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El astillero es el pueblo, el pueblo es el astillero

El municipio gaditano de Puerto Real, donde Teresa Rodríguez obtuvo su mejor resultado en 2015, resiste al bipartidismo

El torno que regula el ajetreo de los empleados en la fábrica de Navantia equivale a la ruleta de la prosperidad en Puerto Real (Cádiz). Cuando se mueve, el municipio respira. Cuando se detiene o funciona despacio, decaen sincronizados el trabajo y el estado de ánimo. Si hay faena, el paro baja al 29%. Si no la hay, como sucedió en 2013, sube al 39%.

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No puede decirlo más claro Antonio Noria, presidente del comité de empresa de Navantia: el astillero es Puerto Real, Puerto Real es el astillero. Acaso porque él mismo representa la relación orgánica de la ciudad —en sentido polisémico— con su fábrica portuaria. Fue 11 años teniente de alcalde en el Ayuntamiento y ha sido 13 años el máximo líder sindical. Comenzó a trabajar con 16 años. Y ahora, que tiene 61, observa con preocupación el movimiento ralentizado del torno.

La incertidumbre se explica porque los empleados de Navantia (457) y los subcontratados (3.600, en el apogeo) van a entregar el último petrolero que se les ha proporcionado en la bahía. No hay horizonte laboral más allá de 2019. Ni remedian la crisis el trabajo complementario derivado de la construcción de las famosas corbetas saudíes. Se fabrican cerca, en San Fernando, pero en Puerto Real las consideran las migajas de un manjar ajeno.

“La desgracia es que no hay un plan de futuro para la industria naval civil”, dice Noria: “El Estado, por ceguera o por negligencia, se ha desentendido de un verdadero proyecto. Pero resistiremos. Los trabajadores de Navantia nunca nos hemos rendido”.

Los recelos a la abstracción de Madrid explican el rechazo electoral de Puerto Real al bipartidismo. La única vez que gobernaron el PP y el PSOE en los últimos 40 años tuvieron que hacerlo juntos (1995-1999). Y hubieron de repartirse la vara de mando municipal, aunque también entonces los dos alcaldes procedían del astillero de Puerto Real.

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La tradición la inauguró José Antonio Barroso, oficial tubero de profesión, carismático de naturaleza y azote feroz contra las reconversiones industriales que se urdieron o planificaron en La Moncloa, gobernara Felipe González. José María Aznar o José Luis Rodríguez Zapatero. Barroso empezó a ejercer como líder del extinto Partido del Trabajo de España. Luego encendió el megáfono con las siglas del PCE y con las de IU. Y se retiró en 2011 para entregar el cargo al Partido Andalucista.

Es la inercia y el contexto que predisponía la victoria municipal de Podemos en 2015. Y la razón por la que Teresa Rodríguez obtuvo en Puerto Real su mejor resultado (34,84%), recreando una aleación de anticapitalismo, andalucismo y resistencia operaria.

Apenas cuatro años después, Teresa Rodríguez, candidata a la Junta de Adelante Andalucía, marca cierta distancia con Pablo Iglesias. Ni aparece el símbolo del partido nodriza ni figura el color morado. El blanco y el verde enfatizan el regionalismo. Y la foto compartida con Antonio Maíllo demuestra que IU, desfigurada en el resto de España, representa un aliado crucial tanto en Andalucía como en Puerto Real.

El actual regidor, Antonio Romero Alfaro, alias Rori, fue elegido en la inercia de Podemos, pero entiende el distanciamiento. “Primero, porque Andalucía tiene problemas propios y requiere soluciones específicas. Y, segundo, porque es verdad que Iglesias ha experimentado un proceso de asimilación institucional. No digo que sea la casta, pero en cierto modo forma parte del sistema. Puedo entenderlo. Yo mismo como alcalde sufro el salto de los ideales a la realidad. De lo deseable a lo posible. El sistema termina coartándote, condicionándote”.

“La idiosincrasia de Puerto Real”, añade, “no se entiende sin su historia sindical, sin su memoria de resistencia, sin su personalidad obrera, sin su conciencia solidaria”. “Aquí hemos sufrido toda clase de sacudidas. Las reconversiones han sido duras. Y nos hemos visto expuestos, incluso, a tener que amortiguar cuestiones de índole geopolítica, como la crisis de las corbetas saudíes. No se puede hacer depositar sobre nuestras espaldas la responsabilidad ética del cinismo internacional. Con nuestro trabajo no se juega”.

Están oxidadas las letras de Puerto Real en la glorieta de bienvenida que sorprende en la carretera de Cádiz. Pero no contradice la vitalidad de los colegios ni la raigambre de otras industrias. Incluida Dragados y la fábrica Airbus, contraste aeronáutico al símbolo naval de los astilleros. Una pancarta en el vallado de Navantia escenifica la angustia de los trabajadores, al reclamar “el quinto petrolero”. O la continuidad laboral a las cuatro embarcaciones que se han ultimado en estos años de prosperidad como si la providencia alentara el eje de la ruleta de la fortuna.

Una gaditana que compite... por Málaga

Teresa Rodríguez (Rota, 1981), reelegida como secretaria general de Podemos con el 74% de los votos, es tan gaditana como su marido, Kichi, alcalde de Cádiz, pero ha decidido competir en la provincia de Málaga. No se trata de una traición a sus orígenes, sino de una operación estratégica. Adelante Andalucía, su marca, responde sin fisuras en la circunscripción gaditana. Y necesita expandirse hacia el oriente, consciente además de que Málaga se ha convertido en un terreno de disputa crucial. Juanma Moreno, el líder del PP, presenta allí sus galones como candidato a la Junta de Andalucía, del mismo modo que Ciudadanos ha colocado a Javier Imbroda, un fichaje alejado de la política cuya reputación en el deporte y en el banquillo del Unicaja de Málaga (baloncesto) puede contribuir a las opciones del partido naranja.

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