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“Hay que acabar con la economía sumergida”

Las trabajadoras del sector del calzado de Elche luchan por erradicar el trabajo irregular y cotizar a la Seguridad Social

Manuel V. Gómez
De izquierda a derecha, Isabel Matute, Natividad Chicharro y María Pastor, en Elche con las máquinas de coser el calzado
De izquierda a derecha, Isabel Matute, Natividad Chicharro y María Pastor, en Elche con las máquinas de coser el calzadoJoaquín de Haro

No hay mucha luz en el salón de la casa de Isabel Matute. Dos sofás, una mesa, un mueble con estanterías, alguna de esas enciclopedias que con Internet y la Wikipedia han caído en desuso y, en la tele, el programa de Risto Mejide, aunque en ese momento no está él en la pantalla. No es un salón minimalista. El piso está en el barrio del Toscar de Elche, en un bloque de viviendas de los años setenta ubicado en una zona obrera en la que hace unos meses la Agencia Tributaria situaba la renta media disponible en 14.218 euros. Alejada de esos 113.642 euros que daba para La Moraleja de Madrid, el barrio con mayor renta de España y, en cambio, muy cercana a los 13.286 del vecino Carrús.

En los sillones se sientan Matute, la presidenta de la Asociación Aparadoras de Elche, de 60 años, y sus compañeras María Pastor, de 63, y Natividad Chicharro, de 40. Entre las tres, según va desarrollándose su relato, suman varias décadas de trabajo y mucho menos tiempo cotizado, 12 años. Intentan visibilizar el trabajo de las mujeres que cosen las piezas del calzado. Llevan tiempo reuniéndose con políticos y ahora, con las elecciones, más: “Les decimos que acaben con la situación. Nuestro objetivo es acabar con la economía sumergida”, resume Matute. Las tres están paradas ahora. “Nadie nos da trabajo ahora”. Defienden que es porque en esta época del año hay poco trabajo y porque se han significado en la reivindicación.

Trabajar en la economía sumergida es hacerlo en el escalón más bajo de la precariedad. No se trata de inestabilidad ni de largas jornadas. O, mejor, no solo. Es no pagar cotizaciones a la Seguridad Social y los derechos que eso conlleva. Hablan de las kellys, las camareras de piso de hoteles que han visibilizado su lucha contra los abusos laborales, para decir: “Estamos peor”, señala Pastor.

Tras ese ejemplo, comenzaron con su asociación hace un año. “Somos unas 200”, cuenta Matute. Aunque en el grupo de WhatsApp con el que se comunican la cifra queda en 144.

“Nos hemos reunido con todos los partidos”, dice Pastor. No detallan a todos los políticos que han visto, pero sí los partidos a los que les han hecho su petición: PSOE, Compromís, Podemos, Ciudadanos, PP. “Con todos… menos con Vox”, añade Matute. No dicen a quién van a votar, pero sí parece claro que el partido de Abascal no está entre sus preferencias.

“Cuando nos vimos con Irene Montero, le dijimos que llevamos 40 años siendo invisibles”, añade Matute. No deja de fumar, habla rápido. Es la voz de la asociación y se nota. Estuvo en la PAH, ahora milita en Podemos. No lo esconde, pero advierte que la asociación es “apolítica”. “Esta así en los estatutos”, aclara.

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Ellas hablan de una situación extendida en la ciudad. Un político local dice que esto es propio del pasado. Con cuidado al elegir las palabras, opina que es una “secuela” de hace tiempo. No obstante, fuentes próximas a la autoridad laboral sí que señalan que la situación sigue. No es fácil saber a cuántas afecta, los datos para saberlo son de la pasada década. Antes de la crisis eran unas 7.000 mujeres, según un estudio de la Universidad de Alicante sobre varios municipios de la zona.

Ellas tres no entran en muchos otros asuntos de la campaña electoral. Chicharro no quiere hablar de política. Su prioridad es la lucha contra la economía sumergida en el calzado, que se les contrate, que se les reconozca todos los años trabajados para cobrar una pensión, que les den ayudas para montar cooperativas, que se les aplique el convenio colectivo… “No quiero ayudas, quiero que me den lo que es mío”, zanja Chicharro cuando oye que Pastor espera una desde febrero.

Esos puntos estaban en las tres iniciativas parlamentarias —proposiciones no de ley— que consiguieron que se aprobaran la legislatura pasada. “Por eso ahora nos hacemos las fotos con ellos. Si se mojan, lo hacemos”, vuelve a tomar la palabra Matute. No obstante, critica a los partidos, especialmente al PP y al PSOE, que han tocado poder. “Casi todos nos dicen que nos apoyan, que van a hacer algo para arreglarlo. Son palabras bonitas”, señala, escéptica.

Sí que se cuela en su discurso el feminismo. Recuerdan que ese mismo estudio decía que por cada hombre que trabaja en economía sumergida hay siete mujeres. “Esto nos pasa por ser mujeres”, lamenta Pastor, que señala que subraya esa diferencia “de género” cada vez que puede.

Llegan las siete de la tarde. Se levantan y salen a la calle. Van a un acto de Compromís para explicar su situación… otra vez.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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