El idilio frustrado de Ciudadanos y Macron
El partido de Rivera y el del presidente francés mantienen la alianza en la Eurocámara pese al abierto malestar del Elíseo y el Gobierno de París con la formación española
Eran jóvenes, liberales, ni-de-izquierdas-ni-de-derechas, europeístas. Venían a sacudir las aguas estancadas del bipartidismo en sus países respectivos. Ciudadanos y En Marche (ahora La République en marche o LREM), los partidos de Albert Rivera y Emmanuel Macron, se miraron durante tiempo el uno en el espejo del otro.
“Hay un liberalismo progresista que crece en el mundo, como Macron o [el primer ministro canadiense Justin] Trudeau. Y Ciudadanos es hermano de eso”, decía Rivera en enero de 2018.
Eran aliados, y todavía lo son, y van de la mano en el Parlamento Europeo. Pero la ráfaga de críticas a Cs, en la última semana, desde el Gobierno de Emmanuel Macron y del palacio del Elíseo, la sede presidencial francesa, certifican el fin del idilio.
El motivo es la aproximación, vía acuerdos con el Partido Popular, de Cs y Vox, partido ultranacionalista que LREM ve alineado con el Reagrupamiento Nacional, nueva marca del viejo partido de la derecha francesa, el Frente Nacional. A los macronistas, que en Francia defienden los cordones sanitarios para aislar a la extrema derecha, les cuesta digerir que en España Cs entre en Gobiernos regionales y locales respaldados por Vox.
El último episodio en la sucesión de desencuentros ocurrió el jueves por la mañana, cuando Rivera se jactó ante la prensa en Bruselas de haber recibido el apoyo del Elíseo por sus acuerdos poselectorales en España. La Presidencia francesa lo desmintió. Al final de una jornada en la que Rivera se había reunido con el grupo parlamentario liberal —el antiguo ALDE, rebautizado como Renovar Europa, al que pertenecen Cs y LREM—, Cs matizó: al hablar del apoyo a sus acuerdos en España, Rivera se refería a LREM y a sus europarlamentarios, no a Macron.
El viernes la dirección de LREM explicó que el delegado general del partido macronista, Stanislas Guerini, y Rivera habían abordado durante un almuerzo en Bruselas los acuerdos con Vox. “El señor Rivera reafirmó que Ciudadanos nunca se aliará con Vox y que nunca se sentarán juntos en un Ejecutivo. Compartimos las mismas líneas rojas. Confiamos en ellos”, dijo un portavoz.
Cuando hace casi tres años Macron se lanzó a la campaña para las presidenciales, Cs ya era un partido con más de una década de vida. El hermano mayor en la relación, el modelo. “Lo que tú haces es Ciudadanos, en cierta manera”, le dijo Alain Minc —ensayista, empresario y mentor de presidentes— a Macron cuando este se lanzó a la campaña para las presidenciales. Minc precisaría más tarde: “Pero Rivera no es Macron. (…) No tiene su talento”.
La llegada de Macron al poder invirtió los papeles. De repente era Cs el que insistía en exhibir su proximidad con el partido francés. Durante meses de contactos e intercambios, Cs y LREM —partido nuevo sin aliados evidentes en la UE ni presencia en la Eurocámara— prepararon una alianza para las europeas.
Todo empezó a truncarse en enero de 2019, tras el acuerdo de gobierno en Andalucía entre Cs y el PP, con el apoyo externo de Vox. “No puede haber compromiso alguno con un partido de extrema derecha que abandera valores que son totalmente contrarios a nosotros”, advirtió la entonces ministra francesa para Europa, Nathalie Loiseau. El Elíseo envió un mensaje similar, que se repetiría en las semanas siguientes. En abril el nuevo jefe de LREM, Guerini, reiteró que su partido estaba abierto al diálogo con otras fuerza españolas: “Constatamos que, sobre todo en los países del sur, hay socialdemócratas con los que tenemos puntos de convergencia”. Y, hace unos días y coincidiendo con la formación de Gobiernos municipales en España, la secretaria de Estado para Europa, Amélie de Montchalin, endureció el tono. “La alianza con la extrema derecha en el nivel local, como hemos visto en España, no es una opción”, dijo para exigir, en declaraciones posteriores, una explicación a los eurodiputados de Cs.
Hay un mensaje triple en los avisos que París ha enviado a sus socios españoles. Primero, de malestar por la aparente contradicción que el ex primer ministro francés, hoy concejal en Barcelona y exaliado de Cs Manuel Valls describe así: “Tú te dices liberal, progresista y europeísta, y acabas pactando, escondiéndote detrás del PP, con un partido iliberal y antieuropeo”. El segundo mensaje es de apertura al presidente socialista Pedro Sánchez, adversario de Rivera en España. Y el tercero, la insistencia en una “línea roja” que Cs no puede traspasar si quiere seguir aliada con LREM, un gobierno conjunto con Vox, algo que no ha sucedido y que Rivera aseguró a Guerini que no sucedería.
“LREM y el grupo Renovar Europa estarán atentos a los compromisos de Ciudadanos”, declara la dirección del partido de Macron. “El señor Guerini y el señor Rivera han reafirmado su voluntad de trabajar juntos en el Parlamento Europeo”.
La ruptura no está sobre la mesa —LREM, que en Francia perdió las europeas ante la extrema derecha y es un recién llegado en la Eurocámara, difícilmente podría permitírsela—, pero los macronistas vigilan.
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