Sánchez juega a todas las bandas sin moverse
El PSOE espera los movimientos de los demás y deja pasar el tiempo para mejorar su posición negociadora
Ana Oramas, diputada de Coalición Canaria con larga experiencia en negociaciones, lo dijo de forma descarnada, aunque estaba en el espíritu de todos. “Es la primera vez en 11 años que llegamos a la ronda de consultas con el Rey sin tener antes una sola conversación con el candidato a la investidura ni con su equipo”. Oramas compareció durísima, dando por hecho que su partido no facilitará la investidura de Sánchez ni siquiera con una abstención. Pero en el mismo día en que el PSOE perdía aparentemente esos dos votos de Coalición Canaria, ganaba la posibilidad de sustituirlos por otros dos, los de Unión del Pueblo Navarro. Los socialistas, prácticamente sin dar un paso, mostraban así que es cierto lo que vienen diciendo desde la noche electoral, esto es que la investidura está prácticamente hecha porque hay muchas fórmulas para sumar más síes que noes en la segunda votación.
Las cosas se mueven, y sin embargo el PSOE parece quieto y en silencio mientras todos los demás multiplican sus reuniones, sus discusiones internas y sus peleas, sobre todo dentro del grupo de la derecha entre Ciudadanos y Vox. El PSOE juega a todas las bandas, incluida la opción Ciudadanos, cada vez más complicada. Pero lo hace casi sin moverse. “El PSOE no está llamando a nadie porque se está tomando su tiempo para ver si hay otros aliados”, sentenció Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida. Desde la noche electoral de las autonómicas y municipales, en Unidas Podemos temen que los socialistas finalmente logren convencer a Ciudadanos para que se abstenga. Eso bajaría muchísimo el precio de los 42 diputados de Iglesias. Lo ven improbable, pero no imposible. Albert Rivera lo ha descartado por activa y por pasiva. También Pablo Casado ha dejado claro que votará no. Pero hasta el final, y con tantos jugadores encima de la mesa, nadie se fía de nadie.
Sánchez, un hombre acostumbrado a llevar la iniciativa desde que llegó a La Moncloa, está haciendo esta vez de Mariano Rajoy. El expresidente siempre utilizaba la técnica de esperar a que los demás se movieran para ser el último en hacerlo y tener así toda la jugada completa. Rajoy era sobre todo un especialista en aprovechar los errores ajenos. Sánchez también, pero él además usa en su favor la enorme ventaja de ser el único que realmente puede gobernar.
La pieza de Navarra es, para los sanchistas, una jugada perfecta. Si sale, claro, y sobre todo si el PNV no cambia su voto en la investidura como venganza por perder el gobierno de esta comunidad, algo improbable. Cada pieza que se toca puede mover otras en este complejo tablero. Fuentes del EBB (la dirección del PNV) señalaron anoche que “un no acuerdo en Navarra dificultaría las cosas en Madrid”. Quedan muchas piezas por mover.
Con el apoyo o al menos la abstención de UPN —más fácil la última opción— queda muy debilitado el discurso de PP y Ciudadanos de que Sánchez es el aliado de los independentistas. Eso sí, la operación tiene un daño colateral importante: los socialistas navarros, que pueden y quieren gobernar con la abstención de Bildu. Sánchez parece dispuesto a asumir ese coste a cambio de tener dos votos con mucho valor político y numérico, y de paso alejarse por completo de Bildu. Con la abstención de UPN, si Sánchez consolida el bloque de Unidas Podemos, Compromís, PNV y PRC [el partido de Miguel Ángel Revilla], que le da 173 síes, basta con que los diputados independentistas presos no renuncien a su escaño —el escenario más probable— para que la investidura ya esté garantizada en segunda vuelta. Y eso sin depender de la abstención de ERC, lo que le quitaría a la oposición el principal discurso que ha tenido hasta ahora, esto es que Sánchez gobierna gracias a los que quieren romper España.
El PSOE va jugando con los pequeños. El PNV y el PRC parecen socios casi seguros. Coalición Canaria está muy difícil porque, como dijo Oramas “no hay nada en la investidura de Fernando Clavijo [líder de CC] que nos tenga que dar Pedro Sánchez” —el PSOE no puede cambiar cromos porque CC depende del PP y Ciudadanos—. Pero le queda la pieza más complicada: Unidas Podemos. Y ahí también Sánchez está haciendo de Rajoy.
El presidente está dejando pasar los días sin negociar con Pablo Iglesias, a la espera de que la posición del líder morado se vaya debilitando con sus batallas internas y con la digestión del mal resultado de las municipales, que quedará en evidencia el 15 de junio cuando se constituyan los ayuntamientos y se vea el escaso poder que le quedará a Unidas Podemos.
También se verá ahí si finalmente Ciudadanos decide no entrar a ninguna jugada con el PSOE o Más Madrid y se instala definitivamente en el bloque de la derecha. Por eso prácticamente todos los políticos consultados señalan que hasta el 16 no empezará la negociación real de la investidura.
Este miércoles Iglesias irá a ver al Rey e insistirá en la idea de que ellos se ofrecen para dar estabilidad durante toda la legislatura, pero a cambio quieren entrar en el Gobierno aunque sea con un papel “modesto”. Sánchez, dicen los suyos, esperará a ver qué hace el 15 Ciudadanos para volver a buscar a Podemos. El presidente, aseguran, no tiene prisa: sabe que no hay alternativa y que para Podemos tiene más coste no votarle que apoyarle. Ya ganó una moción de censura casi sin moverse. En teoría eso es inviable en una investidura. Pero si fuera por la teoría, hace solo un año Sánchez no tenía ninguna posibilidad de ser presidente.
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