La metamorfosis de Rufián
El diputado de ERC abandona el papel de gamberro del hemiciclo para adoptar el de ‘relator’ entre el PSOE y Unidas Podemos
Diciembre de 2016. La entonces presidenta del Congreso, Ana Pastor, de puente, pasea “por una ciudad fuera de España” cuando oye a alguien que dice: “¡Señor, Rufián! Le llamo al orden”. La política gallega duda de si no se habrá vuelto loca de tanto reñir al diputado de ERC, hasta que los autores del grito se acercan a saludarla. “Me habían reconocido. Gracias, señor Rufián, por hacerme famosa fuera de España”, explicó en la cena de la Asociación de Periodistas Parlamentarios.
El diputado de la formación independentista traía de cabeza a la presidenta del Congreso por su capacidad para montar jaleo en el hemiciclo. Una vez, incluso, tuvo que echarlo de clase por insultar a Josep Borrell — “el ministro más indigno de la democracia, un hooligan”—. Pero si los escaños fueran pupitres, Rufián sería el alumno que trata de pasar de la última fila, la de los folloneros, a la primera, de los empollones. Cuesta reconocer a aquel personaje en el que tuvo una de las intervenciones más aplaudidas esta semana en el debate de investidura. El diputado de ERC, como Pablo Casado, fue alabado por usar un tono nuevo, más moderado. Desde las antípodas ideológicas, ambos intentan trasladar la imagen de hombres de Estado.
“Comienzo haciendo autocrítica. Durante los últimos cuatro años he hecho cosas bien, pero también mal, bastante mal. La principal, dar demasiadas excusas a demasiados para que se hable más de mis formas que del fondo”, declaró el martes. Se refería a lo que se extendió en el Congreso como “las rufianadas”: exhibir una impresora “Samsung republicana” —que presentó como “el cuerpo del delito” que imprimía las papeletas del referéndum— o unas esposas —que deseaba colocar a “un tal M. Rajoy”—.
“A mí me ha pasado lo mismo que a Inés Arrimadas”, señala a EL PAÍS. “Ella enseñaba un cartelito en el Parlament y allí era una friqui y en Madrid una heroína, y a mí me pasaba al revés. Se trata de entender que se puede ser suave en las formas y contundente en el fondo. La gente está harta, no quiere indignación por indignación, sino que aportemos soluciones, y nuestra responsabilidad como políticos es ser permeables al sentir de la calle”.
El cambio de Rufián fue muy comentado en redes sociales —fue trending topic— y no pasó inadvertido a sus señorías. “Me llegaron muchos mensajes de felicitación de diputados del PSOE y de gente de otros partidos muy contrarios al nuestro”, asegura.
En su primera intervención, el martes, el diputado de la formación independentista citó a Unamuno y pidió al PSOE y a Unidas Podemos que pensaran “en España”. Avisó de la “irresponsabilidad” que supondría ir a unas nuevas elecciones —pese a que, como le recordó Pedro Sánchez, fue el veto de ERC a los Presupuestos, junto al de la derecha, lo que provocó el adelanto electoral al 28 de abril— y llamó a “dejar de tirarse los platos a la cabeza y dejar de ser el problema, para ser la solución”. El presidente en funciones le agradeció “el cambio de tono”.
El jueves, por la mañana, Rufián pidió a los dirigentes del PSOE y Unidas Podemos, de gira en medios de comunicación para empezar a construir el relato de la ruptura, que se atornillaran a la silla para negociar. ERC anunciaba el cambio de sentido de su voto: del no a la abstención, y marcaba así distancias con Junts per Catalunya. “A mí no me roba España. Me roban Rato, Bárcenas, Millet y Pujol”, diría unos minutos más tarde, desde la tribuna.
Poco antes de la votación decisiva, ante la evidencia de la falta de acuerdo, Rufián repartió culpas: “Señor Sánchez, fue un error vetar a Iglesias; lo único que ha provocado es subir el precio. Señor Iglesias, es un error no aceptar dos, tres o cinco ministerios. Tienen ustedes cuatro años de vida. Y no se trata de quién lo explica mejor. La gente lo único que ve es a la izquierda perder una vez más”, lamentó.
Desde la noche anterior y hasta poco antes de la votación, Rufián habló con Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Adriana Lastra, José Luis Ábalos… “Les pedí un ejercicio de responsabilidad y que bajaran el tono. Incluso durante el pleno llamé a algunos”. Su labor de relator no tuvo éxito.
— ¿Se va a quedar con este tono?
—Sí.
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