La fórmula de Valencia para hacer un solo Gobierno con una coalición
Socialistas y Compromís han convivido en las mismas consejerías con estabilidad
El Gobierno de coalición valenciano ha funcionado esta legislatura como un gobierno, no como dos, dicen el presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, y la vicepresidenta, Mónica Oltra, de Compromís. La principal razón, según ambos, ha sido el mestizaje, un sistema de organización en el que cada consejería ha tenido a los mandos cargos de ambas fuerzas. La fórmula ha evitado que los departamentos de la Generalitat se convirtieran en reinos de taifas, ha reducido el riesgo de corrupción, ha generado abundantes roces internos y algunos choques sonados. Pero miembros del Consell con experiencia previa en el Gobierno valenciano y en el de España aseguran que no más de los que suele haber en un Ejecutivo monocolor.
Socialistas y Compromís están decididos a incluir otra vez el modelo en el prolijo pacto de legislatura que empezarán a negociar en breve, adaptándolo a la entrada de Unides Podem en el Gobierno valenciano. Puig confió este martes en que el Ejecutivo estará formado a principios de junio.
La estructura del mestizaje que ha funcionado hasta ahora es similar a una cremallera. Si el consejero es de un color, su segundo, el secretario autonómico, es del otro. El número tres, el subsecretario, la persona encargada de dirigir el aparato económico y administrativo, pertenece al partido del consejero. Por debajo de ellos están los directores generales, adscritos no necesariamente a partes iguales a ambas fuerzas.
Ese ha sido el esquema básico, que después se ha adaptado a las características de cada consejería. Las de mayor tamaño, como la de Educación, Investigación, Cultura y Deporte y la de Hacienda y Modelo Económico han tenido desde el principio dos secretarios autonómicos, responsables de áreas diferentes, uno nombrado a propuesta del PSOE y el otro de Compromís.
El mestizaje ha sido también una filosofía, afirma un alto cargo. La primera regla ha consistido en que las decisiones importantes debían adoptarse con el acuerdo del consejero y el secretario autonómico. Eso no siempre ha sucedido y ha sido la causa de algunos de los mayores conflictos de la legislatura. El mismo principio ha regido para las decisiones del Consell. En la reunión preparatoria del pleno de los viernes, celebrada los jueves y presidida por Oltra en su condición de coordinadora, los secretarios autonómicos planteaban sus proyectos. Las materias que no generaban consenso no pasaban al pleno del Gobierno del día siguiente. Después de que Puig anunciara en marzo el adelanto electoral contra la opinión de su socio, Oltra le reprochó que era la primera vez que un asunto llegaba a la reunión del Ejecutivo sin haber sido pactado antes.
Convivencia
Para fomentar el sentido de pertenencia a un grupo, el Gobierno valenciano ha celebrado cada seis meses un seminario de fin de semana en un pueblo valenciano. Una práctica que Puig implantó en el Gobierno local de Morella, el pueblo de Castellón del que fue alcalde, en los años noventa, mucho antes de que la serie danesa Borgen popularizase las convivencias en lugares apartados de los integrantes de un Ejecutivo de coalición. Aparte de para limar asperezas, la finalidad de los seminarios ha sido la de hacer balance de lo realizado y fijar los objetivos del siguiente semestre.
Lo más difícil del mestizaje es pactarlo, comenta una fuente del Consell. La nueva negociación se prevé difícil. Los partidos quieren dejar la parte más dura para después de las elecciones europeas y locales del 26 de mayo, pero ya van aflorando las primeras tensiones. En el PSPV-PSOE creen que lo lógico es que ellos, además de la presidencia, tengan la mitad de las consejerías, ya que lograron más diputados y casi los mismos votos que sus dos socios juntos. Los de Oltra no están por la labor, y todavía falta por sentarse a la mesa Podemos.
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