Junts per Catalunya admite que la relación con ERC ha “tocado fondo”
Los republicanos ofrecen a los neoconvergentes la presidencia de la Diputación de Barcelona
Junts per Catalunya y ERC, socios del Govern de la Generalitat, están atravesando la crisis más grave desde que arrancó el mandato por culpa, esta vez, de los pactos postelectorales. La diputada Elsa Artadi admitió ayer que la relación de los neoconvergentes con los republicanos ha “tocado fondo” y que la unión entre los partidos separatistas está “más lejos que nunca”. El conflicto se ha desencadenado tras el pacto entre Junts per Catalunya y el PSC para gobernar la Diputación de Barcelona. Pero la continuidad del Govern no está en cuestión.
En una comparecencia en el Parlament, Artadi y el exdiputado Ferran Bel, de Junts per Catalunya, expresaron sin rubor las enormes desavenencias con sus socios calificando de “triste espectáculo” el que han ofrecido este fin de semana con cruce de declaraciones en las redes sociales. El enfado de la formación de Carles Puigdemont reside en que ERC ha sellado pactos en 26 Ayuntamientos para desplazar a alcaldes neoconvergentes que ganaron las elecciones. Junts per Catalunya tampoco se ha quedado de brazos cruzados y ha desbancado a siete primeros ediles republicanos. “La proporción es 26 a 7 pero además hay una diferencia demográfica importante en los primeros”, resumió Bel.
Junts per Catalunya y las distintas representaciones del espacio —el PDeCAT y la Crida— celebraron una reunión por la mañana en el Parlament que se saldó con la petición a ERC de que acepte una agenda para revertir los acuerdos, muchos de ellos con el PSC, y garantice la unidad estratégica del independentismo. Ellos harían lo propio en la Diputación. “Hay que abrir los ojos y mantener la unidad. La gente ya no entiende nada”, dijo Artadi invitando a los dos socios a hacer autocrítica y pidiendo a ERC si tiene o no voluntad política para dar el paso. Y sugirió que podían empezar esa reversión en Sant Cugat (Barcelona), Tàrrega (Lleida) y Figueres (Girona), los tres ahora en manos de ERC.
En la calle existe la unidad independentista pero no en los partidos. La gente ya no entiende nada", afirma Artadi
La propuesta, sin embargo, cayó en saco roto una hora después porque Pere Aragonès, vicepresidente del Govern y secretario de política de ERC, sostuvo que su partido es asambleario y que no pueden interferir en las dinámicas locales. Su oferta es brindar la presidencia de la Diputación a Junts per Catalunya pero la cuestión es que no está en sus manos porque depende de los comunes, que apuestan por un tripartito de izquierdas. Eduard Pujol, portavoz adjunto parlamentario de Junts per Catalunya, calificó la contraoferta de ERC de “operación de marketing considerable”. “No es posible”, añadió.
El PSC critica la "subasta" de ERC con la Diputación
Al PSC no le ha gustado nada la contraoferta de ERC a Junts per Catalunya poniéndoles en bandeja la presidencia de la Diputación si pactan las dos fuerzas independentistas —aunque necesitan el apoyo de más aliados—. En palabras del secretario de organización socialista, Salvador Illa, es como si los republicanos “subastaran” el cargo. Indignado porque considera que ERC no está respetando una “pacto legítimo” entre el PSC y Junts que supondría la presidencia de la institución para la alcaldesa de l'Hospitalet, Núria Marín. Los socialistas fueron la fuerza más votada en la provincia de Barcelona, recordó Illa que criticó a los republicanos porque “solo aceptan la legitimidad de los acuerdos que les gustan”. Como también lo hizo ayer Miquel Iceta, secretario del PSC, para quien poner ahora sobre la mesa la reversión de los resultados del 26-M en muchos municipios, propuesta que realizó Junts a ERC, era algo “muy poco respetuoso” con los pactos alcanzados. Illa e Iceta defendieron el pacto con Junts para la Diputación y el programa que hicieron público el viernes y que desencadenó la tormenta.
La crisis por los pactos postelectorales es la tercera de calado que protagonizan los dos socios desde que arrancó la legislatura. La primera fue el rechazo de Roger Torrent, presidente del Parlament, a investir a Puigdemont y la segunda por la distinta forma que tuvieron de encarar la suspensión de los diputados presos por presunta rebelión. Pero esta tercera es más grave porque se produce justo tras un ciclo electoral en el que han competido por la hegemonía del independentismo y a las puertas de la sentencia del procés. El desencuentro se ha desatado con especial virulencia y a diferencia de las anteriores ha salpicado a consejeros (Damià Calvet, de Junts per Catalunya y Aragonès, de ERC).
El desencadenante fue el acuerdo alcanzado el viernes entre los neoconvergentes y el PSC para gobernar la Diputación de Barcelona al más puro estilo de la antigua sociovergencia. La institución es una de las más anheladas por los partidos catalanes al manejar un presupuesto de 1.000 millones. Puigdemont y el presidente de la Generalitat Quim Torra han avalado el pacto. Esta vez el president no ha intervenido para frenarlo como sí hizo en Santa Coloma de Farners donde desbarató una alianza entre Junts per Catalunya y el PSC. La Diputación cuenta con 51 diputados repartidos de la siguiente forma: PSC y ERC, 16 cada uno; Junts per Catalunya, siete; En Comú Guanyem, cinco; Ciudadanos, cuatro; PP, dos y Tot per Terrassa, uno. Socialistas y neoconvergentes cuentan con 23 diputados de los 51 y contemplan la abstención de los comunes para que el pacto prospere y la socialista Núria Marin presida el ente.
Aragonès afirma que los pactos en los municipios son irreversibles pero defiende que existen posibilidades de revertir el acuerdo en la Diputación
ERC considera incomprensible el acuerdo y sus dirigentes lo censuraron en las redes en cascada porque supone brindar la tercera institución de Cataluña a “uno de los partidos del 155”. Sin embargo, Junts per Catalunya sostiene que no existían otras alternativas. Tras el órdago lanzado por Artadi, Aragonés, arropado por sus 16 diputados provinciales, escenificó su deseo de alcanzar un acuerdo. Su plan es explorar una solución para la Diputación y no reabrir una crisis de gobierno en “50 Ayuntamientos”. “No se trata de un intercambio de cromos. No va de sillas, va de alinear al máximo de instituciones con el independentismo, algo que hemos hecho en las otras tres diputaciones catalanas”, dijo.
Tras el cruce de declaraciones, Bel y David Bonvehí, presidente del PDeCAT, acudieron a negociar a la sede de Esquerra. No hubo avance alguno y Calvet, eso sí, lamentó que los republicanos solo limiten su oferta a la Diputación. La tensión entre los dos socios se trasladará hoy al Govern, que celebra su sesión semanal. Con todo, no llegará la sangre al río porque ambos se necesitan cuando faltan pocos meses para la sentencia del procés. Pero hay detalles que indican que la rivalidad electoral está en marcha. Artadi no evitó reprochar a su socio su rechazo a concurrir en listas unitarias en las elecciones. Eso sí: negó cualquier crisis de gobierno y replicó con ambigüedad cuando se le planteó un eventual adelanto electoral. “No hay unidad pero hay que hablar de muchas cosas”, dijo. En ese sentido, sí que se produjo cierta sintonía con Aragonès sobre el futuro del Govern: “Trabajamos para arreglar problemas y no agravarlos”.
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