¿Cuántas víctimas se cobró la conquista del imperio azteca a manos de Hernán Cortés?
Un cálculo de historiadores estima que el 80% de los indígenas de Mesoamérica habían fallecido a causa de las batallas, la explotación y las epidemias a finales del siglo XVI
"Hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aún en vano corrían: iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos. Anhelosos de ponerse a salvo, no hallaban a dónde dirigirse". El relato es de la matanza del Templo Mayor en la fiesta Tóxcatl acometida por el ejército español y los tlaxcaltecas (uno de los pocos pueblos a los que los aztecas no habían logrado someter) en contra de los pobladores de Cholula en mayo de 1520, de la que dan cuenta los indígenas en náhuatl y los códices recuperados en la obra Visión de los vencidos, de Miguel León-Portilla.
Es uno de los episodios más cruentos de la conquista de México y así lo identifican varios historiadores. La historia comenzó hace ahora 500 años, con la llegada de los españoles al territorio que ahora pertenece al Estado de Veracruz, en abril de 1519. Hernán Cortés desembarcó con menos de 700 hombres y 16 caballos y yeguas según las crónicas del explorador Bernal Díaz del Castillo. Los códices de la época, las cartas de relación que el propio Cortés envió al emperador Carlos V y las numerosas crónicas de los navegantes y misioneros han ayudado a desvelar la serie de gestas desarrolladas de 1519 a 1521. El encuentro de dos mundos marcado por la espalda, el escudo y la flecha.
El investigador de la UNAM Federico Navarrete explica que los españoles demostraron siempre una capacidad de ejercer violencia que no tenía precedentes en la historia de Mesoamérica. "Lo que querían era demostrarles a los indígenas que sus dioses eran falsos y qué mejor manera de mostrarles que sus dioses eran falsos que masacrándoles en estos santuarios". El historiador y coordinador del proyecto de difusión digital Noticonquista, añade que la dominación española en el continente americano implicó la destrucción de una ciudad, Tenochtitlan, y casi el exterminio de la población.
A pesar de que Cortés llegó con tan pocos hombres en el momento de pisar México, ya en 1521, el año en que inicia el asedio de Tenochtitlan, contaba con el doble de efectivos y un contingente de más de 80.000 aliados indígenas, entre los que figuraban los tlaxcaltecas y huexotzincas. Alejandro Rosas, divulgador de la historia, explica que Cortés no habría podido someter a un pueblo tan bélico como los aztecas si no hubiera contado con el apoyo de los vasallos. "Cortés llegó a un territorio poblado por naciones indígenas de las que casi todas eran tributarias o estaban sometidas a los aztecas", comenta. "Eso explica que la mayor parte de ellas, principalmente los tlaxcaltecas, se aliasen con Cortés. Estaban hartos del dominio azteca, de los tributos, del maltrato, de la guerra", apunta. La investigadora de la UNAM Fernanda Valencia coincide en que, a diferencia de otros exploradores de la época, Cortés supo leer la coyuntura política que se vivía en Mesoamérica y tornar esta división interna en una ventaja para su proyecto de conquista.
De la mano de estas alianzas, Cortés consiguió vencer a Tenochtitlan, el epicentro del imperio mexica. Los expertos calculan entre 150.000 y 300.000 habitantes en la capital mexica. La ciudad, que los mismos exploradores comparaban en grandeza con Venecia, sucumbió ante el cerco de más de 80 días que emprendieron los conquistadores, de mayo a agosto de 1521. Del análisis de los relatos, las pinturas y el patrimonio oral se ha deducido que murieron más de 240.000 indígenas durante este trance, casi todos ellos parte de la nobleza azteca. "Este fue el modo como feneció el mexicano, el tlatelolca. Y ya no teníamos escudos, ya no teníamos macanas, y nada teníamos que comer, ya nada comimos. Y toda la noche llovió sobre nosotros", describe un relato anónimo de Tlatelolco redactado en náhuatl hacia 1528.
En una especie de tormenta perfecta, las epidemias jugaron en contra de los aztecas. Cuando Hernán Cortés pisó suelo mexicano en 1519 vivían en el actual territorio mexicano entre siete y once millones de indígenas, según el cálculo de los expertos. En 1576, en cambio, el censo estimado era de cuatro millones de indígenas. Al término del siglo XVI, apenas quedaban ya dos millones. Ese descenso, atribuible en parte a las guerras y la explotación, se debió sobre todo a las epidemias.
Los indígenas desconocían aquellos males, pero les dieron nombre. Los mexicas llamaron "hueyzáhuatl" quizá a la viruela, o "hueycocoliztli", en general, a la pandemia. La peste ocasionó la muerte de entre un 60% y un 80% de los indios en menos de 80 años. "No podía acostarse cara abajo, ni acostarse sobre la espalda, ni moverse de un lado a otro. Y cuando se movían algo, daban de gritos. A muchos dio la muerte la pegajosa, apelmazada, dura enfermedad de grano", describen los estudiantes indígenas de fray Bernardino de Sahagún en un escrito de 1528.
Pero la sombra de la muerte también planeó sobre los asentamientos españoles. Díaz del Castillo da cuenta de las decenas de sacrificios que realizaron los indígenas con los españoles que lograban capturar después de cada batalla. Mientras los conquistadores vencían a punta de espada y cañones, los aztecas utilizaban saetas, jabalinas y arpones para cazar aves. El explorador describe con horror la forma en que los indígenas sacaban el corazón de sus enemigos y los ofrecían a sus dioses. En esta gesta, todos miraban al cielo. Los indígenas clamaban por los favores de las deidades Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, en tanto que Cortés y su ejército se encomendaban a la protección de su "señor Dios y de su bendita madre".
Después de meses de batallas, el imperio azteca reconoció su derrota en agosto de 1521 a manos de los españoles, pero también de sus antiguos vasallos, quienes prefirieron pactar con los extraños "de carnes blancas y barba larga" antes que regresar al periodo de explotación y pago de tributos de los aztecas. Los indígenas del centro de Mesoamérica redactaron en náhuatl algunos "cantos tristes, elegías en su lengua náhuatl sobre la muerte de sus tlatoanis [jefe de una ciudad], la caída de sus guerreros y los últimos días de Tenochtitlan, durante casi dos siglos cuna de la nobleza mexica:
Destechadas están las casas
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
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