticuatro horas después de su declaración ante el juez Pedraz, él y uno de sus socios estuvieron trabajando juntos en una oficina situada en el número 12 de la avenida de Mirasierra, el inmueble en que supuestamente se quitó la vida mientras Estados Unidos creía que estaba en un vuelo a Chicago. Tenía reservado el billete, pero no llegó a subirse al avión.
Márquez y su socio quedaron para verse el domingo, día 20. Como el exdirectivo de PDVSA no respondía a las llamadas, su socio se acercó a la oficina donde habían quedado y encontró la puerta cerrada. Harto de llamarle sin éxito, a las 14.10, el socio llamó a la policía local de San Sebastián de los Reyes y le trasladó sus sospechas de que Márquez podría encontrarse en su interior.
A las 14.40 los bomberos municipales derribaron la puerta y encontraron el cadáver de Márquez, con un cinturón atado al cuello. Fue un shock para Anticorrupción y para los agentes de la UDEF.
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