Goian bego!
Rubalcaba fue una persona capaz de tender puentes de relación y confianza incluso en los momentos más delicados y comprometidos
Conocí a Alfredo Pérez Rubalcaba en la primera década de este siglo, en tiempos compartidos con Josu Jon Imaz. Fue una relación creciente con motivo de los convulsos años previos al final definitivo del terrorismo de ETA en Euskadi. Alfredo era un político de los pies a la cabeza. Una persona entregada a su vocación de servicio a la sociedad, socialista de convicción, firme en sus posiciones y muy claro en sus exposiciones. Recuerdo a Alfredo siempre trabajando, activo, tenaz y abierto al diálogo. Una persona capaz de tender puentes de relación y confianza incluso en los momentos más delicados y comprometidos.
La fecha que había quedado señalada en nuestro calendario personal compartido era el 20 de octubre de 2011, el día del “cese definitivo de la actividad armada de ETA”, un punto de inflexión que culminó el pasado año con su disolución definitiva. Desde entonces, especialmente el 20 de octubre, cada año, recordábamos también con José Luis Rodríguez Zapatero la relación cercana y leal que fuimos tejiendo desde el PNV con el presidente del Gobierno y sus ministros José Antonio Alonso, José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba. Una relación política e institucional de alto voltaje, muy especialmente a raíz de las conversaciones de Loiola y su abrupto e inexplicable final por parte de la izquierda abertzale.
Aquellos años vivimos momentos difíciles de sufrimiento e incomprensión, en los que quedará siempre para el recuerdo el trabajo incansable en pos del ideal que todos compartíamos: la lucha por la paz y la libertad, el final del terrorismo y la apertura de un nuevo tiempo de convivencia futura. Tiempo en el que tuvieron importancia también las circunstancias que se dieron en torno a las elecciones municipales y forales de 2011. Hace ahora poco más de un año, el día 3 de mayo, pudimos compartir nuevamente un sentimiento de íntima satisfacción, siempre contenida por la memoria de las víctimas, con motivo de la disolución de ETA. El mejor homenaje y recuerdo a la memoria de Alfredo Pérez Rubalcaba es que esta disolución se produjo en los estrictos términos que siempre habíamos defendido: un final unilateral, sin contraprestaciones y definitivo.
La noticia de la muerte de Alfredo, como antes la de José Antonio, nos ha golpeado con dureza. Los recuerdos se acumulan y, no cabe duda, a partir de ahora el 10 de mayo se suma a nuestro calendario personal. Al margen de las consideraciones políticas que respecto a cualquier otra responsabilidad pudieran hacerse, este día de profunda tristeza quedará marcado por el fallecimiento de una persona a la que siempre recordaremos por su determinación y entrega absoluta al logro de la paz. Alfredo Pérez Rubalcaba, goian bego! ¡Descanse en paz!
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