Las llegadas en patera caen casi un 20% respecto a 2018
La cooperación de Marruecos contiene la inmigración irregular, pero el país magrebí ya ha advertido de que la ayuda europea no es suficiente
España mantiene el pulso a la inmigración irregular gracias a la ayuda de Marruecos y ve, por primera vez este año, un descenso relevante de las entradas terrestres y marítimas (del 15%). Tras un invierno de altibajos, los últimos datos oficiales muestran que, si se toman solo las llegadas en patera, el descenso del 1 de enero al 16 de junio es del 17,8% respecto al mismo periodo de 2018. Aunque el verano será clave para consolidar la tendencia, España ha dejado de ser, de momento, la principal puerta para la inmigración irregular en Europa a través del Mediterráneo.
Con 11.409 llegadas, por tierra y por mar que registró el Ministerio del Interior en la primera mitad del año (a falta de los últimos días de junio), España se sitúa ahora detrás de Grecia, que superaba las 15.000 en ese mismo periodo, según datos de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados. El aumento de los tránsitos desde Marruecos convirtieron a España durante muchos meses en el principal acceso marítimo a la UE.
La caída de las cifras no sería posible sin la colaboración con Marruecos, de donde parte el 97% de los emigrantes que alcanzan España. Así lo reconocen las autoridades españolas y sus socios europeos en público y en privado. “Esta reducción refleja los resultados de los esfuerzos realizados por Marruecos, España y la Comisión, y debe preservarse”, mantiene un reciente informe migratorio de carácter interno de la Comisión Europea.
Europa ya ha comprometido 140 millones para financiar el despliegue de Marruecos, pero el socio magrebí ya ha dejado claro que no basta. “Gastamos más que eso en un año”, advirtió a la agencia AP en mayo el director marroquí de Inmigración y vigilancia de fronteras, Khalid Zerouali. España, consciente de que el tablero puede girarse en cualquier momento, insiste a sus socios en que es preciso más cooperación.
Los siete gobernantes de los países mediterráneos de la UE —entre ellos el presidente español, Pedro Sánchez— se reunieron el pasado viernes en Malta y pactaron un comunicado que recoge la necesidad de mejorar esa financiación. Fue un empeño español que apuntaba a una mejor financiación para Marruecos en el próximo marco presupuestario europeo, aunque el texto evitaba concretar cifras.
La proactividad de Marruecos en la contención de los flujos migratorios hacia España comenzó a traducirse en cifras en febrero, coincidiendo con la visita del rey Felipe VI a su homólogo marroquí. Desde entonces la Marina Real se ha involucrado más en los rescates, se han reforzado los controles de carretera, se han incrementado las redadas en los campamentos y barrios donde se concentran los migrantes antes de partir y se están llevando a cabo retornos forzosos de subsaharianos en avión. El último informe de la Comisión Europea constataba, además, el despliegue en el norte del país de 3.000 agentes marroquíes para evitar las salidas en patera hacia costas españolas.
Nuevas rutas
La actividad de las fuerzas de seguridad en el norte del país magrebí ha hecho que las llegadas por mar desciendan en todas las rutas (costas peninsulares, Baleares, Ceuta y Melilla), menos en una. Canarias ha experimentado un aumento del 228% en la primera mitad del año, aunque el volumen es modesto (llegaron 397 personas en patera). Las embarcaciones no parten de Senegal o Mauritania, donde las fuerzas de seguridad locales controlan sus costas junto a policías españoles, sino del sur de Marruecos. Lo peculiar de este aumento es la constatación de un escenario con el que ya contaban las autoridades españolas: que la presión ejercida en el norte traslada la presión migratoria hacia otros puntos.
Los marroquíes se sitúan, un año más, como el colectivo de recién llegados más numeroso. Su peso, según Acnur, va en aumento mientras cae la llegada de subsaharianos de países como Guinea Conakri, Malí y Costa de Marfil. Con más presencia de las fuerzas de seguridad marroquíes, los subsaharianos, más dependientes de las mafias, tienen crecientes dificultades para embarcarse.
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