La emoción desborda la capilla ardiente de Rubalcaba en el Congreso
Los reyes destacaron el “sentido de Estado” del socialista y “su vocación de servicio a España”
La figura de Alfredo Pérez Rubalcaba trasciende al PSOE, como demostraron este viernes las incontables muestras de reconocimiento que le profesaron hasta sus mayores adversarios. Su muerte a los 67 años por un ictus ha conmocionado al partido. Todas sus corrientes y sensibilidades han coincidido en destacar su dimensión política y sentido de Estado. Los Reyes, que acudieron a la capilla ardiente en el Congreso, destacaron de Rubalcaba precisamente ese “sentido de Estado” y “su vocación de servicio a España”. El Gobierno decretó el viernes un día de luto oficial.
Este sábado, la capilla ardiente instalada en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, con el féretro de Pérez Rubalcaba cubierto por una bandera de España y el símbolo del PSOE, permanecerá abierta desde las 9.00 hasta las 14.00. Hasta ella se han desplazado a lo largo de esta mañana diversas personalidades, entre ellas el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ya la visitó ayer, Felipe González, Alfonso Guerra, que también fue, como Rubalcaba, vicepresidente del Gobierno, o los socialistas Adriana Lastra, Manuel Chaves o Magdalena Álvarez. También rivales políticos, como el exministro popular Federico Trillo. La infanta Elena también ha visitado esta mañana la capilla ardiente del exsecretario general del PSOE, a la que han acudido a las 11.00 los reyes eméritos. Para evitar las largas colas que se produjeron este viernes, la fila para entrar al Parlamento y rendirle homenaje se cortará al mediodía.
Centenares de ciudadanos anónimos se agolparon ayer viernes en la Carrera de San Jerónimo y en las calles adyacentes para rendir homenaje a uno de los políticos más influyentes de la democracia española. Poco antes de las 22.30 la policía cortaba la larguísima fila, que llegaba hasta una de las calles de la parte trasera del Parlamento. “Ya lo habían hecho pero les he dicho qué más les daba uno más que uno menos. Y les he convencido”, confiaba el último de la fila, Francisco Moreno, jubilado por enfermedad de 56 años y votante del PSOE. Unos centenares de metros más adelante, Consuelo Martínez, de 67 años, se confesaba votante de derechas, pero Rubalcaba le merecía “el mayor de los respetos”.
Dos horas antes y en medio de una salva de aplausos impresionante, miembros de diversos cuerpos de seguridad del Estado uniformados portaron su féretro a hombros, subiendo los peldaños de la escalinata principal del edificio. De todos los rincones de España habían llegado coronas de rosas rojas. La capilla ardiente del exvicepresidente del Gobierno y ex secretario general del PSOE es la quinta que ha albergado el Parlamento, tras las de los expresidentes Leopoldo Calvo Sotelo y Adolfo Suárez, la de uno de los padres de la Constitución, Gabriel Cisneros, y la del expresidente de la Cámara Manuel Marín.
Un presidente autonómico afirmaba que, exceptuando a los presidentes del Gobierno y la Casa Real, no se le ocurrían más políticos que hayan tenido tanta influencia en la democracia española desde el final de la dictadura. “Alfredo era el hombre de las mesas camilla. Su obsesión era España y el PSOE”, decía otro.
Los Reyes, Felipe VI y doña Letizia, visitaron la capilla ardiente sobre las 20.45. Fueron recibidos por el presidente en funciones, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el presidente del Senado, Pío García Escudero, el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas, y el del Supremo, Carlos Lesmes. Entraron en la sala, saludaron cariñosamente a la viuda de Rubalcaba, Pilar Goya, y permanecieron unos 20 minutos. Pablo Casado, el líder del PP, fue recibido por la gente que se agolpaba en las aceras con abucheos y algunos aplausos. El recibimiento a Pablo Iglesias, de Unidas Podemos, fue cordial.
Llantos constantes
Los llantos, en el patio de las Cortes y ya dentro del salón, fueron constantes. Entraron llorando la expresidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, con el expresidente andaluz José Antonio Griñán, o la eurodiputada Elena Valenciano, todos muy próximos a Rubalcaba, cuyo nivel político y humano destacaron. “Le ha tocado en la vida desempeñar unos puestos que parecería que exigen otra actitud y puede haber dado en algún momento quizá la percepción de alguien distante. Pero era una persona muy entrañable, cariñosa y próxima”, le definió Ángel Gabilondo, candidato socialista a la presidencia de Madrid. Cada reencuentro de personas y dirigentes socialistas que habían tenido relación con Rubalcaba suponía el desbordamiento de las emociones. El PSOE canceló todos los actos de la campaña electoral para el viernes, el sábado y el domingo. PP, Ciudadanos y Unidas Podemos también suspendieron los suyos el viernes.
Al acto se presentó sobre las 21.30 el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, acompañado de su esposa, que saludó especialmente a la viuda y departió unos minutos con Sánchez. También estuvieron la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, el aspirante socialista a la alcaldía, Pepu Hernández, presidentes autonómicos como Javier Fernández (Asturias) o Javier Lambán (Aragón), el alcalde de Vigo y presidente de la FEMP, Abel Caballero, el ex secretario general del PSOE Joaquín Almunia o el ex secretario general de la OTAN Javier Solana. Y exministros populares como Soraya Sáenz de Santamaría, Fátima Báñez o Íñigo Méndez de Vigo.
Entre tanta personalidad destacó la figura desolada de Jaime Lissavetzky, al que Rubalcaba conocía desde niño y consideraba casi como un hermano. Muchas de las personas que acudieron a la capilla daban el pésame tanto a la viuda de Rubalcaba como a Lissavetzky. Tanta diversidad de gentes, ideologías, carreras políticas y tanto llanto común se explicaban por una cualidad que todos destacaban en el político fallecido: “Fue un gran seductor”.
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